Necesidad mutua entre empresarios y la clase trabajadora
Sergio Mejía Cano
24 de noviembre de 2020
Tanto como candidato, así como presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), machacó y sigue machacando en contra de la corrupción, como algo que trae muy asentado en su mente. A cada pregunta que se le hacía siendo candidato a la Presidencia de la República, en cuanto a qué sería su prioridad en caso de llegar a alcanzar su anhelo de ocupar la silla presidencial, de inmediato respondía que sería atacar la corrupción; y por lo visto, es en lo que más ha enfocado sus baterías ahora que es Presidente de la República.
Sin embargo, ahora también está quedando claro que hay algo más que la corrupción que lo inquieta, y esto es que también trae en la mira a los intermediarios en todos los aspectos; y claro, porque se podría decir que la intermediación y la corrupción están ligados en cierta forma una con la otra.
Quitó a los intermediarios de las guarderías, de las casas para la protección de la mujer y, obviamente, atacó de lleno a los fideicomisos por ser considerados los principales intermediarios en varios rubros; ¿y todo por qué? Pues por la opacidad con que se manejaron a lo largo de los años esos fideicomisos prácticamente sin rendir cuentas claras y, de acuerdo a lo que se ha documentad en algunos medios informativos, enriqueciendo nada más a varios de los que manejaban esos fideicomisos.
Y si bien, AMLO trae asentados a los intermediarios, desde luego que no podrían faltar en su mira las empresas de subcontratación laboral, esas empresas también conocidas como “outsourcing”. Por lo que ha lanzado una iniciativa de ley para regular a estas empresas a las que se les ha ligado con violaciones a la Ley Federal del Trabajo, así como a la Hacienda Pública, pero desde luego, todo en detrimento de la clase trabajadora, porque se ha comprobado que infinidad de trabajadores subcontratados, han quedado en completo abandono en cuanto a prestaciones laborales de ley y, desde luego, desamparados de la seguridad social.
Así que de inmediato, en cuanto se dio a conocer esta nueva iniciativa de ley para regular a las empresas de subcontratación, hubo quienes pusieron el grito en el cielo, principalmente esas empresas que estaban siendo beneficiadas al estar siendo liberadas de la carga nominal y sin tener ninguna responsabilidad ni obligación con gran parte del personal a su servicio; pero que en realidad pertenecían a la empresa de subcontratación.
Queda claro que quienes se oponen a que se regule el outsourcing, están a favor prácticamente de la esclavitud o que no les interesa en absoluto la explotación de la clase trabajadora, siempre y cuando les resulte benéfico, y sin importarles en lo más mínimo lo que le pase a los trabajadores.
Ahora hay algunos empresarios que alegan que si se regulan las empresas de subcontratación, el desempleo se agudizará; sin embargo, habrían de tomar en cuenta quienes ahora se asustan de que posiblemente los meterán en cintura para cumplir con las leyes laborales, que el mentado outsourcing, antes no existía, y que desempleo siempre ha habido y, que algunos empresarios se han aprovechado del hambre de los trabajadores que, con tal de tener algo que llevar a sus casas se ven obligados a laborar sin que se les den las prestaciones de ley y seguridad social, y que precisamente por lo mismo de no quedarse aunque sea con un salario magro, pero casi seguro, tienen que soportar trabajar prácticamente fuera de la ley.
Cierta vez leí u oí decir a alguien, que tanto los empresarios como los trabajadores se necesitan mutuamente y, si se oía decir a un empresario que no ocupaba de la mano de obra y que si daba trabajo era por hacer un tipo de favor. Tal vez pensaba en la tecnología que ha desplazado mucha mano de obra; sin embargo, habría de tomar en cuenta ese empresario que se creía hermana de la caridad, que siempre habrá necesidad de quién enchufe las máquinas y quién haga la limpieza a su alrededor. Y que en todo caso, si los trabajadores que ocupara un empresario, por pocos que fueran no le quisieran trabajar a menos de tener que pagarles determinado salario, quien perdería sería desde luego el empresario y no el trabajador, en el entendido de que por más precaria que sea la situación de la clase trabajadora, ésta no desaparecería ni se moriría de hambre. Y un empresario sin trabajadores, iría irremediablemente a la quiebra, así que de ahí, la necesidad mutua de empresarios y trabajadores.
El pobre, lo único que tiene para vender es su fuerza de trabajo, y si la malbarata, pues allá él.
Sea pues. Vale.
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