Y nos encontramos a Colosio
Francisco Javier Castellón Fonseca
06 de junio de 2020
Con mucho cariño a Francisco Alberto Rivera Domínguez, colosista de corazón.
Era la noche el 4 de marzo del 94. Habíamos estado trabajando en la oficina de la rectoría hasta bien entrada la tarde. Como siempre pasaba, la agenda del rector Alberto Rivera se había prolongado. Unas horas antes, cuando llegó a la oficina me había dicho, emocionado, que iríamos al mitin de Luis Donaldo Colosio en la Concha Acústica de la Loma y que su visita a Tepic había creado una gran expectativa.
Alberto se sentía plenamente identificado con el candidato presidencial del PRI. Sonorense como él, había seguido sus pasos desde que este había sido el presidente nacional de su partido y siempre declaró su simpatía por él. Cuando el presidente Salinas declaró a Sonora "Tierra de triunfadores" en una fecha anterior a la decisión, no le quedó ninguna duda. "Colosio será el candidato" me dijo en una de nuestras prolongadas pláticas. Verdaderamente, estaba muy entusiasmado.
Por la salida tarde de la oficina y el tremendo tráfico provocado por los vehículos de los asistentes al mitin llegamos tarde al evento de La Loma. En el mismo momento que, junto con Raymundo Arvizu, arribábamos a la Concha Acústica, el conductor anunciaba la participación del candidato y la multitud estallaba en una ovación que a mi me pareció muy auténtica, sobre todo por un numeroso grupo de mujeres que traían rosas en las manos que casi enloquecieron cuando Colosio lanzó un inesperado piropo a "las hermosas mujeres Nayaritas”.
Como Alberto ya no podía subirse al presidíum cruzamos de lado a lado al pie de la Concha Acústica. Cuando llegamos al otro extremo, Luis Donaldo terminaba su discurso y los apretones y empujones para subirse al templete a tomarse la foto con él o a saludarlo, se convirtieron en torbellino. "Vámonos al motel La Loma", me dijo Alberto. " Me dijeron que el candidato se tomará una foto colectiva allá” Y nos enfilamos por el pasillo central de la Loma que sale justamente enfrente del sanatorio. En el camino, nos encontramos a Marcial Arroyo y a Julio Plascencia". Venganse!! Les dijo Alberto y seguimos caminando hacia el Motel.
Entramos por el estacionamiento. A medio camino preguntamos a un joven morenito, que supusimos era del Estado Mayor, el lugar donde sería la toma de la fotografía. "Sigan derecho" fue su respuesta. Seguimos caminando hasta el fondo del estacionamiento, al no ver nada doblamos a la derecha hacia donde están las suites. Íbamos platicando, Alberto caminaba y nosotros, tras él. Cuando llegamos a la rampa, que separa la 1a sección del motel de la zona trasera, nos detuvimos. "Aquí no hay nada" les dije. De pronto a 20 metros de nosotros, se abrió un portón y apareció una camioneta Blazer, que se detuvo y de ella bajó Luis Donaldo Colosio acompañado de Lucas Vallarta Robles. Al vernos cruzaron miradas, como diciendo “Y estos como supieron que entraríamos por aquí". En un segundo, Alberto se puso frente a él y de manera inteligente le dijo "Soy el rector de la Universidad Autonoma de Nayarit, señor" , Colosio amplió su sonrisa y apretando fuertemente su mano le contestó "mucho gusto señor rector, las universidades públicas recibirán todo nuestro apoyó durante nuestro gobierno" le dijo mirándolo a los ojos. "No tengo duda señor" le contestó el rector. Enseguida nos saludó a Julio, a Raymundo, a Marcial y a mi, que absortos presenciamos la escena. El saludo fue amistoso y firme.
"Alberto es de Sonora, de Ciudad Obregón " le dijo el Cachis Vallarta al candidato. "Razón de mas para tener mi afecto" y palmeó el hombro del rector . "Me retiro a bañarme, ya ven como ando" señalando la camisa de color rosa completamente húmeda y llena de manchas de lápiz labial y entró a la suite presidencial.
Nos despedimos alegremente del doctor Lucas y caminamos hacia el restaurante del motel. No llegamos. Nos quedamos platicando bajo el árbol de hule que está a un lado de la alberca con otras personas que llegaban al lugar para ver al candidato. No pasaron 20 minutos cuando, exactamente por ese lugar, pasó el candidato, ya vestido con una camisa blanca con rayas azules. Al ver a Alberto se dirigió a el y le dijo de inmediato "como esta señor rector" y después del saludo, los fotógrafos que estaban presentes gritaron “Foto!! Foto!," Colosio abrazó al rector y yo, que estaba a un lado de Alberto, me dispuse para la toma. Decenas, quizás cientos de flashes capturaron el momento que ha quedado para siempre en la imagen que, por alguna razón, había sido guardada por mi padre en un cajón de la tienda del mercado de Santiago Ixcuintla y que hoy se las comparto.
Todo fue en un momento, Colosio nos volvió a saludar a todos los que ahí estábamos y se dirigió a su reunión con los directores de los medios locales. "Nos vemos a la próxima" se alejó haciendo un ademán con la mano.
Al retirarnos no creíamos lo que había pasado pero todo se lo atribuíamos a la suerte que siempre acompañó a Alberto Rivera. Contentos nos retiramos y al paso de los años lo hemos seguido comentando.
Sin embargo, como todos sabemos, no hubo un final feliz. Días después, en una oscura tarde, en la oficina de la rectoría que estaba por la calle México, Alberto y varios de sus más cercanos funcionarios escuchamos, en una vieja televisión llevada por Arturo Ruiz, a Talina Fernández decirle a Jacobo Zabludovsky que el candidato Luis Donaldo Colosio había fallecido producto del atentado que había sufrido momentos antes.
"Se acabó", dijo Alberto fijando su vista, totalmente apesadumbrado. "Se acabó", repitió y durante un largo rato, todos permanecimos en silencio.
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