No es ingenuidad sino desconocimiento del nuevo imperialismo
Octavio Camelo Romero
20 de Junio de 2019
En días pasados se escucharon voces diciendo que la ingenuidad de ciertos funcionarios del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador había provocado el malestar de Donald Trump y la crisis migratoria. En realidad no fue la ingenuidad, sino el desconocimiento del funcionamiento del capitalismo, sobre todo de la fase actual de su desarrollo, o sea del nuevo imperialismo, la causa fundamental de los hierros dentro del concierto de la globalización.
La globalización es irreversible e implacable de los intercambios económicos y culturales. Junto con el mercado global y los circuitos globales de producción surgieron un “nuevo orden global”, una “lógica” y una “estructura de dominio”, nuevas, esto es, una nueva forma de soberanía. Estas nuevas circunstancias no se han comprendido El nuevo imperialismo es el sujeto político que efectivamente regula estos intercambios globales, el Poder Soberano que gobierna el mundo.
No se ha entendido el fenómeno de que en concordancia con los procesos de globalización, la soberanía de los Estados-nación, si bien continua siendo efectiva, ha ido decayendo progresivamente. La declinante soberanía de los Estados-nación y su creciente incapacidad para regular los intercambios económicos y culturales, es en realidad uno de los síntomas primarios de este nuevo imperialismo que comienza a emerger.
La soberanía del Estado-nación fue la piedra angular de los imperialismos que construyeron las potencias europeas a lo largo de la era moderna. No obstante, lo que hoy entendemos por “nuevo imperialismo” o “imperio” es algo completamente diferente del viejo imperialismo. El tránsito al “imperio” se da a partir del ocaso de la soberanía moderna. Sin embargo, la transformación de la vieja soberanía no implica la desatención del control de los migrantes que cruzan el territorio de México, porque para los Estados Unidos el descontrol migratorio significa un posible atentado a su seguridad nacional.
En la frontera de Estados Unidos con Canadá, en la costa este, arribaron migrantes africanos procedentes del Congo y de Angola. Su estatus de migrantes indocumentados y de origen africano, llamo la atención de las autoridades norteamericanas, sobre todo porque fue a través de la captura de más de 100 mil inmigrantes como se dieron cuenta. Los migrantes procedentes del Congo y de Angola llegaron a Latinoamérica, primero a Ecuador, desde donde iniciaron su travesía a Estados Unidos cruzando Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, para por Texas introducirse a territorio norteamericano.
Evidentemente que existe una red de tráfico de inmigrantes hacia los Estados Unidos. Lo que llama la atención es la ausencia de control migratorio en todos esos países por donde pasaron los migrantes procedentes del Congo y de Angola. Se antoja pensar en una posible complicidad de los gobiernos con los traficantes. Pero en realidad se trata de una ineficiencia de los gobiernos locales. Y no es un asunto de ingenuidad, sino de incapacidad para ejercer su función y de la incomprensión por ignorancia, del funcionamiento del imperio. La política mexicana de brazos abiertos a quien quisiera viajar a México con rumbo a Estados Unidos, otorgándoles visas humanitarias, techo, comida y protección de la Policía Federal, es una política correspondiente al derecho humano migratorio. No es inadecuada desde ese ángulo. Pero fue la incapacidad de su operatividad la que permitió que los africanos pasaran por el territorio nacional sin ser detectados. En fin.
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