El capital usa a las neurociencias para enajenar a la población
Octavio Camelo Romero
03 de mayo de 2020
En el capitalismo, todo el avance científico y tecnológico lleva en sí el pecado de ser utilizado para explotar y enajenar más a la población trabajadora. Y es que no puede ser de otra manera. El objetivo del sistema capitalista es la obtención de la ganancia. Toda su actividad debe redituar beneficios, utilidades. Y los gobernantes, sean unipersonales o colectivos, se constituyen en un estamento de la clase capitalista bajo el ropaje de una burocracia, para satisfacer todas las necesidades sociales de los capitales dominantes. En el capitalismo coexisten muchos capitales individuales que forman en su conjunto, el capital social. Pero dentro de ellos, se agrupan o asocian algunos para constituir los conglomerados de los grandes capitales. Éstos grandes capitales, al trascender las fronteras nacionales de los países, devienen en capitales transnacionales. Y son los intereses y necesidades de estos capitales los que se imponen como intereses y necesidades sociales de las naciones. Estos son los capitales hegemónicos no solo de los países, sino del mundo capitalista en el cual vivimos. Bajo este esquema de dominación, la ciencia y la tecnología, en tanto ciencia aplicada, se ponen al servicio de los intereses y necesidades del capitalismo en general y de los capitales hegemónicos en particular. Es por eso que dentro del capitalismo es normal que las neurociencias y sus técnicas sirvan a los intereses y necesidades del sistema capitalista.
Así es como surge el neuromarketing, el cual consiste en aplicar las neurociencias a los consumidores para, tras conocer los procesos cerebrales y los niveles de emoción, atención y memoria provocados por los estímulos al momento de tocar la mercancía y de tomar la decisión de adquirirla, crear o construir los dispositivos convenientes para mantener cautivo a los consumidores de ciertas mercancías. La enajenación del neuromarketing se basa en sus principios de “venderle a la mente más no a la gente” y de “venderle al inconsciente más no al consciente”. Para tales propósitos, se deben de conocer a profundidad tres zonas del cerebro, la neocorteza o corteza cerebral, el sistema límbico y lo que se ha denominado como el cerebro reptiliano. Este tipo de cerebro se encarga de poner en marcha nuestras funciones más básicas y primitivas, de llevar a cabo algunas conductas inconscientes e involuntarias como nuestra respiración, la presión sanguina, la temperatura, el equilibrio, entre otras. Consecuentemente no es reflexivo, por el contrario, actúa de manera inconsciente y por instinto. Tiene por función principal garantizar nuestra propia supervivencia y de conseguir lo necesario para lograr nuestros objetivos personales. Cuando se adentra en terreno desconocido se siente amenazado y prefiere huir, así se escapa antes de enfrentarse a algo nuevo. Se siente seguro únicamente estando en un terreno conocido.
Realmente el objetivo del neuromarketing es entender cómo funciona realmente el cerebro del cliente, cómo impacta el contacto de la mercancía en su subconsciente e inconsciente y, qué efectos tendrán esas experiencias devenidas en acciones, en la comercialización de cierto producto con otros consumidores. Finalmente, esto se llama enajenación y manipulación capitalista de la sociedad a través de las neurociencias. En fin.
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