Tepic, Nayarit, martes 03 de diciembre de 2024

No tiene caso pelearnos ni perder la amistad

Sergio Mejia Cano

14 de Junio de 2018

Los mexicanos como buenos copiones que somos tanto de lo malo como de lo bueno de otros países, los aficionados al fútbol se han desbordado en manifestaciones violentas a favor de sus equipos como una mala copia de los “hooligans” en Inglaterra, por lo que defienden al equipo de su preferencia hasta con golpes ya sea en el mismo estadio o fuera de él.

Y así como los futboleros se han enfrascado en riñas por defender a su equipo, algo similar está pasando con algunas personas que no soportan que su candidato a la Presidencia de la República a otras personas no les caiga nada bien.

Hay gente que se enciende coléricamente a pesar de que ya se ha dicho que las preferencias electorales no deber dar pie para que se deshagan amistades o que los parientes estén peleados entre sí, porque a fin de cuentas a ninguno de los candidatos les importa el pueblo en sí, sino que únicamente persiguen su propio bienestar y satisfacer sus ímpetus y ambiciones.

En realidad no tiene caso que familias enteras se estén enfrentando debido a sus diferencias en cuanto a candidatos o partidos políticos porque nada bueno podría resultar de estos enojos no nada más entre familiares, sino también entre amigos, vecinos y conocidos, porque a fin de cuentas los candidatos se quedan tan campantes y quienes se disgustan entre sí, quedan peleados de por vida, aplicando aquello de que cuando un jarrón se rompe, por más bien que lo vuelvas a pegar, aun así se le llegan a notar las grietas de la rotura.

Quienes ahora se pelean por disertar en sus preferencias electorales podrían ponerse a pensar como cuando unos niños se pelean y después entran los padres y estos a su vez se embroncan por defender a sus vástagos e incluso por esto, uno se va al hospital o al pozo y el otro a la cárcel o a huir provocando que ambas familias se desbaraten por culpa de un pleito de chiquillos; y resulta que al rato esos niños que generaron todo esto, vuelven a jugar juntos mientras los padres ya se embroncaron quizás para siempre.

Esto de disgustarse con alguien nomás porque no le apuesta al mismo candidato, pues como que no va, porque a nada bueno conduce, ya que al último resulta que los ataques, denuestos, infundios y difamaciones eran todos parte de una estrategia tal vez precisamente para aplicar aquello de “divide y vencerás”; así que mejor tomar todo como el Chavo del 8: por el lado amable y que la política no nos distancie de los demás.

Ah, porque hay personas que para hacer la mosca chillar, en cuanto ven a alguien que está muy metido con determinado candidato le comienzan a decir a ese alguien un sinfín de cosas en contra del candidato de su preferencia nada más con el afán de hacer enojar a ese alguien sacándolo de sus casillas solamente para ver cómo reacciona. Porque aunque no lo parezca, hay gente que se ha fanatizado con algún candidato y lo defiende a capa y espada contra todo lo que oye que se dice de ese candidato; y ese enojo debido al fanatismo, no hace ver a esta gente que únicamente se están burlando de ella viendo su reacción.

Obviamente que no nada más el fanatismo hace que algunas personas defiendan a determinado candidato, porque también están los militantes de los partidos políticos que por fuerza tienen que defender al candidato que contiende bajo las siglas de su partido para no caerse del mecate, y a pesar de estar consciente de que su candidato no tiene ninguna posibilidad de triunfo, aun así tienen que andar pregonando que apoyan al candidato de su partido y decir que ganará, aunque en el fondo reconozcan todo lo contrario; y si bien hay militantes de los partidos políticos que actúan así, también los hay quienes ilusamente se creen sus propias convicciones sin reflexionar que no hay ninguna posibilidad de triunfo, pero reconfortados con el sueño que se podría hacer realidad debido todo a un posible milagro o golpe de suerte de última hora. La esperanza muere al último, según esta gente ilusa.

Y en realidad, ¿para qué disgustarnos entre nosotros mismos, los ciudadanos de a pie? Porque quede quien quede para nosotros posiblemente no haya ningún cambio significativo en nuestras vidas. ¿Acaso sentimos algo cuando llegó Vicente Fox a la Presidencia de la República o cuando llegó Felipe Calderón o ahora que está Enrique Peña Nieto? Si acaso más desempleo y privatizaciones, pero prácticamente todo siguió igual. Quienes sufren son los políticos que quedan fuera del presupuesto, pero Juan Pueblo sigue y seguirá siempre igual, por lo pronto.

Sea pues. Vale.

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