Desapercibido y sin pena ni gloria
Sergio Mejía Cano
05 de Julio de 2016
El mitote que más llamó la atención entre una parte de la opinión pública este pasado fin de semana, fue la renuncia al PRD del diputado local Pavel Jarero; un mitote que más pareció una llamarada de petate, porque para otra parte de la ciudadanía fue algo intrascendente y que para nada les afecta, incluso, entre las nuevas generaciones hay quienes ni siquiera lo conocen y ni saben quién es y a qué se dedica. Y tal parece que hasta ya se olvidó dicho mitote.
Y esto último sí que es una lástima, no porque no conozcan o sepan quién es Pavel Jarero, sino porque es un indicativo de que a buena parte de estas nueva generaciones no les interesa politizarse ya no digamos internacional o nacionalmente, sino que tan siquiera a nivel local. Así que se podría entender que entre los jóvenes desde primaria hasta la preparatoria, quizás solamente quienes conocen a determinados políticos son los hijos de los mismos que están en funciones o que de algún modo están dentro de la política o porque algún estudiante tiene un amigo cuyo papá o algún familiar está participando en la política; pero la gran mayoría de la nueva juventud, ni les va ni les viene quién encabeza la cabecera municipal en donde viven y mucho menos quién es el representante popular de sus padres, y menos aún, saben, como muchos de nosotros, a qué distrito electoral pertenecen, porque con trabajos a veces conocen al representante de su barrio o colonia, así que no debería extrañar que al preguntarles a chicas y chicos quién es determinado político, para pronto la mayoría responda que no conocen a nadie que trabaje como político.
Y a propósito del desconocimiento de la juventud sobre los políticos actuales, al preguntarles a unos vecinos, conocidos y allegados, unos preparatorianos, otros de secundaria y otros que andan tratando de acomodarse en algún trabajo por sentir que ya llegaron a la etapa productiva, todos respondieron que no conocían al tal Pavel Jarero, incluso no faltó el gracioso que preguntó que en qué equipo de futbol jugaba; y otro chavalo llamó mi atención al decirme que yo estaba mal, porque no era Pavel Jarero, sino Pavel Pardo y que ése ya tenía mucho tiempo que se había retirado del deporte del balompié.
Pero bueno, ya renunció al PRD Pavel Jarero, ¿y? ¿Afecta a la población en sí o en lo general dicha renuncia? Porque no es el primero ni el último que renuncia a su partido y a su bancada en un Congreso, ya sea estatal o federal, son cosas que pasan para la mayor parte de la población, desapercibidas y sin pena ni gloria; tal vez para los familiares, amistades o conocidos sí signifique algo la salida del PRD del señor Jarero, pero de nuevo, ¿y? ¿Se irá a detener la vida política en Nayarit, acaso? ¿Se dejará de legislar, se cerrará el Congreso Estatal o qué?
Entre adultos mayores se dice que si renunció al PRD Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano que fue uno de sus principales fundadores, quien haya renunciado posteriormente ya es algo irrelevante porque dicho partido político se ha desfigurado por completo; y si bien se dice que una asociación política no es un solo individuo, quedó comprendido cabalmente que en el caso de don Cuauhtémoc Cárdenas, si fue él el partido, porque al deslindarse del mismo, ya nada ha sido igual en el PRD, pues perdió la brújula desviándose a tal grado que ahora pasó a ser un satélite más del PRI, y aunque sus actuales dirigentes se sigan ostentando como partido de oposición, para la mayor parte de la opinión pública, enterados y analistas políticos, el PRD es ahora una comparsa más del otrora partido aplanadora, al igual que el PAN y todos los demás partidos políticos.
Una cosa sí es segura y lo saben los que aún están dentro del barco del PRD que más temprano que tarde terminará por hundirse: que le darán vida artificial como se la han dado al PT a pesar de que se documentó fehacientemente que había perdido el registro como partido, y que los mismos priistas dentro el INE lo volvieron a revivir, ¿por qué? Pues porque el PT les sirve para seguir dando la apariencia de que hay oposición en el país, de ahí que los últimos perredistas estén esperanzados de que será el mismo PRI quien no permita su desaparición como partido, ya que es pieza fundamental para disfrazar la dizque democracia que nos rige.
Recuerdo que allá por 1988 la revista Proceso traía en su portada la noticia de que Rodolfo González Guevara había renunciado al PRI, y al igual que con Pavel Jarero, muchos jóvenes de entonces se preguntaron casi al unísono: ¿quién?
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