“Nueva normalidad”, gobiernos renovados

El abrupto cambio que introdujo la pandemia del Covid-19 en la dinámica social del planeta, con los respectivos efectos según las particularidades de cada país y localidad, supuso a su vez un vuelco en las reglas del escenario político-gubernamental, y en consecuencia, ya no es factible en lo absoluto seguir ejerciendo los mismos esquemas en la denominada “nueva normalidad”.

La actuación de las autoridades debe ir acorde sin duda a los desafíos de tal realidad: con la adopción de renovados mecanismos de comunicación, de coparticipación responsable y recíproca, de justicia, legalidad y paz en un marco de autoridad moral en todos los hechos, de parte de cada integrante del engranaje, y así poder solicitar entonces con la frente en alto y la firmeza correspondiente, la adhesión y el debido respeto popular; so pena de ser rebasados con alto costo en el orden institucional y el Estado de Derecho, y más aún, en un efecto “boomerang”, volverse autores de su propia destrucción.

Si bien lo anterior siempre ha sido el ideal de una gobernanza eficaz, también es cierto que hubo manera de que la deshonestidad y la manipulación apolítica del poder, produjeran cómodamente artificios para evadir la ley, el compromiso juramentado de “cumplir y hacer cumplir la Constitución”, y fomentar el bien colectivo, a efecto de dar paso al tradicional y sectario reino de excentricidades, intereses particulares y ganancias exclusivas e ilícitas para un reducido círculo de amigos, compadres, corifeos y cortesanos. En consecuencia, de manera por demás paradójica pareciera que dentro del daño terrible que ha ocasionado la pandemia a la sociedad, se puede rescatar acaso el haber roto paradigmas e inaugurado un nuevo ciclo, donde los viejos vicios y fardos descritos, ya no caben, y su necia práctica, generará reacciones contraproducentes casi de forma inmediata.

Los severos disturbios sociales que provocó los últimos días la muerte de un hombre afroamericano en Estados Unidos, que, según testimonios difundidos en video e imágenes, se debió a brutalidad policiaca cargada de racismo: policías blancos como los responsables, no es más que la muestra fehaciente de lo que constituyen estereotipos o patrones comportamentales que es imprescindible abolir por completo, o en su defecto, evitar al máximo que agentes oscuros sabedores de las nuevas reglas, se aprovechen y siembren caos, a fin de garantizar renovación desde las entrañas mismas del sistema gubernamental, con una robustecida capacidad de respuesta inteligente que capta, analiza y prevé cualquier reacción inusual que amenace la paz, la integridad física y la vida de los ciudadanos. Casualmente tales circunstancias se reprodujeron en México, tan solo con pocos días de diferencia en el Municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco, cuando, de acuerdo también a testimonios extraoficiales, policías le arrebataron la vida a un albañil, “por no usar cubrebocas”. Es un hecho innegable que la actuación policial, no siempre ha podido sustraerse de casos negativos de abusos y excesos, sin embargo, a la luz de la “nueva normalidad”, se volvieron un elemento totalmente incompatible, y cada vez que se presenten, abrirán paso a una serie escalonada de reacciones imprevisibles.

¿Qué tan lejos pues, se estará de una gobernanza -en todos los niveles y filiaciones partidistas-, que consume su renovación y esté preparada de veras con hechos de probada eficacia para salir avante en esta “nueva realidad”? Por ahora, justo es decirlo, es lamentable observar a aspirantes de todos los colores -con honrosas excepciones-, de cara a las elecciones del próximo 2021, en lo que respecta a Nayarit  y en lo que se ha podido apreciar a nivel nacional, con un trajinar errante, fuera de todo lugar, tiempo y circunstancia, aferrados a desfasados y trasnochados métodos de “persuasión (de la ruindad mezquina de las promesas fáciles y el egoísmo miserable de retener y recibir gratis)”, si a eso se le puede llamar persuasión, para que se les conozca como los mejores perfiles, y la gente se vuelque en las urnas, llegado el momento. No se alcanza a entender que se vive una nueva etapa, donde la vida, la salud y la corresponsabilidad, al igual que su subsistencia misma, como elementos primordiales, se tendrán que propugnar como prioridad con estrategias totalmente diferentes. ¿Qué nuevo sistema vendrá, qué acuerdo está en gestación desde el plano mundial para cubrir la presente emergencia y asegurar el éxito sin mayores bajas? Ya lo sabremos.