Las cuotas escolares deben de ser abolidas para siempre
Sergio Mejía Cano
19 de Julio de 2018
Todos los sistemas ideados por los humanos para convivir en economías más justas, equitativas y que signifiquen un desarrollo progresivo en aras del bienestar social, podrían funcionar siempre y cuando su aplicación esté basada en los principios con que se idearon; sin embargo, es el mismo ser humano el que descompone todo al no ajustarse a una aplicación bien debida.
Lo mismo podría haber ocurrido con las mentadas asociaciones de padres de familia que se implementaron en las escuelas primarias que, cuando comenzó el dinero a ser su eje generador, tendría que llegar el día en que esta cuestión económica fuera el factor para crear conflictos debido a los intereses que conlleva todo asunto en donde entra la cuestión económica.
Todo estaría bien si esas asociaciones de padres de familia se dedicaran única y exclusivamente para velar porque sus hijos estén recibiendo una enseñanza adecuada, que no sufran maltratos tanto de los docentes como de los mismos alumnos entre sí y desde luego, juntarse para exigir a las autoridades y profesorado de las escuelas que impidan en todo momento que el deterioro del plantel avance, que los servicios sanitarios estén en óptimas condiciones de servicio, que salones, patios y jardines siempre estén limpios y, en el entendido de que el agua potable para saciar la sed es muy necesaria para la salud, esta nunca falte. Pero no juntarse los padres de familia para tomar acuerdos en que sean los mismos padres de familia quienes tengan que apechugar con los gastos para los implementos del aseo y demás cosas que por ley, es obligación de la Secretaría de Educación Pública y sus dependencias estatales.
Pero sobre todo, que no se exijan cuotas para la inscripción del alumnado y menos que se pida una cuota especial con el argumento de que si no se cubre esta cuota, no se entregarán las calificaciones y certificados de exámenes; porque se ha documentado que hay infinidad de quejas de padres de familia que han sufrido una especie de extorción por parte de algunos directivos de las escuelas de que si no entregan determinada cuota no les entregan las boletas y certificados y algo aún peor: sufren el amago de que podrían no ser vueltos a matricular sus hijos si no se ponen a mano con dicha cuota que se dice es voluntaria a fuerzas por así haberlo determinado la asociación de padres de familia de cada escuela. Y hasta tienen que pagar un recibo en algún banco y presentar éste como prueba de que ya se cubrió dicha cuota.
¿Y los padres de familia que viven al día y que no saben ni qué comerán en la noche o al día siguiente? ¿Tienen que aportar esas nefastas cuotas en vez de alimentar a sus hijos? Así que tal y como está hoy en día la situación económica de infinidad de familias, no queda de otra más que las cuotas que exigen las asociaciones de padres de familia en las escuelas sean abolidas para siempre, que sean prohibidas en su conjunto y si algunos padres de familia se muestran renuentes a renunciar a esta infame medida, pues que sean los que aprueben estas cuotas quienes las pongan y que no sean exigidas a quien se niegue a aportarlas, y que las autoridades escolares se pongan del lado del que no quiera aportar esas cuotas y no a favor de quienes las exigen. Así de fácil.
¿Por qué es tan codiciado estar en la directiva de una asociación de padres de familia de las escuelas primarias si se supone que significan más problemas en determinado momento que tranquilidad? En donde hay cuestiones monetarias tarde o temprano surgen conflictos al no salir bien las cuentas, pues ¿cuántas veces no se ha sabido que alguna tesorera o tesorero de una o varias de estas asociaciones salen con cuentas mochas a la hora de la hora?
Se podría decir que todo comenzó cuando una mamá o un papá se le hizo denigrante que sus hijos estuvieran estudiando en una escuela sin pintar, sin barrer, con el enjarre descarapelado, sin bebederos de agua, etcétera, así que juntó a otros padres de familia para exponerles que sus retoños no tenían por qué estar en una escuela deteriorada, así que mejor por qué no cooperaban para comprar lo necesario para darle una manita de gato a la escuela y, obviamente que no faltó la oreja del director oyendo todo esto y al momento pensó: de aquí soy. Y de ahí pal real se comenzó a correr el rumor de que no había presupuesto para el mantenimiento de los planteles, y ahí están los padres de familia organizándose pidiendo cuotas voluntarias que con el tiempo se convirtieron en obligatorias.
Sea pues. Vale.
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