Como músico, yo nací en los bares
Oscar González Bonilla
10 de Diciembre de 2024
(Al saber hoy, 9 de diciembre de 2017, del fallecimiento de Ricardo Durán Rodríguez, mejor conocido en el ambiente musical como Richard, quise honrar su memoria al volver a publicar esta entrevista realizada en su domicilio particular de Tepic, Nayarit, en noviembre de 2012).
“Me gusta tocar en los bares”, coloquial lenguaje usado en la conversación por Ricardo Durán Rodríguez, Richard, muchísimo mejor así conocido en el arte de la música de Nayarit. En contrasentido expresa su agrado al comprobar en carne propia que el órgano eléctrico, instrumentista del mismo, está en riesgo de desuso por la preferencia colectiva actual en otros ritmos interpretados con estridentes instrumentos de viento, música de banda.
La destreza manual de Richard sobre el teclado del órgano, estimula la expresión de sentimientos en el acogedor recinto del bar, abiertos y fijos los sentidos en el sonido instrumental de la melodía, razón que conduce al músico a manifestar su preferencia por tocar en los bares: “En esos lugares la gente se ambienta, se toma dos o tres copas y se acuerda de sus canciones; ahí ha transcurrido mi vida, además como músico yo nací en los bares”.
Richard se aferra a su dicho, aunque su expresión artística haya transitado por cafés, restaurantes, pianos-bar o fiestas particulares: “Yo nací en los bares”. Pero lo considera así, como punto de referencia, al llegar a Tepic en 1961 procedente de Guadalajara, Jalisco, donde en una escuela especial para invidentes fue cultivado como instrumentista de piano, pero por su capacidad fuera del orden común como ejecutante, paradójicamente a los 17 años que decide abrazar carrera profesional inicia tocando el bajo, siguieron los timbales y luego el piano. Corto tiempo lo hizo en “La Flor de Jalisco” y “Versalles”, en la llamada perla tapatía.
“TE AGARRAN A PEDRADAS…”
Rinde honor a la verdad al mencionar que fue Tepic, ciudad a la que arribó el tres de junio de 1961 con 20 años de edad, lugar donde desarrolló su vida como músico. Al paso de 51 años lamenta que los cambios de la moda musical afecten severamente el gusto de escuchar el órgano eléctrico. En sus propias palabras: “Desgraciadamente la música de órgano ya quieren acabarla, quieren acabar el órgano, pues. Son situaciones que está uno enfrentando, desgraciadamente; a la vuelta de 50 años, si llegas a una fiesta y tocas órgano, te agarran a pedradas, esa es la verdad”.
Admite que en la época actual “el órgano no es bien recibido”, por eso considera que su manifestación artística es mucho más apreciada en los bares, en un ambiente mucho más relajado y bohemio. Otro argumento base es la necesidad urgente de trabajar y “sacar para comer”, no importa el nivel en que se encuentre la categoría del bar, “el chiste es sacar para comer”.
En momentos actuales, Richard trabaja de planta en una cantina, “en un barecito chiquito”, donde la mayoría de los clientes son sus amigos, atentos lo escuchan, le piden canciones, “y por supuesto me las pagan, porque no les perdono”. Dice que el bar se llama “El Obrero”, ‘es una cantina a la que tu papá (de quien esto escribe, Donaciano González “Shanghái”) me llevó por primera vez, por cierto, a curármela. Ahí me llevó tu papá, pero a la vuelta de 50 años ha cambiado mucho, y ahí estoy, en las tardes un ratito, porque no creas que estoy mucho, unas dos horas cuando mucho, a mis casi 72 años pues ya…
Su nacimiento musical en los bares hizo que Richard tuviera a lo largo de cincuenta años contacto permanente con este tipo de centros de libación, entonces pregunto si tuvo adicción a la bebida alcohólica. “Sí, bastante, yo tomé mucho, pero de repente dejé de tomar, dejé de fumar…o sea, me apacigüe de repente. Yo no anduve con doble A (Alcohólicos Anónimos), ni triple A, ni nada de eso, yo no, automáticamente me retiré del chupe y de todo” ¿Hace cuánto tiempo? “Nooo, pues fíjate que me empecé a retirar el día que nació mi última niña, acaba de cumplir treinta años. A partir de ese momento me fui retirando, retirando, retirando hasta que me retiré. Ya no tomo ni una copa”.
