Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

El fetichismo del capital

Octavio Camelo Romero

07 de abril de 2015

Al empezar a leer el libro “El Capital en el siglo XXI” de Thomas  Piketty descubro una vieja idea, errónea por cierto, de considerar al capital como cosa que rinde ganancia o interés. Pero, si el capital es una cosa, ¿por qué rinde plusvalía? Más aún, ¿por qué es una cosa?

En este espacio hemos abordado en varias ocasiones el asunto de que el capital no es una cosa sino una relación social. Hemos puesto el famoso movimiento de D-M-D’ donde D’ representa al D desembolsado originalmente más un incremento del mismo, ∆D. Sin embargo el misterio para algunos economistas sigue siendo: ¿de dónde surge ese incremento de dinero? Carlos Marx desentraña ese misterio a partir de la teoría del valor trabajo y nos dice que surge tanto del proceso de producción como del proceso de circulación.

En cuanto a la producción de la plusvalía Marx nos dice que el capitalista encuentra en el mercado una mercancía especial, la fuerza de trabajo. Por fuerza de trabajo se concibe al conjunto de las facultades, habilidades y destrezas físicas y mentales del ser humano y que pone en movimiento cuando produce valores de uso. Como toda mercancía, la fuerza de trabajo tiene un valor y un valor de uso. El valor de uso de la fuerza de trabajo es la realización del trabajo concreto, es el trabajo vivo, sin embargo, conforme transcurre su realización está creando valor. Por lo tanto el valor de uso de la fuerza de trabajo es fuente de valor.

Por otra el valor de la fuerza de trabajo está determinado como en cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo necesario para su reproducción, dadas las condiciones históricas y sociales reinantes. Esto significa sencillamente que el valor de la fuerza de trabajo está determinado por el valor de los medios de vida necesarios y suficientes para su conservación y reproducción tanto como individuo como especie. Pero dada una determinada productividad del trabajo, la fuerza de trabajo tiene la peculiaridad de que puede generar más valor que el valor encerrado en los medios de vida necesarios para su mantenimiento y reproducción como especie. Una parte de la jornada laboral puede ser más que suficiente para reponer el valor de la fuerza de trabajo sin embargo eso no impide el hecho de seguir trabajando y por lo tanto, de seguir creando valor. De allí que el valor de la fuerza de trabajo y su valorización en el proceso laboral sean dos magnitudes diferentes. Queda claro que al trabajar, el obrero produce una mercancía en la cual se conserva el valor de los medios de producción consumidos y aparece un nuevo valor, un agregado. Una parte de este excedente repone el valor de la fuerza de trabajo y la otra parte conforma la plusvalía. Con ello se ha resuelto el misterio de la fuente de la plusvalía.

Con todo lo anterior se devela el carácter de explotación de la producción capitalista. El origen de la plusvalía es el trabajo realizado por encima del trabajo necesario para reproducir el valor de los medios de vida del trabajador asalariado y de su reproducción como especie. En otras palabras, la plusvalía encarna trabajo excedente no pagado, trabajo del que se apropia el capitalista. Inclusive, cumpliéndose la ley del mercado o el intercambio de equivalentes, el dinero se ha convertido en capital, se ha valorizado. Pero para su realización tiene que volver a la esfera de la circulación. Por lo tanto, no es la cosa, sea ésta máquina, materia prima, dinero, instalaciones, etc., la que genera una renta, sino son los seres humanos los que están empleando energía, músculos, nervios para generar su valar y el plusvalor. Aquí está la respuesta a la interrogante de Schumpeter.

Dado que los medios de producción sirven como instrumentos para absorber y extraer plustrabajo que se presenta bajo la forma de plusvalía, esa función aparece en la superficie del entendimiento como facultad de las cosas para producir plusvalía. Por eso, el capital, que expresa una cierta relación social aparece como cosa. De ahí el carácter fetichista de la relación capitalista la cual se manifiesta bajo la forma de una cosa que produce valor acrecentado. La idea de que la máquina, en cuanto cosa, genera la plusvalía, es una expresión de este fetichismo. Pero el fetichismo alcanza su punto más alto en el interés, o sea, en la forma del dinero que genera más dinero.

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