México en fase 3 Covid-19; llegó la hora crítica
Marco Vinicio Jaime
24 de abril de 2020
Llegó el momento más crítico de la pandemia por Coronavirus (Covid-19), para México: la mañana de este martes 21 de abril, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la salud del Gobierno Federal, Hugo López Gatell, emitió la declaratoria de fase 3, que comporta la más alta propensión a los contagios, y por ende urgió la coordinación al máximo autoridad-sociedad, en el cumplimiento puntual, cabal y corresponsable de las medidas de “sana distancia”, en cuya ejecución deriva la reclusión domiciliaria, a la par de evitar cualquier reunión o cercanía peligrosa entre personas, pues de ello dependerá a partir de ahora con un alto grado de riesgo, la salud y la vida, o la enfermedad y la muerte.
Mil 69 defunciones, 11 mil 633 contagios y cuatro mil 127 activos (últimos 14 días), según datos oficiales, describen el infausto escenario vigente en el país, al día jueves 23 de abril; en tanto que la situación en Nayarit, emite registro también oficial de 9 defunciones, 54 casos acumulados, 30 activos, y 15 recuperados.
Gobierno Federal, estado y municipios, pueblo en general, están pues de frente ante el mal en su nivel cumbre, sin tiempo ya, y con una sola opción: coordinación transversal: comunicación eficaz, en la interacción permanente autoridad-ciudadanos, justo en el equilibrio de la fuerza sin tregua de la disciplina sanitaria, y el cobijo de la mano amiga que entiende, atiende, recompensa la sensatez y la responsabilidad, y fortalece el ánimo de un pueblo necesitado de fe, de creer en la seriedad del momento, y de la esperanza de la reconstrucción sanitaria, económica productiva y laboral, y del renacimiento tras el vendaval.
Es éste el singular momento que lo podrá definir todo: ubicar y dimensionar a cada actor en su justo peso (poderes y órdenes de gobierno, actores políticos, productivos y sociales), acorde a la viabilidad, audacia, sensibilidad y oficio de entender su tiempo y circunstancias, de saber dar para recibir, de recibir para dar más, de sumar voluntad y trabajo para luchar en un solo frente, una sola voz, una sola dirección: la vida, la salud, y la posterior reestructuración de la dinámica social. Y mucho dependerá de liderazgos genuinos, de mandos constitucionales dispuestos a solucionar, no empeorar, a sumar e integrar con el poder de la legalidad, de la justicia, de la verdad y del derecho compartido de vivir en paz, seguridad y bienestar.
Es un hecho que el mundo cambió, hay, y lo habrá con total notoriedad al final de este trance, un antes y un después, un nuevo ciclo, que requerirá de nuevos cánones sanitarios, de desarrollo social; en la práctica política, gubernamental, de comunicación, de convergencia económica, productiva y financiera, de un nuevo pacto entre las naciones del orbe, que quizá comience en breve por la reedificación, el restablecimiento de la marcha con una nueva configuración y expectativas dimensionales, por la fuerza y en nombre de la paz y la estabilidad de la sociedad presente y de la que vendrá.
¿Quiénes finalmente, cuántos y cómo podrán llegar a la cita de después del fin de la crisis pandémica? La responsabilidad conjunta pues, en el cumplimiento del papel de cada ciudadano e integrante del engranaje gubernamental, da una pista sustancial. Hoy, lo que toca es concentrar esfuerzos por vivir para contarlo, y con el poder emocional de saber interpretar lo que es, lo que no debe ser, lo que no será, y lo que vendrá. ¿Qué realidad se habrá de gestar entonces? Ya lo sabremos.
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