Triste futuro para los mexicanos
Octavio Camelo Romero
04 de septiembre de 2015
Por fin se entregó el tercer informe de gobierno del presidente Peña para que los integrantes del Congreso de la Unión lo revisen y digan que está muy bien. Y un día después el titular del Poder Ejecutivo de la Nación en un versallesco acto en Palacio Nacional da su versión y un mensaje a la Nación. Le dijo que hoy es necesario mantener su estrategia de cambios estructurales y consolidarlos aún en el entorno de una coyuntura económica internacional adversa. Arremetió contra quienes ofrecen salidas falsa ante la desesperación por la situación que están viviendo y se pronunció en contra de las ofertas políticas sustentadas en la demagogia, el populismo y la intolerancia, que según él suelen destruir las instituciones, sacrificar los derechos ciudadanos y dividir a la sociedad. El presidente Peña reconoció que el país aún registra rezagos ancestrales y asumió que su responsabilidad está en preservar el enfoque de reformas sin dividir, en transformar sin destruir ni excluir. Anunció diez medidas de inmediata aplicación entre las que destacan la creación de la Secretaría de Cultura y la emisión de bonos a través de la Bolsa Mexicana de Valores para crear infraestructura en educación; el impulso de leyes para fortalecer el estado de derecho tanto en el combate a la corrupción cómo en favor de los derechos humanos y para erradicar la tortura y la desaparición forzada; la concreción de un acuerdo para la justicia cotidiana; la creación de zonas económicas especiales; y el apoyo a las zonas rurales de mayor marginación. También anunció un programa nacional de enseñanza del inglés para estudiantes de enseñanza básica, que no habrá IVA a medicinas y alimentos ni se crearán nuevos impuestos; y por si algo faltara, anuncia que el Banco Mundial participa en el diseño del presupuesto 2016, etc.
De conformidad con lo dicho por el presidente Peña México no se apartará ni un ápice del modelo neoliberal. El fracaso mundial de dicho modelo no inmuta en lo más mínimo al presidente ni a su “corte”. Se seguirá con la profundización de las Reformas Estructurales y se estigmatizará a aquellos que se opongan a ellas en primera instancia con los calificativos de demagogos, populistas e intolerantes, y en segunda instancia se les reprimirá por pretender destruir las Instituciones de la República. Los resultados del modelo mexicano-neoliberal seguirán siendo los mismos: incremento de la población pobre, quiebre de los micros, pequeños y medianos empresarios, agudización de la desigualdad social, incremento de la riqueza del reducido número de milmillonarios, etc. Y por si fuera poco, la desaceleración de la economía norteamericana arrastrará a la economía mexicana a una desastrosa semi-paralización que si nos descuidamos y seguimos con la errónea idea de no endeudarnos, se puede llegar a la parálisis económica. La reducción del gasto público incide de manera directa en la disminución del crecimiento de la economía. La política debe dar un giro de 180 grados y apuntar para el lado positivo. Ahorita va por el sendero negativo. Definitivamente el Banco Mundial no debe meterse en el diseño de las políticas públicas del Estado Mexicano. El presidente Peña cometió un exceso más al aceptar la injerencia directa del Estado Transnacional en la conducción del Estado Mexicano. Y siendo así, se entiende que el mensaje del tercer informe fue, más para los organismos transnacionales que para el Pueblo de México. Los mexicanos nos encontramos en la orfandad y bajo la voluntad del capital transnacional. El presidente de la República es presidente de un eslabón de la cadena transnacional. Por lo pronto, 2016 será un año cruento y quizás de violencia social si el país no cambia su rumbo. En fin.
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