Caprichos políticos
Oscar González Bonilla
17 de abril de 2015
Los habitantes del municipio de Tepic, pero con mayor saña los que vivimos en la ciudad capital del Estado de Nayarit, sufrimos las consecuencias de los gobiernos divididos, los embates políticos de las desavenencias entre mandatarios.
Somos los ciudadanos los más afectados porque además de indefensión nuestros bienes patrimoniales, que en mi caso no son muchos, tampoco vivo en zona residencial de la ciudad donde sí personas acaudaladas, están en riesgo constante porque una nube de inseguridad pública recorre el ambiente citadino.
Los caprichos y tozudez tanto del gobernador de Nayarit (PRI), Roberto Sandoval, como del presidente del Ayuntamiento de Tepic (PAN), Leopoldo Domínguez, han provocado un nuevo encontronazo en cuanto a la seguridad pública se refiere.
Por siempre el alcalde panista se mantuvo en la inflexible posición de negar la inclusión del municipio al mando único policíaco, que en Nayarit ejerce con toda impunidad el licenciado Edgar Veytia, titular de la Fiscalía General del Estado, y le ha proporcionado tanto poder que desafía al que intente osar enfrentamiento, funcionario, político o abogado de cualesquiera estatura o signo ideológico.
Un botón de muestra: Veytia, y otros funcionarios, en patio de la Fiscalía enfrentó en mesas de diálogo, una frente a otra, nadamás que la diferencia fue un centenar de agentes policíacos encapuchados y arma embrazada en intimidante respaldo a los funcionarios estatales, a dirigentes nacionales panistas y perredistas como Gustavo Madero, Carlos Navarrete, en aquella ocasión (28 de mayo de 2014) aspirante a la dirigencia nacional del PRD; Silvano Aureoles, perredista presidente de la comisión política de la cámara de diputados federal y Marco Antonio Adame, panista ex gobernador de Morelos.
El reclamo toral de los políticos a Veytia fue la negación de éste a entregar cartas de no antecedentes penales a aspirantes a candidatos (se renovó el Congreso del Estado y los 20 ayuntamientos) y de haber dado información al gobernador del supuesto financiamiento del narco a partidos de la oposición en Nayarit, lo cual Roberto Sandoval hizo público.
Cuando Gustavo Madero reparó en el escenario intimidatorio dijo que el formato es reprobable, increíble en el siglo XXI, nos preocupa, no es el Nayarit que queremos. Y Veytia contestó: “Sólo los recibimos como se merecen”. Es decir, como presuntos delincuentes, ni más ni menos.
El doctor Polo Domínguez también tozudo se declaró a favor de la desaparición de capuchas del rostro de cada uno de los elementos del cuerpo de seguridad pública municipal, en el intento de identificar al agente presunto violador de elementales derechos humanos del ciudadano.
Lo anterior llevó al enfrentamiento de dimes y diretes entre funcionarios del gobierno de la gente, naturalmente incluido el Fiscal Veytia, declarado principal opositor a las dizque, para él, disparatadas propuestas del alcalde panista.
Se evidenció un roce de largo aliento, dos años y medio que restan a ambos gobiernos, aunque el Fiscal Veytia tiene al menos aval del Congreso del Estado para permanecer en el cargo dos años más una vez concluido el sexenio sandovalista. Ello si no es que el nuevo gobernante que arribará en septiembre de 2017 decide lo contrario ¿Y si es Polo Domínguez? pues de inmediato se irá de patitas a la calle.
Por razones aún no conocidas, el gobernador Roberto Sandoval determinó el regreso a las filas del Ayuntamiento de Tepic de 133 policías que integraban el cuerpo de élite de la Policía Nayarit bajo la orden del Fiscal, después de más de seis meses hecha la petición. La separación de los municipales la decidió bajo convenio y respeto al mando único, el anterior alcalde priista motejado como El Toro, pero de nombre Héctor González Curiel.
La ceremonia de regreso se llevó a cabo el lunes 6 de abril en la explanada de la plaza Bicentenario, frente a Palacio de Gobierno en Tepic, en la que durante su pieza oratoria el Fiscal Veytia aseguró que bono económico y vivienda para los policías que volvían a su jaula estaban garantizados, incluso argumentó que para que el beneficio fuera vitalicio, el ejecutivo enviaría iniciativa al Congreso del Estado. Pero su discurso fue incongruente, a los días se retractó de lo dicho.
Ahora se piensa que en la vorágine del encono se fraguó el propósito de regresar los policías municipales con el objetivo de crear problemas al alcalde panista, que hiciera el ridículo al instar desde la Fiscalía el paro laboral de los agentes devueltos con peticiones centrales como la conservación de pago del bono por ocho mil pesos y la vivienda, pero hay otras exigencias que han puesto a parir chayotes al doctor alcalde.
Los policías paristas se encuentran desde el miércoles 15 debidamente instalados en carpas, sillas, mesas, utensilios de cocina, cafeteras, abastecidos de agua en botellines y alimentos frente al edificio de la presidencia municipal, por la calle Puebla, interrumpido el tránsito vehicular en una manzana a la redonda. Amenazan con permanecer allí hasta que el lobo aparezca, cubiertos bajo el manto protector del Fiscal Veytia.
Lo raro es que en el movimiento de rebeldía participan 83 elementos, los otros 50 no han terminado de reincorporarse por compromisos con Veytia como con el gobernador Roberto Sandoval.
El ayuntamiento ha solicitado a los policías en paro la integración de una comisión para iniciar negociaciones, pero al parecer la petición no ha prosperado. Por su parte, diputados locales del PRD y PAN han propuesto en tribuna constituir mesa de diálogo en busca de un arreglo negociado.
Tal parece que al supremo interés ciudadano se interpondrá el capricho político de los mandatarios, nadie quiere ser menos que el otro. En su salud lo hallarán.
Comentarios