La hegemonía mundial y el neo fascismo
Octavio Camelo Romero
28 de enero de 2015
Según William I. Robinson, autor del libro “Una Teoría sobre el Capitalismo Global”, de la comprensión que se tenga del momento presente serán las actuaciones en el futuro, por eso tanto a él como a nosotros nos preocupa la manera en que se interprete a la sociedad contemporánea con todas y sus crisis. Pues de tal conceptualización dependerá no únicamente la propuesta de superación de la situación crítica sino también el tipo de la praxis política. Desde luego que es pertinente tal inquietud, pero de ella no se sigue que Robinson esté acertado en su modo de ver al capitalismo global.
En un primer acercamiento a la relación entre las contradicciones del capitalismo y la globalización, nuestro sociólogo norteamericano dice que “las contradicciones del capitalismo mundial se agravan por la globalización”, que “la globalización es causa de las crisis orgánicas del sistema”. Si viviera Feuerbach dijera que nuestro autor tiene invertidas las relaciones entre el sujeto y el predicado. Como ya lo hemos en este espacio, el capitalismo genera sus propias contradicciones y éstas hacen crisis. En el caso del capitalismo mundial o global como le dicen los sociólogos norteamericanos, éste genera contradicciones propias en todo el mundo y como es lógico, tales contradicciones entran en crisis en todo el planeta. Como el capitalismo mundial es una forma más desarrollada de valorización del capital, entonces de manera natural sus contradicciones y crisis propias son inéditas, no tienen precedente. Pero esto no significa que las contradicciones generales del capitalismo desaparezcan, antes bien, surgen otras nuevas y las viejas alcanzan otra dimensión.
En nuestro tiempo de dominio planetario por el capital, al lado de la adecuación normativa de una nación surge la necesidad objetiva de la desaparición de los Estados Nacionales y de la subordinación de todos los países a un único Estado Supranacional. Cada día será más clara esta exigencia. Hoy vemos con mayor frecuencia la intervención de los organismos internacionales en los asuntos internos de los países y la supeditación de los gobiernos nacionales a las exigencias de las instancias supranacionales. Y no puede ser de otra manera. El capital domina el mundo y por tanto sus intereses son los mismos en todos los rincones del mundo. Tal situación reclama la destrucción de las fronteras nacionales, la libre circulación por el mundo del capital y de las mercancías, la estandarización de conductas, de métodos productivos, de habilidades laborales, etc. Y sobre todo exige la integración de las economías nacionales en una economía mundial y el sometimiento de los estados nacionales a un estado supranacional. Por lo tanto se requiere de un instrumento jurídico que garantice en cualquier parte del planeta la salvaguarda de los intereses del capital, del capital en general y sobre todo del capital mundialmente dominante.
El capitalismo desde su nacimiento ha explotado irracionalmente a la Naturaleza e inhumanamente a los trabajadores asalariados. En la medida en que domina a la naturaleza en esa misma medida el capital degrada al obrero. Con mucha mayor razón lo hace hoy que domina a unificado al planeta en su dominio y que ha incorporado al conocimiento a las fuerzas productivas del capital. El único periodo en que se amortiguaron los excesos del capitalismo fue cuando existió el campo socialista encabezado por la URSS. Hoy al igual que Judas lo vendieron por unas monedas de oro.
Por eso llama poderosamente la atención el olvido de Putin de su pasado histórico y su ignorancia aparente del momento presente. En un acto en el Museo Judío de Moscú el presidente ruso recordó el 70 aniversario de la liberación por parte del ejército rojo del campo de concentración alemán de Auschwitz. Y aprovechó para expresar el peligro de una nueva aspiración de dominación mundial. En relación con Ucrania dijo: "El peligro de aspirar a la hegemonía mundial (...) se presenta con toda su fuerza en Ucrania del este, donde civiles son asesinados a sangre fría”… "Debemos defender juntos (...) el derecho de los países a seguir su propio camino de desarrollo". En fin.
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