¡Bendito dolor!
Dr. Héctor Fernández Amaya
10 de febrero de 2020
Según la Asociación Internacional para el estudio del dolor (IASP), se define al dolor como “una sensación desagradable y una experiencia emocional asociadas con una lesión tisural actual o potencial o descrita en términos de dicha lesión”.
Juan Pablo II, en su encíclica sobre el dolor dice: “Confesar que el sentido del sufrimiento es un misterio, somos conscientes de la insuficiencia e inadecuación de nuestras explicaciones”.
El dolor es un misterio, afirma Lain Entralgo, en su libro “El misterio del dolor.”
Se sabe muy poco acerca del dolor, aunque hay diversas teorías neurológicas, bioquímicas, fisiológicas, anatómicas. las cuales no lo explican del todo.
Recordemos que es imposible vivir toda la vida sin dolor, el dolor forma parte de la condición humana, de nuestra naturaleza.
El dolor físico puede ser agudo o crónico, aunque también hay dolores del alma que pueden ser aún más dolorosos, como la muerte de un hijo.
El dolor crónico es un problema de salud pública y representa un gasto económico considerable para los sistemas de salud.
La primera causa de consulta en consultorios y hospitales, es el dolor, ya sea agudo o crónico.
Por tal motivo, la venta de analgésicos representa ganancias multimillonarias a las compañías farmacéuticas transnacionales, miles de millones de dólares a nivel mundial.
En esta sociedad de inmediatez, que nos urge a estar bien, nadie quiere tener dolor, por eso lo suprimimos, lo acallamos, lo silenciamos a como dé lugar, sólo queremos saber de lo placentero de la vida.
Tapamos el dolor creyendo que se ha ido para siempre, pero sigue estando ahí, dormido, latente, sin llegar a descubrirse realmente la causa que lo produce, le volvemos la espalda, no le damos a veces la importancia que nos merece.
El dolor existe, es un maestro del cual aprendemos, tan es cierto que después de un dolor no volvemos a ser los mismos, más si estuvo en peligro nuestra vida.
Muy a menudo nos quejamos y maldecimos cuando tenemos un dolor que no nos deja en paz, de muelas, de cabeza, de articulaciones, estómago, oído y muchos otros más que se presentan en el transcurso de la vida.
Pienso que no deberíamos maldecir al dolor, por el contrario debemos decir: ¡Bendito dolor!, bendito dolor que me avisas que algo anda mal en mi organismo y que debo atender, bendito dolor que te presentas como una señal de alarma en mi cuerpo, que algo anda mal, bendito dolor que me previenes de enfermedades más graves.
Desgraciadamente el cáncer en sus inicios no presenta dolor, sino hasta que ya está muy avanzado, es difícil diagnosticarlo, pero el Biomagnetismo Médico puede hacerlo, antes de que se establezca y cause dolor.
Los humanos no deberíamos blasfemar, renegar cuando presentemos un tipo de dolor, debemos ver al dolor como un amigo que se preocupa por nosotros, no como un enemigo, sino como un aliado que nos enciende las luces rojas de un peligro mayor, y que nosotros debemos estar atentos para poder percibirlo a tiempo.
De hoy en adelante me prometo ya no volver a decir ¡Maldito dolor!
A partir de hoy debo pensar ¿para qué me ha dado éste dolor? ¿para qué me fije en algo? , ¿para qué haga un alto?,¡Bendito dolor!, gracias por presentarte en mi vida. ¡gracias! Bienvenido bendito dolor, ¡gracias por alertarme!
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