La moralización de la política y del estado va en serio
Octavio Camelo Romero
14 de agosto de 2020
En el primer semestre del año 2019, abordamos el tema de la moralización de la vida sociopolítica de la sociedad, y de la moralización que el Presidente López Obrador intentaría establecer a la política y a la función pública. En ese entonces dijimos que en su acepción más amplia, “Moral es el conjunto de creencias, costumbres, valores y normas que sustentan las conductas y prácticas de las personas que viven en una cierta comunidad o sociedad”. En este sentido las diversas comunidades que viven en una sociedad, tienen además de moral social, sus morales grupales. Pero además, la moral obedece a las condiciones de vida de dichas comunidades y/o sociedades y, correspondientemente a ciertos contextos históricos.
Por eso cada época de la humanidad y cada segmento social tiene su moral. Por lo mismo se puede decir que dada la diversidad de segmentos sociales, existe una diversidad de morales particulares sin desconocer la existencia de rasgos comunes entre ellas y de la existencia de la moral correspondiente toda la sociedad.
En este sentido, y haciendo alusión a las décadas de los años 60 y 70 del siglo pasado, se habló de la moral de la Revolución Mexicana. Posteriormente y hasta nuestros días se aludió a la moral del neoliberalismo. Y con el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador se habla de la nueva moral sustentada en la no-corrupción, en la transparencia, en la no-impunidad, etc.
Ante esta realidad de la pluralidad de morales y de sus correspondientes conductas, algunos segmentos sociales incrustados en el aparato del Estado Mexicano, entrarán necesariamente en conflicto con otros segmentos. Y de manera lógica se dará una lucha ideológica-política entre ellos y contra los representantes de las viejas morales. Y desde luego que quienes no comulguen con la nueva moral lópezobradorista se apartarán del gobierno como ha estado sucediendo y se unirán a las huestes de la vieja moral.
Sin embargo, el Presidente López Obrador ha sido muy puntual en señalar que su Gobierno no solapará la corrupción de quienes incurrieron en esos actos, ni permitirá la impunidad. Pero ha sido muy preciso en señalar que todo se hará conforme a la Ley.
Recientemente el exdirector de Pemex, extraditado de España y acusado de varios delitos vinculados a actos de corrupción, en su defensa y como pruebas de descargo, ha involucrado a algunos políticos de los partidos, a diputados y senadores del Congreso de la Unión, a funcionarios de las pasadas administraciones federales y a dos expresidentes de la República. Esto ha obligado al Presidente López Obrador a declarar que todos los señalados están obligados a comparecer ante la autoridad a esclarecer su actuación delictiva señalada. La moralización va en serio. En fin.
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