Hacia dónde se dirige México con el presidente López Obrador
Octavio Camelo Romero
03 de agosto de 2020
A raíz de la creación de la “distribuidora de medicamentos” del Gobierno de la República, se revivió una vieja discusión sobre el “rumbo político-económico del Estado Mexicano”. Conglomerados como TV-Azteca, que se creía entendían a la perfección la política del actual gobierno, resurgieron, en forma crítica, la discusión sobre la “funciones esenciales” del Estado y se lanzaron contra el Gobierno de López Obrador. Lo cual nos permite volver a esa temática, por demás nauseabunda, del esclarecimiento a los “intelectuales orgánicos” de las leyes socioeconómicas del desarrollo del capitalismo. Si tales intelectuales no dejan su literatura vulgar y se ponen a estudiar la “ciencia económica”, nunca van a comprender al sistema al cual sirven.
Para comenzar, la creación de la distribuidora de medicamentos por parte del Gobierno de la República, en ningún momento representa un retroceso histórico, un volver a la década de los años 60-70 del México de la Revolución Mexicana. Ojala y se pudiera retroceder en el tiempo y en el desarrollo, pues fue la época en que el salario tenía una extraordinaria capacidad adquisitiva y la economía crecía de manera sostenida entre el 6 – 8 por ciento. Cuánta razón tuvo López Portillo al decir que él era el último Presidente de la Revolución Mexicana. Porque desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto se entronizó el neoliberalismo, se desmanteló al viejo Estado Mexicano y en su lugar se creó el Estado Neoliberal que trajo desocupación, pérdida de la capacidad adquisitiva del salario y de la moneda, desigualdad social, miseria y por si fuera poco, corrupción desde las altas esferas de Gobierno hasta los más modestos puestos públicos. Moralizar la vida pública no es un asunto sencillo, pues en la corrupción hecha gobierno, han estado involucrados funcionarios gubernamentales, legisladores, integrantes del aparato judicial, dirigentes de los partidos políticos y hasta ciudadanos; la moralización del Estado Mexicano ha sido uno de los grandes retos del Presidente López Obrador. El otro gran reto es la desaparición de la “Desigualdad social”.
En medio de esas dos grandes dimensiones se localizan varias acciones de gobierno como son la lucha por acabar con la corrupción en todas sus facetas, desde la “delincuencia organizada” hasta el robo a “transeúntes”; la lucha por elevar el nivel de bienestar de la población, desde la pensión a adultos mayores, pasando por las becas hasta la elevación de la capacidad adquisitiva del salario. La pregunta es: ¿En dónde se inscribe la creación de la distribuidora de medicamentos? Exactamente en las dos dimensiones: Con esta distribuidora se acaba la corrupción de funcionarios y laboratorios y, a la vez, se abaratan los medicamentos y se abastecen los requerimientos del Sector Salud para el bienestar del Pueblo.
Andrés Manuel trata de amortiguar la contradicción del capitalismo entre opulencia e indigencia. Su humanismo lo conduce a misiones imposibles. Desde la antigua Unión Soviética los ingleses con Keynes trataron de presentar un capitalismo humanista, bondadoso con un Estado de Bienestar. El Presidente López Obrador se mueve en ese esquema. Claro que un símil de este esquema lo tenemos en China, país que en época de recesión mundial crece al 6 por ciento. Y el país asiático no vive en el pasado, antes bien, en el presente y en el futuro. Por eso los detractores del Gobierno de México más bien están en las catacumbas que no entienden el tiempo que estamos viviendo. En fin.
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