Solo y triste pero por auto abandono
Sergio Mejía Cano
07 de Junio de 2019
Recientemente la XXXII legislatura del Congreso del Estado de Nayarit aprobó que se aumente la pena de seis meses hasta ocho años de prisión para toda persona que abandone a adultos mayores que sean sus familiares; esto con el fin de dar mayor protección a los ancianos que tienen que padecer el descuido o falta de atención de quienes tienen la obligación de ver por ellos.
Desde luego que podría estar bien esta medida siempre y cuando estén contemplados todos los pros, contras, motivos, pretextos y obviamente causas y efectos que hayan dado pie a algún tipo de abandono, porque bien en la madrugada se podría dejar a una persona de avanzada edad en la banca de algún jardín o plaza pública o en las puertas de un templo o dejarlo encargado en un asilo y ya jamás volver a ver qué pasó con quien dejaron ahí; aunque siguiendo una buena investigación se podría dar fácilmente con las personas que dejaron en alguna de estas situaciones a sus adultos mayores y ser presentadas ante la justicia.
Sin embargo, se han dado casos en que son los mismos jóvenes de la tercera edad ya muy avanzada quienes se abandonan a sí mismos corriendo a todos sus familiares de su domicilio sin querer recibirlos ni verlos jamás, porque de que hay ancianos que se conducen de esta manera, desde luego que los hay; sin embargo, últimamente se están dando casos en que la carga familiar no son los adultos mayores, sino hijas e hijos con todo y sus familias que al quedar abandonadas por sus esposos unas, y los otros por quedarse sin trabajo y sin casa porque se las recogió el INFONAVIT, ahora están haciendo bola en la casa paterna o materna según sea el caso y con la casualidad de que quien sostiene a todo ese familión es precisamente el adulto mayor, obvio que siempre y cuando tenga pensión o esté jubilado, porque de no ser así, pues sí que está del cocol ya que entonces se tendrían que abandonar los unos a los otros; pero quien saldría perdiendo en todo caso sería el anciano o anciana que ya no pueda aportar nada económicamente o que por no poderse mover ya sea una verdadera carga para quienes lo sienten así, sin tomar en cuenta que todos los humanos alguna vez también fuimos de bebés una posible carga que no se podía bañar por sí solo ni cambiar ni alimentar que es, precisamente, a la etapa a la que se llega de nuevo con la ancianidad.
Hace menos de un año se dio a conocer a través de las redes sociales la situación de abandono que sufría un pensionado del ferrocarril en Tepic, y que sobrevivía gracias a la ayuda de los vecinos que le proporcionaban alimento y agua; cuando él ya no se pudo mover por debilitamiento comenzó a gritar por ayuda. Posterior a su fallecimiento se conoció que él había despreciado a sus hijos; pero aún así cuando dos de ellos se dieron cuenta de su crítica situación acudieron a auxiliarlo y llevarlo al IMSS para su atención, y que sus otros tres hijos vivían fuera de la ciudad.
Cierto día voy atravesando la Plaza Principal frente a Catedral y miro a un adulto mayor jubilado del ferrocarril muy triste que contempla sus pies muy hinchados. Le pregunto qué le pasa y se le empiezan a salir las lágrimas al comentarme que apenas tiene dos días que se puede levantar porque no podía hacerlo y que de no ser por una vecina que le ayuda al aseo de su casa tal vez hubiera muerto en su cama porque no había quien le arrimara un vaso de agua. Le pregunto por sus ocho hijos y suelta más fuerte el llanto haciéndome recordar que si no sabía que se había embroncado con todos ellos porque ya no los aguantaba y que los había corrido de su casa y había cambiado las chapas para que ya no entraran nunca, pero que de vez en cuando lo visitaban pero que ya tenía mucho tiempo que no lo hacían porque él de inmediato los corría cuando iban a su casa.
Hará unos tres meses que en la colonia del Fresno al sur de Guadalajara, Jalisco, un vecino de una de mis hermanas vivía en una situación similar a la del jubilado arriba mencionado, pero este señor murió solo porque así lo quiso debido a que no quería a nadie en su casa porque cuando llegaban sus hijos o algún familiar los recibía en la puerta y no los dejaba entrar. Lo encontraron después de que lo vecinos reportaron olores fétidos, teniendo las autoridades que tumbar la puerta para entrar.
En casos así, cómo culpar a los familiares de abandono si el anciano fue el que quiso estar solo, pero en determinado caso cómo se podrían defender los familiares de que ellos no abandonaron al adulto mayor.
Sea pues. Vale.
Comentarios