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Sergio Mejía Cano
19 de Junio de 2019
Ya no llama tanto la atención el que la oficina de Telecom (antes Telégrafos de México), en la esquina de la avenida México y la calle Zapata, en el Centro Histórico de Tepic, esté prácticamente vacía todos los días, pues ahora mucha gente prefiere hacer movimientos de dinero a través de las llamadas tiendas de conveniencia o farmacia, pero sobre todo en los bancos a pesar de que las comisiones que cobran en estos negocios son más altos que en Telecom.
Pero en cuestión de comisiones, quienes se llevan las palmas son precisamente los bancos que cobran comisión por todo, de ahí que se haya documentado que los bancos en México tuvieron las más altas comisiones a nivel mundial; y esto porque también se ha documentado que se ha dejado a la Banca en nuestro país que haga lo que quiera, por lo que se dice que cobra a los usuarios las comisiones más caras que en el resto del mundo. Y lo malo de todo esto es que todas las ganancias que obtienen los bancos en nuestra depauperada Nación se van al extranjero porque la Banca en México, salvo una pequeña excepción, es toda extranjera.
No deja de resultar curioso que después de que José López Portillo nacionalizó la Banca en septiembre de 1982, ahora todos los bancos sean extranjeros, menos uno que se dice tiene su matriz en el estado de Nuevo León.
Y esto de la nacionalización da en qué pensar, porque si bien el actual presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), afirma que el neoliberalismo comenzó en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado, al parecer todo se comenzó a tramar desde el sexenio anterior a De la Madrid, es decir, con José López Portillo, quitándoles sus bancos a los inversionistas mexicanos como al poblano Miguel Espinosa Yglesias, socio mayoritario de Bancomer, ya extinto próximamente hasta por sus siglas, así como otros mexicanos asociados con capitales extranjeros que manejaban la Banca mexicana; sin embargo, con el grito estentóreo de “ya nos saquearon y no nos volverán a saquear”, López Portillo declara la nacionalización que, ahora a toro pasado se ve más claro que todo fue un vil pretexto para quitarle los bancos a los banqueros mexicanos tradicionales para posteriormente entregarlos en charola de plata a la banca extranjera no nada más del vecino país del norte, sino hasta del continente europeo y más allá.
Se dice que las casualidades no existen, pero qué casualidad que López Portillo nacionaliza la Banca, y su sucesor Miguel de la Madrid, poco a poco va destrabando esta nacionalización para que a su vez, el sucesor de De la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, le entregue la banca a amigos y allegados que sabían de bancos lo mismo que Salinas de Gortari de astronauta, por lo que en un santiamén hicieron quebrar la banca en nuestro país, para que llegara después Ernesto Zedillo a “rescatar” a los bancos mexicanos con dinero del erario creando el mentado “Fobaproa” para, precisamente, entregar los bancos ya “saneados” al capital extranjero y todo mundo tranquilo.
Algo muy similar pudo haber sucedido con los ferrocarriles en nuestro país, ya que en noviembre de 1986, el entonces presidente Miguel de la Madrid decreta la terminación por anticipado de las concesiones a particulares de los ferrocarriles para, por ser un área estratégica, aglutinar todas las líneas existentes en el país en una sola: Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales). Fue por lo que desaparecieron los Ferrocarriles del Sureste, el Ferrocarril del Pacífico, Ferrocarril Sonora-Baja California, Chihuahua al Pacífico y Servicios de Coches Dormitorios y Conexos; todos, S. A. de C. V., hasta ese entonces. Algo muy parecido a lo que había sucedido con la Banca, nada más que aquí no se habló ya de nacionalización porque en 1937 don Lázaro Cárdenas ya había decretado la nacionalización de los ferrocarriles; y ahora ya todo era nuevamente de la nación y sin concesionarios de por medio; sin embargo, en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se fragmenta Ferronales en varias líneas como un adelanto de qué parte se iban a entregar a los nuevos concesionarios, porque llega al poder Ernesto Zedillo y entrega descaradamente los ferrocarriles mexicanos a la Iniciativa Privada tanto nacional como extranjera, aunque se dice ahora que toda es extranjera y que los concesionarios nacionales son parapetos nada más.
Así que tanto bancos como ferrocarriles los acaparan los gobiernos correspondientes dizque por nacionalismo, pero ahora queda claro que al parecer todo fue una estrategia.
Sea pues. Vale.
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