Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Las enseñanzas de la guerra capitalista entre USA y China

Octavio Camelo Romero

13 de Julio de 2018

La competencia empresarial es una forma antagónica de rivalidad económica, es una lucha entre los empresarios por condiciones más ventajosas de aplicación del capital a fin de obtener la máxima ganancia.

En cada sector existe una multitud de empresas que se distinguen por sus proporciones, dotación de maquinarias, tecnologías y organización de la producción y, por consiguiente, por el nivel de productividad del trabajo. Esto significa que los valores individuales de mercancías iguales en distintas empresas son diferentes. La magnitud del valor de las mercancías está determinada por las inversiones de trabajo socialmente necesario, y no del trabajo individual. Marx denominó valor de mercado al valor social de las mercancías establecido como resultado de la competencia intrasectorial. El valor de mercado, o social, viene determinado por el valor individual de las mercancías que se producen en las condiciones medias de una esfera de producción dada y que constituyen una masa considerable de sus productos.

La competencia intrasectorial por lo tanto, es una lucha entre los capitalistas de un mismo sector de la producción por condiciones más ventajosas de producción y de venta, por la obtención de una ganancia extraordinaria. Es el punto de partida de todo el mecanismo de formación de los precios y de competencia. Los propietarios de las empresas que funcionan en mejores condiciones obtienen una ganancia adicional o superganancia equivalente a la diferencia entre el valor de mercado y el valor individual y viceversa. Sin embargo para cada capitalista individual la superganancia no es permanente. La obtienen los capitalistas cuyas empresas emplean los métodos modernos de producción, y hasta que la mayoría de las empresas no los empleen.

Por su parte, la competencia intersectorial es una competencia entre los capitales de distintos sectores de la economía por esferas más lucrativas de inversión de capital.  En condiciones de la libre competencia, los capitalistas de los sectores en los cuales la cuota de ganancia es más baja, tratarán de invertir sus capitales en sectores de la economía donde la cuota de ganancia sea más alta. La migración de capitales y, a la vez, del trabajo de unos sectores a otros provocará inevitablemente cambios en la correlación entre la oferta y la demanda de mercancías y los precios se diferenciarán con respecto a su valor. Este trasiego de capitales de un sector a otro continuará hasta que la cuota de ganancia en todos los sectores de la producción se nivele y forme una cuota media, o general, de ganancia.

La cuota media de ganancia es la proporción entre la plusvalía global y todo el capital social invertido en todos los sectores de la economía. La transformación de la ganancia en ganancia media hace que las mercancías no se vendan por su valor, sino según los precios de producción. El precio de producción comprende los costos de producción y la ganancia media sobre el capital desembolsado.  La masa global de plusvalía se redistribuye espontáneamente en el proceso de realización entre los capitalistas de los distintos sectores proporcionalmente a las magnitudes de los capitales anticipados invertidos en la producción. Cada capitalista no obtiene la plusvalía producida en su empresa, sino una ganancia igual a la magnitud de su capital anticipado multiplicada por la cuota media de ganancia. Como resultado de la redistribución espontánea de la plusvalía y la nivelación de la ganancia a la ganancia media, el valor de las mercancías se convierte en precio de producción. El precio de producción es una forma transfigurada del valor. La ley de la plusvalía se transforma en ley de la ganancia media, y la ley del valor, en ley del precio de producción.

Sin embargo, con la transnacionalización del capital o globalización del capital, la competencia deja de ser un fenómeno nacional para convertirse en un fenómeno transnacional. Se rompen las barreras nacionales y se enfrentan los capitales transnacionales. Esta es la esencia de la guerra mercantil entre USA y China. La narrativa de Trump ya no es sólo que China le ha robado empleos, sino que le ha quitado tecnología a Estados Unidos e invade sus patentes y secretos industriales. Cuando en China se impone el actual modelo de “socialismo de mercado” el país ya estaba preparado para recibir y absorber la tecnología que vendría asociada a las inversiones extranjeras.

China adquirió en el seno de la OMC la obligación de no exigir a las empresas que quieran invertir en ese país el que procedan a transferir tecnología. Pero China mantiene un amplio grado de discreción para definir en qué sectores se acepta la inversión extranjera directa (IED) y en cuáles, está restringida o regulada. Y entre las ramas sujetas a regulación, China puede decidir que la IED sólo se acepta cuando hay empresas conjuntas en las cuales se aplican esquemas de transferencia y absorción de tecnología. Eso está permitido por la OMC. No cabe duda, hay que aprender de los chinos. En fin.


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