Cómo los rumores podrían dañar a las mentes más débiles
Sergio Mejía Cano
30 de junio de 2020
Al estar haciendo énfasis las autoridades de salud, tachando a las personas que por algún motivo muy personal tienen que andar en las calles de la ciudad, como irresponsables, tácitamente para algunos sectores de la sociedad pareciera que les están diciendo que esa gente es portadora del coronavirus y que podrían estar contagiando a las personas que se cruzan en su camino. Y toda esta satanización en contra de quienes, por necesidad o no, se ven el viacrucis de tener que salir de sus hogares, ha estado provocando agresiones o mínimo ofensas.
¿De qué privilegios gozarán los que señalan a otros como posibles contagiosos? Los efectos de la alarma que se ha puesto debido al también llamado covid-19, se dan porque siguen las agresiones en contra del personal médico, e incluso hasta de hospitales que han recibido amenazas de prenderles fuego, y al parecer al menos uno de los hospitales ya sufrió algunos daños, pero todo esto es posiblemente por el escaso cerebro de quienes no respetan a médicos y enfermeras de ambos sexos y no reconocen su enorme sacrificio que han estado haciendo a lo largo de todo este periodo en que nos ha sumido la supuesta pandemia.
Hay personas que no consideran o tienen en cuenta de que a ellas no les va a ocurrir nada y que jamás llegarán a ocupar los servicios de un hospital y por ende de su personal, no nada más de médicos y enfermeras, sino hasta de camilleros y personal de intendencia en determinado caso.
Y precisamente debido a lo alarmista de la información en cuanto a advertencias de seguridad personal, que por cierto, podría no estar por demás, hay gente que ve en los demás a enemigos potenciales que les harán daño con tan solo voltearlos a ver. Se podría decir que la gente que censura a los que tienen que andar en la calle es nada más la que tiene los medios económicos para permanecer encerrados en sus casas; pero no, también se ha visto a personas de escasos recursos que posiblemente se van con la finta y atacan a los demás, tal y como si estuvieran zafos de todo mal y que no toman en cuenta que en la casa del jabonero el que no cae, resbala, y a veces esos resbalones son los peores; tal y como se informó en su momento de un señor que había amenazado con quemar un hospital y que paradójicamente, se dijo posteriormente que había muerto de coronavirus.
Y respecto a la gente que se va con los rumores, tomándolos como ciertos y evidentes, aunque no sean ciertos, ahora habrá que aunarle el hecho de las noticias muchas de las veces falsas en cuanto al supuesto daño que podrían traer las próximas vacunas, de cualquier tipo, tal y como se dijo en su momento que en varios pueblos étnicos del país estaban esterilizando a las mujeres de determinada nación indígena, rumor que salta de vez en cuando, sobre todo si hay campañas de vacunación.
Y ahora, en cuanto se diga que ya hay una vacuna para contrarrestar el covid-19, no faltarán los que comiencen a subir a las redes que esa vacuna contiene un chip que se introducirá en nuestro cuerpo para poder controlarnos mejor; esto ha comenzado en parte mediante algunos videos que afirman que las nuevas torres de la tecnología “5-G” son para controlarnos mentalmente y poder manipularnos al antojo; algo por supuesto incongruente, porque los humanos pertenecemos al reino animal, así que si esto fuera cierto, entonces ¿qué con las demás especies que habitan el planeta? ¿También las podrán controlar?
Allá por los años 60 del siglo pasado fue cuando oí por primera vez, a nivel familiar y vecinal, que a los viejitos les estaban dando “su agüita” en el Sector Salud, por lo que mucha gente recomendaba a sus adultos mayores no acudir a ningún tipo de consulta médica. Y a finales de los años 70, pero ya a nivel laboral, se volvió a oír un rumor similar entre los trabajadores del ferrocarril. Y para acabarla de amolar, a finales de los 80 y principios de los 90, el ferrocarril les dio un pavo congelado a sus trabajadores durante tres navidades; sin embargo, no faltó la raza vaga que corrió el rumor de que dichos pavos estaban envenenados, sobre todo para los ancianos. Y se dio el caso de que al menos dos jubilados del ferrocarril, en cuanto recibieron sus respectivos pavos, fueron a tirarlos a las puertas de la Superintendencia en la estación del ferrocarril en Mazatlán, porque dizque con esos pavos los querían matar. Desde luego que hubo otros compañeros que recogieron esos pavos y así disfrutaron cenando pavo
la noche buena y recibieron el año nuevo.
Sea pues. Vale.
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