AMLO en la perspectiva revolucionaria de Latinoamérica
Octavio Camelo Romero
19 de Septiembre de 2019
Por un lado, las derechas golpistas de América Latina no tienen capacidad para iniciar o para lanzar un nuevo ciclo de derecha en sus gobiernos. Y por el otro, se ha hablado mucho del fin de la izquierda, del fin de las aspiraciones sociales. Pero analicemos el caso México, que es un caso emblemático y fundamental para Latinoamérica.
México es la segunda gran economía de la América Latina, un país con más de 100 millones de habitantes, con una enorme gravitación cultural, país que es fronterizo con Estados Unidos, un país que fue cogobernado por más de 35 años por el Fondo Monetario Internacional, FMI, y los 2 partidos tradicionales de México, el PRI y el PAN. En el cogobierno, el FMI dicta las reglas fundamentales, pero para aparentar una autonomía, una cierta independencia inexistente, los políticos de antemano piden lo que saben que el Fondo les va a exigir. En el proceso electoral para la elección del Presidente de México, y a pesar de los más de 35 años de cogobierno del FMI-PRIAN, la población rechazó, a los candidatos del continuismo y le otorgó a Andrés Manuel López Obrador una mayoría aplastante del 53 por ciento de los votos, con más de 30 puntos de diferencia con el candidato del oficialismo. Esto habla de la existencia de una reserva poblacional que tal vez no encuentra entre los partidos y candidatos una expresión política de sus aspiraciones. El deterioro del cogobierno mexicano cayó casi a plomo y a la vez, hubo quien se identificó con las aspiraciones de esa masa de desencantados.
Empero, ¿Qué es lo que falta en Latinoamérica y que en México se resolvió? Una “organización de base” que pueda ser una muralla de contención de los proyectos derechistas y de su continuidad. ¿Qué hizo López Obrador en los 10-12 años previos a su contundente triunfo electoral? Recorrió 3 veces el país, todo México. Visitó cada uno de los municipios de la República Mexicana, cada uno de los más de 2,000 municipios. Y por muy pequeño que estuviera, los visitó a todos. Fue uno por uno, habló con la gente en cada uno de esos municipios. Y construyó algo nuevo, construyó MORENA. Según se interroga, ¿MORENA es un partido? Si y no. Es un movimiento que funciona como partido pero que tiene una dinámica mucho más profunda, mucho más honda como la que tienen los movimientos. En MORENA algunos dicen, es un movimiento en forma de partido, pero fundamentalmente es un movimiento, con un grado de democratización muy grande, con un diálogo permanente con la gente de todos municipios, de estas pequeñas localidades, que finalmente confluyen en un gran movimiento. Andrés Manuel López Obrador lideró la construcción de ese instrumento político-electoral y eso les permitió ganar la victoria electoral.
En Latinoamérica no se tiene un símil de MORENA. No se ha podido construir una organización semejante, algo de ese tipo. Y en la medida en que se pueda ir armando, las posibilidades de derrotar a las derechas y sus gobiernos, irán aumentando. Las fuerzas progresistas de América Latina tienen que transitar de lo espontaneo a lo organizativo, tienen que abandonar el espontaneismo y mudarse a la organización de base de las comunidades, al estilo de AMLO. Se tiene que resolver sobre quién asume o asumirá el liderazgo de estos movimientos anti-derechistas. Claro que no son movimientos que desemboquen en el socialismo, son expresiones simplemente democráticas compensatorias dentro del capitalismo, pero que atemperan la agudización de las contradicciones de clase que han dejado las políticas neoliberales. En fin.
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