Tepic, Nayarit, martes 16 de abril de 2024

Aún no estamos en un estado de excepción

Sergio Mejía Cano

27 de abril de 2020

La naturaleza de los seres vivientes es desde luego vivir en libertad, de ahí que entre los humanos para los que cometen algún agravio en contra de la sociedad se les encierre en cárceles y en otros casos se les ha puesto en campos de concentración y a trabajos forzados como castigo a sus malas artes; sin embargo, ahora con esta contingencia que nos han echado encima, se ha obligado de la noche a la mañana a la mayoría de los mexicanos, sin que hayan cometido delito alguno a prisión domiciliaria, de ahí que haya descontento debido a que nuestro país al igual que otros llamados del tercer mundo, cuenta con gente que por necesidad no puede estar encerrado porque tiene que buscar el sustento diario ya sea personal o para sus familias.

El cuento que más les ha resultado a las autoridades es que esta medida es por el bien de todos, y muchas personas aplauden la medida del encierro en casa y hasta satanizan a quienes se ven en la imperiosa necesidad de tener que salir de sus casas. Claro que los que aplauden el “quédate en casa” y critican a quienes andan en la calle por equis motivos, muy personales por cierto, son personas por lo regular pudientes que cuentan con recursos económicos para tener su alacena llena de toda clase de productos para conllevar su encierro; pero el problema es que hay mucha gente con una situación económica muy precaria que no sabe lo qué irá a comer o si tendrá para poder adquirir algo qué llevarse a la boca al día siguiente, por lo que a pesar de la restricción de no andar en la calle, se arriesga a hacerlo para buscar lo que pueda, así las “personas de bien” la critiquen y piensen que por el simple hecho de andar en la calle los va a contagiar de la tan comentada covid-19. Porque eso es lo que se ha estado generando entre gran parte de la población: que se nos haga pensar que todos somos posibles portadores del coronavirus y que podríamos infectarnos unos a otros.

He ahí el caso del vecino estado de Jalisco en donde su gobernador ha llamado “pendejos” a quienes tienen necesidad de trabajar y por fuerza tienen que caminar por las calles tapatías; y lo peor es que ahora se les obliga a los que andan en la calle, a quienes aborden el transporte público, a los que tienen que entrar a una tienda, a un banco o cualquiera otro negocio, a que traigan un cubre-bocas con el amago de que los que no traigan ese trapo cubriéndoles nariz y boca serán detenidos y encarcelados, cosa que ya se ha documentado, aunque como siempre, las autoridades alegan que a los que han detenido por no traer cubre-bocas es porque se portaron agresivos al momento de llamarles la atención. Claro que alguien en su sano juicio se tiene que portar en cierta forma inconforme porque no se puede obligar a ningún ciudadano a auto-enfermarse al ponerse un tapón en una zona de la cara que siempre tiene que estar libre de cualquier obstrucción. Pero el problema es que en las noticias referentes a las personas que han sido detenidas por no traer cubre-bocas porque se resistieron a la autoridad portándose en forma altanera, se oye nada más a una parte: la de las autoridades que afirman que esa gente se tornó y comportó en forma altanera y agresiva cuando se les llamó la atención de que se pusieran esa mascarilla aun entregándoles uno en mano. Sin embargo, no se les ha dado voz a estas personas que fueron detenidas arbitrariamente y sin cometer delito alguno establecido en las leyes para que digan su versión de los hechos por lo que fueron encarceladas. Pero tal vez y para que no se les caiga el esquema a las autoridades por eso salen de que los encarcelados se portaron agresivos, y ahí sería una voz contra la otra.

La semana pasada en la mayoría de los medios informativos a nivel nacional y también locales salió la noticia de que la Secretaria de Gobernación, señora Olga Sánchez Cordero, instó a los alcaldes del país a no restringir el libre tránsito ni imponer la ley seca en sus municipios porque el país no está en un estado de excepción, sino en una emergencia de Salud por el coronavirus, y que se ha hecho es una invitación al auto-confinamiento y esto es muy distingo al estado de excepción. Sin embargo, al parecer estas fueron palabras al viento aquí en Tepic, porque los depósitos y vinaterías siguen cerrados afectando a los empleados de esos negocios.

Y a propósito de la ley seca, tal y como están las cosas económicamente hablando para la mayoría de los tepiqueños, ¿quién va a gastar en cerveza si no hay ni para comer?

Sea pues. Vale.

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