Oscar González Bonilla
26 de Octubre de 2018
VIENE LO PEOR
Me place saber que fue escaso el número de personas fallecidas por ahogamiento durante las inundaciones por desbordamientos de ríos en poblados de municipios como Tuxpan, Acaponeta, Tecuala y Santiago Ixcuintla, aunque datos a la deriva aseguran que de Nayarit en su zona norte cuando menos diez fueron las entidades afectadas, pero además la versión oficial explícita son 150 mil los damnificados.
-Ahora viene lo bueno para el gobierno de Antonio Echevarría García, porque habrá que levantar la economía de la región, pues las pérdidas agrícolas y en la ganadería, así como en otros rubros, deben de ser cuantiosas, dije al poeta Octavio Campa Bonilla.
-No, ahora viene lo malo, me contestó.
-Tienes razón, pero mi expresión fue en estricto sentido coloquial.
Sí, habrá que redoblar esfuerzos para que la normalidad vuelva a la región. Deberá pasar buen tiempo para que ello sea realidad. La inversión tanto económica como de quehacer administrativo corresponderá no sólo al gobierno estatal, sino federal y municipal. Con ese respaldo los miles de habitantes perjudicados de nuevo marcharán de pie. Sin embargo, la tarea no será nada fácil.
El gobernador de Nayarit, Antonio Echevarría García, comentamos, con toda seguridad ha pedido respaldo del gobierno federal al declarar zona de desastre, y el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, comisionó al doctor José Narro Robles, titular de la Secretaría de Salud, quien junto con el gobernante hicieron recorrido presencial por la zona devastada.
Pero la situación del momento no requiere a un secretario de Salud. Si es para evaluar la magnitud de los daños y con base en ello diseñar la estrategia de apoyo subsecuente del gobierno federal para intentar aliviar penas a 150 mil afectados, entonces bienvenido. Los problemas de salud, aunque no lo deseamos, pudieran registrarse cuando las aguas que provocaron las inundaciones desaparezcan de las poblaciones encharcadas.
Vendrá entonces la presencia del lodazal, animales muertos y todo tipo de inmundicias arrastradas por la corriente. En ese transcurso existe el riesgo de la presencia de diversas enfermedades entre la población, que bien pudieran devenir en epidemias. Es entonces que ese daño grave debe ser combatido por la mano santa de todos quienes trabajan en el sector salud.
Más tarde, plácidamente sentados a dos nalgas en banca que en la banqueta de la calle México tiene para fumadores el café Diligencias (yo no fumo, él sí), comenté al ingeniero agrónomo José Antonio Guzmán Hernández: ojalá como en el pasado el Ejército viniera a echar rialada de huevones y por la fuerza nos llevaran a la zona de desastre, porque de mutuo propio no vamos a ayudar a los nayaritas hoy en desgracia.
El ingeniero Guzmán es excelente cocinero. Cuando menos yo serviría para en carretilla recoger a paladas lodo o basura, pues no sé hacer nada.