GUADALAJAREÑO DE NACIMIENTO, TEPIQUEÑO POR DECISIÓN
Ricardo Durán Rodríguez nació en Guadalajara, Jalisco, el 20 de febrero de 1941. Es el primogénito del matrimonio que formaron Juan Durán y Hermelinda Rodríguez, él hortelano y ella dama de hogar. De siete hijos, invidente Richard salió del vientre de la madre, por tanto, debió ser ingresado a una escuela especial para realizar educación básica. Cursó estudios de Periodismo, pero finalmente con base en la agudización de sus sentidos se especializó en la ejecución de piano.
Después de un relampagueante paso artístico por Guadalajara decide venir a Tepic al aceptar invitación que le hiciera su amigo don Jesús Cortez y Barbosa (+), también invidente, quien en aquella época era en Nayarit importante concesionario de cinco radiodifusoras, XEOO la más emblemática de ellas con asiento en la capital del Estado. Llegó para quedarse el tres de junio de 1961, “porque quería abrirme paso en la vida, además no me sentía bien en Guadalajara”. Don Jesús le consiguió trabajo como pianista en un restaurante propiedad de Rafael Chalita, ubicado por la calle Lerdo, en el edificio de lo que ahora es el hotel San Jorge.
Allí ocurrió un suceso que lo marcaría para el resto de su vida. Cuenta que como pianista del restorán Chalita conoció a músicos locales que por las noches tenían al lugar como centro de reunión “para hacer la polla”. Fue allí donde, dice, conoció al “Shanghái” (Donaciano González González), al “Bigotes” (Salvador Sánchez) a Chito, el del trío “Los Circones”, y a muchos más. En ese ínter fue cuando al “Bigotes” se le ocurrió hacer un nuevo grupo musical e invitó a Richard a participar. Se pusieron de acuerdo y también convidaron a “Shanghái”, por esos tiempos baterista de orquesta “La Moderna”. Asiduo visitante del restorán Chalita, “lo empezamos a invitar, invitar, invitar, total que cayó. Se vino con nosotros. Ya éramos tres: Shanghái, el Bigotes y yo. Yo tocaba acordeón, Shanghái la batería y el Bigotes la guitarra”.
Durante meses los tres se dedicaron a la güipa, es decir, ir de un lugar a otro en busca de clientes con gusto por la música en vivo, aunque Richard hace uso de la expresión talonear, muy guadalajareña, en cambio la primera es palabra acuñada por músicos tepiqueños, ni siquiera en parte de Nayarit se sabe la utilicen, menos en alguna entidad del país. El origen semántico del vocablo la güipa es desconocido.
Al tiempo, por invitación se incorpora al grupo el cantante Pablo González (+), quien después de una corta temporada de meses decide, por cuestiones propiamente personales, separarse. Es cuando optaron por solicitar la integración de Gabriel Ramos, oriundo de Jala, saxofonista, “un musicazo” de grandes dotes, además de gran ejecutante era un buen arreglista, le escribía música al mismo Cruz Lizárraga, director de la sinaloense banda de El Recodo. Con la llegada de Gabriel Ramos el equipo se consolidó, de tal manera que el estudio de nuevas melodías fue constante, casi diario estaban metidos en el cuarto de ensayo. Los obligaba estar al día los arreglos musicales que el propio jaleño escribía para el conjunto aún sin nombre específico.
ROBERTO MONDRAGÓN LOS BAUTIZÓ
A propósito, Richard explica que durante los primeros meses de haber llegado a Tepic hizo amistad con Roberto Mondragón González (+), hijo de Tomás Mondragón (+) concesionario de la radiodifusora XERK, quien al paso del tiempo lo invitó a participar musicalmente en un aniversario de la radio que se ubicaba en los altos de un edificio, adyacente a Catedral, por la avenida México. El elenco se componía de artistas, cantantes y grupos, foráneos y locales. En plena transmisión para conmemorar ese día, en turno de participación el conjunto de Richard, el locutor Roberto Mondragón pedía el nombre de cómo los presentaría. Cómo los presento, cómo los presento, repetía. De repente se le prende el foco y sin más ni más dice: “Los Satélites”. ‘A él debemos el nombre, a Roberto lo recuerdo con gratitud, tuvimos una excelente relación de amistad. En ese programa realmente nacieron Los Satélites’.
