La Suprema Corte en entredicho
Sergio Mejía Cano
08 de octubre de 2019
El escándalo que ha originado la renuncia del señor Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), sí que ha despertado infinidad de especulaciones al respecto, pero también confirmaciones de lo que ya se había dicho de este señor desde tiempo atrás de que traía una enorme cola muy cuestionable; sin embargo, lo que prevalece entre la opinión pública es el “piensa mal y acertarás”.
Desde luego que existe primordialmente la presunción de inocencia, pero de acuerdo a las publicaciones que aparecieron en su tiempo y que ahora han resurgido respecto a la carrera tan ascendente de Medina Mora, no queda otra más que pensar que en su caso no aplica la presunción debido a que mientras más se le escarba a su pasado más lodo se está encontrando, aunque de todos modos solo restaría que la justicia aflore y se aclare todo dando la razón a quien la tenga tal y como suele suceder en estos casos, si la tiene quienes lo acusan y quienes piensan mal del actuar en su vida pública de Medina Mora o si la razón está de parte de este último. Pero todo indica que al parecer se le revertirá su propia frase que emitió siendo Procurador General de la República cuando se le cuestionó respecto al combate al narcotráfico diciendo: “vamos ganando aunque no lo parezca”; así la actual Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), a cargo del señor Santiago Nieto Castillo, también podría ya estar diciendo algo parecido.
Según varios analistas en varios sitios de internet y demás redes sociales, coinciden en que este señor jamás debió ser ministro de la SCJN por carecer de la carrera óptima que se requiere para ocupar dicho cargo; pero que gracias a la sumisión suigéneris de las bancadas priistas en ambas Cámaras cuando fue propuesto por el entonces presidente Enrique Peña Nieto, cumplieron los legisladores priistas con la línea trazada tal cual ha sido la costumbre de los priistas desde siempre: levantar la mano o el dedo para aprobar lo que se les ordenaba por el primer priista del país en turno: el Presidente de la República emanado del Partido Revolucionario Institucional, (PRI).
Sin embargo, la tónica a seguir en nuestro país es poner en cargos de relevancia a personajes que no cuentan o no tienen el currículum adecuado para ocupar el cargo al que se le designa, porque no se investiga a fondo si el currículo que presenta quien será designado es correcto y legal. Aquí en Nayarit está por ejemplo el caso del exfiscal Edgar Veytia de quien ahora se está cuestionando si los títulos que presentó para ocupar el cargo que ostentaba eran o son originales; y ya surgieron voces de que tal vez engañó al Congreso Estatal de Nayarit con los papeles que presentó en su momento, porque hay quien dice ahora que posiblemente ni la preparatoria terminó; pero esa es otra historia, porque todo esto se debió de haber investigado en su momento y no ya a toro pasado.
Así que cuando Medina Mora fue propuesto para ocupar el cargo de ministro de la SCJN, ¿por qué los mismos integrantes de la Corte no se dieron a la tarea de investigar la carrera del próximo ministro o por qué lo aceptaron como tal? Obviamente por la posible sumisión también del Poder Judicial al Poder Ejecutivo que siempre ha dado muestras o mejor dicho, dio muestras en el pasado de estar supeditada la SCJN al Ejecutivo para no incomodar al presidente de la República en turno en la hegemonía priista y también así dio muestras en su comportamiento en la era de los 12 años del Partido Acción Nacional (PAN).
Lo malo de todo esto es que se está dando un claro mensaje de que algunos ministros de la SCJN no son lo que aparentan ser, y menos porque han dado muestras de no ser imparciales en algunas de las tantas controversias constitucionales que se les presentan porque en muchos de los caso actúan más con su forma de pensar que en la imparcialidad, anteponiendo sus propias creencias e ideas y desde luego acatando la orden del jefe del Poder Ejecutivo en turno.
Y lo peor del asunto es que su palabra el ley de última instancia y ya no hay más allá debido a que sus dictados son inatacables, por lo que así estén equivocados en toda forma, lo que dicen así queda. Esto desde luego se podría considerar una incongruencia y en determinado caso hasta una alevosía por el simple hecho de que los ministros de la SCJN son humanos y por lo mismo errar en sus dictámenes, ya sea por sus convicciones o por órdenes de más arriba, pues como humanos son susceptibles a la corrupción.
Sea pues. Vale.
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