Por injusticias, es férreo defensor de derechos humanos
Oscar González Bonilla
21 de octubre de 2020
Concertada la cita con días de anticipación pensé en realizar entrevista de semblanza y dejar para mejor ocasión el fundamental trabajo del presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos para el Estado de Nayarit.
Antes de que él narrara la historia de su vida, tuve la idea de primero darle a saber mi trayectoria periodística con el sano propósito de que mejor me conociera y al mismo tiempo entrara en confianza. Sería la primera vez que platicáramos frente a frente en calidad de servidor público y reportero.
Acompañado por el secretario, al ingresar en su oficina vi que de impulso abandonó su asiento para con efusivo abrazo recibir al visitante. “Me da gusto que haya venido”, medio escuché que me dijo. Me ofreció asiento y en el acto él regresó al suyo. De frente, escritorio de por medio, me miró, y luego espetó:
-¿No me conoce?
Observé fijamente su rostro.
-No, contesté.
-Fui su vecino. Conozco a sus hijas y a su esposa.
Aunque abiertamente no lo dijo, me dio a entender que también a mí me conocía, que sabía de mi trabajo en los medios de comunicación de nuestra localidad.
Maximino Muñoz de la Cruz relató haber conocido a mis familiares como integrante del coro del templo católico Santo Niño, ubicado en linderos de las colonias Infonavit “El Mirador” y Pancho Villa, en Tepic. En este último sitio el joven funcionario vivió algunos años. Además causó gozo enterar que buen tiempo tuvo noviazgo con muchacha vecina del barrio nuestro.
Una vez repuesto de la sorpresa, le pedí entráramos en materia.
-Decidí por la entrevista de semblanza porque algunos enterados alegan es insólito que un indígena…huichol por primera vez ocupe el cargo de tan alta responsabilidad, le señalé.
-Wirrárika, asentó.
Comenzó su dicho:
“Yo nací en Pochotitán, pueblo cercano a Tepic, porque mi madre tuvo necesidad de dar a luz en ese pueblo. Fue el 8 de junio de 1979. Mis padres, ambos, fueron maestros rurales en educación indígena, en ese tiempo daban clases en la sierra. Durante muchos años impartieron enseñanza de comunidad en comunidad.
“Muy cerca del inicio de la década de los ochentas, había pocas escuelas, sobre todo en comunidades indígenas del municipio Del Nayar, por tanto la educación no era amplia, llegaba hasta primaria. Habría que salir de la zona para cursar estudios de secundaria.
-¿Cómo se llaman sus padres?
-Mi papá, que en paz descanse, se llamó Venancio Muñoz Carrillo, y mi mamá, que todavía la tengo, es Ausencia de la Cruz González. Fueron de los primeros maestros indígenas en la sierra de Nayarit, por tanto llegado el debido tiempo alcanzaron su jubilación.
Fue decisión de ellos que infante Máximo fuera a su natal Pochotitán a realizar su educación primaria al tomar en cuenta que en el lugar podía cursar estudios de secundaria a través de telesecundaria, pero no sucedió así.
“Como mis padres no me podían llevar con ellos a la sierra, tampoco dejarme en Tepic porque no teníamos familiares, al terminar sexto año de primaria me trasladan a un internado: escuela secundaria técnica “Benito Juárez” de Xalisco. Internado allí durante tres años hice la secundaria.
“En ese ínter mis padres compraron una casita en la colonia “Francisco Villa” de Tepic. Seguramente advirtieron que sus hijos deberían seguir estudiando. Ya teniendo un lugar para residir, me inscribo en la Preparatoria Número Uno de la Universidad Autónoma de Nayarit.
Maximino dice ser el primogénito, enseguida vienen tres hermanos: Ana Gabriela, Roberto Carlos y Alma Yesenia, todos Muñoz de la Cruz.
Ser delegada sindical permitió a su mamá Ausencia de la Cruz instalarse en Tepic con el fin de desempeñar con atingencia el cargo, lo cual hizo por espacio de casi tres años, situación suficiente para que los hijos también vinieran a residir a la ciudad. Enseguida la maestra regresó a zona de la sierra, mientras que el profesor Venancio Muñoz logró plaza en Francisco I. Madero (Puga). “De cierta manera, ya estuvimos bajo la tutela de nuestros padres”.
“Termino la Preparatoria y decido entonces ingresar a la Facultad de Derecho en la UAN. La determinación de estudiar la carrera de Leyes se dio por dos o tres motivos: uno, la presencia en ella de buenos maestros en el tema que me dieron clases en la Prepa Uno, a los que recuerdo con mucho cariño, Rafael Pérez Cárdenas y Luis Ignacio Bañuelos (qepd); y otro motivo muy personal fue haber vivido, desde el interior del Penal “Venustiano Carranza” de Tepic, el motín de reos en diciembre de 1988, el zorrazo mentado.
Describe acción de los elementos del ejército contra habitantes de comunidad de la sierra. La mayoría de ellos huye al cerro, pero su abuelo, el papá de su papá, de 70 años de edad y con escaso conocimiento del idioma español, fue apresado por los soldados bajo el baladí argumento de que en su vehículo habían encontrado mariguana.
“Se trajeron a mi abuelito para recluirlo en el CERESO. Y en una de las múltiples visitas que le hicimos, precisamente día de visita, en el interior del penal nos toca el zorrazo. Pasamos la noche y al siguiente día nos sacaron. Imagine la experiencia a los nueve años de edad que yo tenía. Me correspondió ver violencia, ver muertos.
“La injusticia de ver a mi abuelo encarcelado y observar en la penitenciaría el uso de la fuerza física e innecesaria utilización de las armas, eso quizá marcó un poco mi vida, sentí algo, sentí algo. También esto considero fue motivo que me empujó a estudiar la carrera de Leyes.
Con esfuerzo, porque estudiaba y trabajaba a la par. Considera que cinco años de la carrera fueron complicados, causa a que la economía familiar no era boyante. Finalmente en 2002, Maximino Muñoz de la Cruz recibe su acreditación como abogado por la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Nayarit. Es generación 1997-2002. Fungía como director Ismael Hermosillo Hernández (qepd), mientras que de rector Francisco Javier Castellón Fonseca.
“Fue una etapa muy buena que disfruté a pesar de las limitaciones. Durante el camino de estudio profesional conocí a grandes maestros, extraordinarios juristas, que bastante influyeron en mi formación y motivación para continuar con mi preparación: Alfonso Nambo Cervantes (qepd), Agustín Donjuán de la Peña, Ramón Toris Arias (qepd), Lourdes Yerena, Gonzalo Macías Carlo y muchos más.
Entra una llamada a su teléfono celular que permanece sobre el escritorio. Interrumpe la conversación para contestar, gira el sillón y lo hace de espalda hacia mí.
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