Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

Los exgobernadores ejemplo a seguir

Sergio Mejía Cano

20 de mayo de 2020

Es común que la mayoría de los mexicanos estemos en el entendido que todo político o no político que agarra hueso saldrá rico de ahí en cierta medida y más, si sigue ocupando cargos en la administración pública; sin embargo, cuando uno de estos funcionarios se cae del mecate y es señalado mediáticamente como malversador, desviador o desaparición de fondos públicos, lo que menos se espera es que haya justicia, no venganza, sino justicia a secas; pero también se está en el entendido de que por lo regular se aplica el dicho de que “entre bueyes no hay cornadas” por lo que más pronto que tarde se desvanece toda acusación quedando nada más en la quemada mediática y un castigo menor si acaso.

Tal es el caso del exgobernador del estado de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, más conocido ahora como “Javidú”, un gobernador ejemplo a seguir según palabras del expresidente Enrique Peña Nieto, quien aún siendo candidato a la Presidencia de la República, públicamente puso a Javidú, así como al ahora exgobernador de Chihuahua César Duarte Jáquez y al también ahora exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, como los mejores gobernadores del momento, como ejemplos a seguir; sin embargo, al final de sus cargos como gobernadores de sus respectivos estados salieron más quemados que nada; aunque a la mejor eso es lo que quería decir Peña Nieto en su momento: que nadie como ellos para desvanecer el erario y quedar impunes o al menos sin ser tocados en su riqueza inexplicable.

A Javier Duarte de Ochoa se le acaba de confirmar una sentencia de nueve años de prisión, pero sin serle decomisados por lo menos 40 inmuebles que significan una gran cantidad de dinero que adquirió durante su encargo como gobernador; y la explicación que da la jueza que lleva el caso, del porqué se le regresan esos inmuebles, dijo la jueza que porque la causa penal no está concluida, por lo que al parecer se le está dando luz verde a Duarte de Ochoa para que disponga de esos inmuebles como quiera y desee y cuando se reabra su juicio pida que le demuestren en dónde están, que él no los tiene y asunto concluido. Así de fácil, y con una que otra jugada judicial tal vez sus abogados hasta consigan que le pidan perdón por las molestias causadas.

¿Acaso tendrá algo pesado muy escondido y que podría salir a la luz en caso de que se le cargara la mano? ¿Estará bien agarrado de algo muy fuerte Javier Duarte para que todo le vaya saliendo bien? La quemada desde luego que ya no se la quita, pero dejándole todo lo que adquirió inexplicablemente, así como el tren de vida que lleva su esposa en Londres, tal vez la quemada no le importe en absoluto.

Duarte de Ochoa no nada más está acusado de malversación de fondos públicos, riqueza inexplicable y otras lindezas, sino además también de un grave daño a la niñez veracruzana al descubrirse que durante su sexenio se habían distribuido ampolletas con agua destilada en vez del medicamento requerido para niños con cáncer; y se le atribuye culpa al exgobernador veracruzano porque ni modo que no haya estado enterado de este crimen que se estaba cometiendo en contra de esos niños.

Así que justicia sería que se le decomisaran todos sus bienes adquiridos que no pudiera demostrar la forma lícita de cómo los adquirió; y no nada más para Javidú, sino a todo los funcionarios públicos ahora señalados como nuevos ricos. Que como gracia se les hicieran cuentas de lo que tenían antes de ocupar un cargo público y sumándole el salario devengado durante su trienio o sexenio y así no hubieran gastado nada en comida, luz, gas, agua, mantenimiento de su familia y casa, que demostraran de dónde salió lo demás como grandes y lujosas residencias, yates, automóviles, cuentas bancarias e inmuebles en el extranjero, etcétera. Así que todo lo que no pudieran demostrar que adquirieron con su salario, quitárselos; eso, les dolería mucho más que la quemada mediática, pues al fin de cuentas ya tienen con qué pasar el resto de su vida posiblemente hasta la quinta generación de su familia y más allá.

Hay en nuestro país infinidad de políticos y exfuncionarios volando libre e impunemente, y muchos de ellos alegan muy ufanos que se presenten pruebas en su contra; pero ¿qué más pruebas que convertirse descaradamente en ricos de la noche a la mañana? Como se dice coloquialmente: llegaron con una mano atrás y otra adelante, y salen vestidos con buena ropa, y de tener un can como mascota, ahora ostentan cuadras de equinos y ganado vacuno de excelencia.

Sea pues. Vale.

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