ERAN MUSICAZOS, DE ELLOS APRENDÍ
Reconoce Richard haber aprendido mucho al lado de tres talentosos músicos. “Shanghái”, “Bigotes” y Gabriel Ramos, dice él, “eran musicazos”. Con ellos se enseñó a acompañar cantantes, a colear e infinidad de “secretos” de ejecución musical. En la práctica realmente fue su aprendizaje, “pues tú sabes que de la escuela sale uno con otro rollo, para mí, ellos fueron mi escuela; mi vida de músico la hice aquí en Tepic”. En esa época Ricardo Durán tenía escasamente 21 años, inició en “Los Satélites” tocando acordeón, enseguida piano eléctrico y después órgano, “compramos un teclado muy diferente a los que hoy se usan”. Era el más joven del grupo, los demás le llevaban hasta 20 años de ventaja. Tiempo después se incorporó al grupo en el sax Nicasio Ramos, sobrino de don Gabriel.
“Los Satélites” tuvieron maravillosa aceptación en Nayarit, el flujo sonoro y bien acompasado del conjunto logró preferencia entre los amantes a la buena música. La manifestación artística de los grandes ejecutantes causaba agradable entretenimiento y excelente ambientación, aunque Richard atribuye el éxito a la escasa presencia en Tepic, hace 50 años, de grupos de calidad, seguramente ello también contribuyó. Desafortunadamente “Los Satélites” no hicieron grabación alguna, no hubo quien los promoviera hacia ese camino.
Sin embargo, Richard confiesa que todo el mundo los conoció. Tan sólo por citar un ejemplo que en el momento de la entrevista en su casa de la colonia Gobernadores le viene a la mente, dice que tuvieron pegue y fueron muy conocidos entre muchachos estudiantes, “todavía nos recuerdan Cota (tengo certeza de que se refiere al actual senador Manuel Humberto), los hermanos Chacón” y otros que no recordó sus nombres o apellidos. “Por cierto, ni nos pagaban los sinvergüenzas, a la hora de la cooperacha para la música se hacían los desentendidos. Ahora que me encuentro a alguno de ellos le digo que me debe una lana desde hace 50 años, pero en verdad aquella época era de buen ambiente y suma cordialidad”.
PUERTO VALLARTA, TESTIGO DE SU CALIDAD ARTÍSTICA
Bajo su tutela, él se encargaba de firmar contratos, el conjunto se desplazó por los diecinueve diferentes municipios de Nayarit, con mayor presencia en la zona norte y más incidencia en poblaciones del municipio de Santiago Ixcuintla para amenizar bailes y fiestas privadas. Puerto Vallarta, Jalisco, también supo de su calidad de músicos. Calcula Richard que entre los años 1965 a 1969 “Los Satélites” estuvieron trabajando bajo contrato en el hotel Tropicana, en la playa Los Muertos, alrededor de diez meses. El recuerdo es que, para llegar a aquel centro turístico de gran auge en esos años, en transporte deberían transcurrir casi doce horas. De Tepic había que transbordar en Compostela, entonces transitar cientos de kilómetros por mal terracería y demorar por la ponchadura de alguna de las llantas del camión de línea, que era cosa común.
Como a los diez años de empezar el grupo, Richard dejó “Los Satélites” (‘porque me quise independizar, aunque hubo mucha incomodidad de mis compañeros, me salí’) para ir como solista a trabajar a un restaurante que en el centro de la ciudad había abierto Roberto’s (Roberto Ramírez de la Paz). Desde entonces ha trabajado por su cuenta en muchos y muy variados lugares de Tepic, el recuerdo más apetecible es el del Beachcomber, donde permaneció en dos épocas largos siete años para ambientar con música de órgano aquel lugar de categoría ubicado en avenida Insurgentes y Durango.
A la salida de Richard, “Los Satélites” integraron nuevos elementos y continuaron con su música alrededor de quince años más. Con base en la contabilidad de Ricardo Durán el conjunto cubrió una época calculada en más de 25 años, durante la cual la ciudad de Tepic y sus habitantes gozaron de un ambiente social maravilloso, fausto, pacífico y sin los sobresaltos causa la inseguridad pública.
Ricardo Durán Rodríguez es quien aún permanece con vida de aquellos integrantes del glorioso conjunto musical “Los Satélites”. Murieron el baterista Donaciano González González “Shanghái”, el guitarrista Salvador Sánchez “Bigotes” y el saxofonista y tecladista Gabriel Ramos, pero además dejó de existir el saxofonista Nicasio Ramos.
Comentarios