Qué hay detrás de la caravana hondureña y qué adelante
Octavio Camelo Romero
23 de Octubre de 2018
Pretextando la carencia de plátanos, el ejército de los Estados Unidos invadió a Honduras en 1924. A partir de entonces y hasta la fecha, la ocupación militar y económica del territorio hondureño sigue vigente. No se han ido ni se irán, pero además, los norteamericanos son los que deciden toda la vida económica, política y social del país. La muestra está en la imposición de Juan Orlando Hernández a través de unas elecciones fraudulentas, y que por cierto generó un clima de descontento. Por otra parte, la acumulación por desposesión propia del neoliberalismo a la cual está sometida Honduras ha sumido a la población en una espantosa miseria la cual es aprovechada por fuerzas políticas y económicas de Honduras y de Washington. De aquí que la organización de la caravana no es espontánea ni está al margen del proceso electoral de los Estados Unidos. Más aún, parece ser una estrategia político-electoral de los republicanos con Trump a la cabeza.
Como se puede apreciar en el video de YouTube el cual mostramos su dirección, (https://www.youtube.com/ watch?v=PcT-SO07c6Q) miles de migrantes no sólo fueron organizados, sino también apoyados con dinero para que se sumaran a la caravana. ¿Qué se pretende con esta acción? A todas luces, generar una crisis en México y poner a prueba el saliente gobierno de Enrique Peña Nieto y del entrante, de Andrés Manuel López Obrador a las pretensiones electorales de los republicanos, de ser mayoría en el congreso de la Unión Americana. Es innegable que Donald Trump necesita mostrar su fuerza y su nacionalismo deteniendo a la caravana de migrantes invasores constituida por “delincuentes” según su dicho, para inclinar la balanza a su favor en las próximas elecciones del 6 de noviembre. De paso, esta acción le servirá para justificar la aprobación por parte del congreso de los miles de millones de dólares que pide para construir el muro en la frontera con México.
Por otra parte, independientemente de los intereses político-electorales de los republicanos norteamericanos, la situación del pueblo de Honduras no es nada satisfactoria. Dos de cada tres hondureños son pobres y la oligarquía de aquel país está constituida por escasamente doce familias, las cuales concentran la riqueza, el capital y el Poder, tanto político como económico. De allí que no fuese difícil embarcarlos en la aventura de la “caravana de migrantes” con destino a Estados Unidos, la tierra prometida. Huyendo de la miseria, la violencia y el desempleo inician su marcha y, desde luego, al paso por los otros países centroamericanos se le unirían migrantes de otras nacionalidades. Así llegaron a México. La última hornada llegó con más de cinco mil migrantes encabezadas por mujeres con sus pequeños hijos.
A todas luces hay en la frontera sur de México una emergencia humanitaria. Desde luego debe atenderse, pero no con gases lacrimógenos ni celdas, sino con una política que ponga por encima la vida. La respuesta, la que ésta sea, no está en la violencia ni en la indiferencia. Y sí en una sociedad organizada que respalde y acompañe la entrada y el recorrido por el territorio nacional. Nadie es ilegal. Migrar es un derecho natural, humano y social. Y a nosotros nos toca exigir el respeto irrestricto de los derechos humanos y apoyar activamente a la caravana de migrantes centroamericanos. Estos pocos miles, al igual que nuestros millones de paisanos migrantes, son seres humanos afectados por el capitalismo global y por el sistema económico criminal de Estados Unidos que domina al mundo. Para Trump y los republicanos migrar es un delito y no un derecho natural, pues las aves, las ballenas, las mariposas emigran. En fin.
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