Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

Hechos fatídicos que se graban bien en el cerebro

Sergio Mejía Cano

23 de Abril de 2019

En una enciclopedia de la revista “Life”, en el libro referente a la  conexión entre la visión y el cerebro humanos,  en una de sus partes señalaba que bien pueden pasar infinidad de personas a nuestro lado sin que después las recordemos; sin embargo, si vemos que se aproxima un individuo con actitud amenazante portando algún tipo de arma en las manos, esa imagen es muy difícil que se nos llegue a borrar mientras nuestro cerebro esté funcionando bien; pase el tiempo que pase.

Y que lo mismo ocurre cuando acontece una tragedia de proporciones mayores y de gran relevancia, pues el cerebro guarda detalles imborrables que posiblemente queden almacenados de alguna forma pero que en cuanto se oye o se sabe algo respecto a dicho acontecimiento y más cuando es funesto, esos detalles que ya ni tomábamos en cuenta, resurgen tal y como si los hechos que recordamos acabaran de ocurrir.

El 22 de abril de 1992 había llegado un servidor en la madrugada a Guadalajara en un tren de carga. Tengo por costumbre dormir con la radio encendida en una estación de puras noticias, y como a eso de las 11:00 horas entre sueños empiezo a oír voces en la radio alarmadas, voces que no concordaban con lo habitual de la estación de radio, por lo que pongo atención a lo que estoy oyendo y poco a poco comienzo a escuchar mejor lo que estaban diciendo, por lo que me levanto de inmediato y al salir a la sala de la casa, ya está parte de mi familia mirando las noticias en la televisión, y las primeras imágenes que vi me dejaron impactado, ya que eran imágenes que estaba trasmitiendo un helicóptero sobre la zona siniestrada; era pavoroso todo aquello, pues se mostraba la calle de Gante abierta y floreada con vehículos semi enterraros y otros encima de las casas destruidas pero que algunas de sus bardas no habían caído por completo. De hecho ya no puse atención a lo que decían los reporteros, pues con la visión de las
escenas impactantes lo decían todo. Sí veía que tanto el entonces gobernador de Jalisco Guillermo Cosío Vidaurri y el presidente municipal Enrique Dau Flores hacían declaraciones a diestra y siniestra, lo mismo que bomberos y policías todos llenos de tierra, pero por seguir mirando los daños ni atención ponía a lo que decían los políticos.

Podo después de las 12:00 horas tocaron al cancel unas personas jóvenes de ambos sexos, tal vez unos cinco o seis que portaban unos chalecos con el logotipo del H. Ayuntamiento de Guadalajara, y nos decían que teníamos que evacuar porque había riesgo de que hubiera más explosiones en esa parte cercana a la Zona Industrial. Les digo a estos muchachos que ya no anden asustando gente, que eso debieron haberlo hecho antes de las explosiones y no ya cuando todo pasó, pues lo fuerte que estaba comprimido ya había soltado todo y que ya no habría más explosiones o al menos no con la misma intensidad como se veía en la tele. Los jóvenes de todos modos insistieron en que nos saliéramos. Mi familia sí se fue rumbo a Lomas de Polanco, pero yo me quedé en la casa porque mi sentido común me decía que era como cuando alguien se avienta una flatulencia y que la mayor parte de aire sale a la primera y si queda un poco más de aire en las tripas, pues ya no es tanto y puede salir ya no con la intensidad del sonido con que salió la primera vez, tal y como había pasado que lo fuerte fue en la calle Gante y las demás secuelas en el barrio de Las Conchas, en las inmediaciones de la antigua Central Camionera y otras explosiones menores cercanas al parque del Agua Azul.

Al otro lado de la casa estaba una muchacha adolescente y que conocía desde que nació que me pregunta si de verdad se tiene que salir, porque no tiene llaves de la puerta de su casa y que después cómo le va a hacer para entrar porque ni modo que dejara abierto tanto el cancel como la puerta principal; le digo que no se salga porque ya no va a pasar nada, que no se asuste. Los jóvenes que nos sugerían salir volvieron a pasar y nomás se encogieron de hombros cuando nos vieron a la muchacha (hoy ya abuela) y a mí.

Primeramente se culpó a una fábrica de aceite, y posteriormente se afirmó que había sido la Planta de Pemex de la Nogalera; sin embargo, según expertos adujeron que de haber sido gasolina la causante, hubiese habido incendios así estuviera gasificada y no se vio para nada ninguna flama en ninguna parte de las explosiones. Y estos expertos afirmaban que el causante había sido el excremento acumulado en el colector de la Calzada Independencia.

Sea pues. Vale.



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