El sacrificio alimenticio de algunas burócratas municipales
Sergio Mejía Cano
24 de enero de 2020
Desde el pasado mes de diciembre de 2109 en que se comenzó a cobrar el agua en las cajas recibidoras de los pagos en el patio del Palacio Municipal, la respuesta de los tepiqueños ha sido buena, y más debido a los descuentos que se otorgan a las personas de la tercera edad, aunque no ha faltado el usuario que se queje del SIAPA por la falta de agua, ya que entre quienes pagaban el consumo del agua no faltó quien dijera que estaba pagando por aire y no por el vital líquido.
Y este mes de enero se comenzó con el mismo esquema de descuento el cobro del predial, y también la respuesta de la ciudadanía ha sido en buenos términos a pesar del tiempo que se ocupa para tener que pagar, lo mismo del agua debido a que todos los días hasta hoy ha sido muy consistente la asistencia de quienes quieren estar al corriente de estos pagos al municipio tepiqueño.
A principios de enero acudí en horas de la mañana al Palacio Municipal con la finalidad de pagar agua y predial; sin embargo, era tanta la cantidad de gente que desistí dejándolo mejor para otro día y más, porque uno de los empleados que estaban atendiendo a quienes iban llegando me sugirió que fuera en la tarde, pues era menos la cantidad de personas y se perdería menos tiempo.
Y así fue, después del día 10 de este mes me presenté en la tarde pero no pude pagar el agua porque ya no había turno, lo que sí pude pagar fue el predial del domicilio en donde habito. A los días volví de nuevo en la tarde y la misma: ya no había turno disponible porque nada más había una caja cobrando y era mucha la cantidad de gente esperando pagar el agua; le pregunto a una persona que estaba en una de las cajas si podía esperarme y me contestó que no, porque con los que ya estaban ahí y por haber nada más una caja en funciones, tal vez se tendrían que ir de ahí ya muy noche porque todos tenían número de turno y ni modo, tenían que esperarse hasta que se atendiera al último que trajera número de turno.
Regreso otro día otra vez por la tarde y de nueva cuenta la misma cantaleta: ya no había turnos porque hasta la pizarra o pantalla en donde aparecía el número de turno para atender ya estaba apagada.
Así que este jueves 23 acudo a eso de las 11:00 horas y sí alcancé turno a pesar de que había buena cantidad de personas esperando que los llamaran a pagar. De acuerdo al número de turno que me tocó calculé mínimo de 50 minutos a una hora para que me tocara, por lo que tomé asiento y en verdad que fue muy entretenido mirar cómo trabajan los burócratas encargados de recibir el pago de la ciudadanía.
Había 11 cajas registradoras de las que la número 4 y las 9, 10 y 11 no estaban en servicio. La muchacha de la caja número 5 durante todo el tiempo de aproximadamente una hora que estuve ahí, se la pasó contando recibos y tal vez dinero y posiblemente haciendo cuentas porque no dejaba de escribir y barajar papeles, de vez en cuando llegaban unas señoras y se ponía a platicar con ellas. Llega una muchacha a la caja número 4 y comienza a atender al público, pero se entretiene porque uno de los policías que estaban a su espalda se le acerca para enseñarle algo en su teléfono móvil. Me llamó la atención que la muchacha que atendía la caja número 1 no dejaba de comer algo y beber de un enorme vaso desechable con popote, y entre una y otra persona que se acercaba a pagar, seguía engullendo, obviamente entreteniéndose entre bocado y trago de su bebida. Y precisamente me tocó en esa caja, la número 1, y una vez realizado el trámite le pregunto a la chica si les tienen permitido estar comiendo en horas de servicio, a lo que me responde la muchacha que ni modo que se muera de hambre porque no había desayunado, le pregunto que por qué no lo había hecho en su casa, y la muchacha de la caja número 2 voltea a mirarme como con enojo y me dice que si se me hacía justo que llegaran desde las ocho de la mañana e irse hasta las siete u ocho de la noche, por lo que tenían que comer algo, y miro que también la de la caja 2 tenía un recipiente con fruta por un lado; y me fijo en las demás muchachas de las cajas y todas tenían algún tipo de bocadillo y unas con botellas de agua al parecer natural y otras de sabor.
Como que no les cayó nada bien mi intromisión porque algo dijeron y se me quedaban mirando con mala cara.
En verdad que es triste la situación de estas muchachas cajeras, pero ¿qué no acaso por ley se les tiene que dar un tiempo a determinada hora después de haber entrado al servicio para gozar de sus alimentos?
Sea pues. Vale.
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