La campaña electoral 2018 pretende generar miedos y confusión
Octavio Camelo Romero
28 de Mayo de 2018
Como lo dijimos en este mismo espacio, la sociedad capitalista es una sociedad enajenada. La enajenación empieza desde la niñez porque la enajenación es socio-cultural y está mediada por los adultos que atienden a los niños y niñas. Anteriormente la “escuela” era el instrumento más importante para enajenar a la población, pero hoy las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación, las NTIC, no solamente han ampliado el instrumental, sino que han desarrollado nuevas formas para enajenar a la sociedad. Los teléfonos celulares o móviles, las tablets, el internet, las redes sociales, los chats, la televisión, etc., son medios utilizados para bombardear el cerebro de las personas. A través de ellos se dan pseudo-argumentaciones sobre los sucesos y se genera “confusión”, se generan miedos y hasta pánicos a ciertas figuras y personalidades. Estos instrumentos y las redes sociales se usan para distraer la atención de los problemas y temas nodales sobre la corrupción, la impunidad, la tragedia humana, la violencia, la lucha social, etc. Se usan memes y videos para evadir la explicación científica sobre los acontecimientos. Pero además de la confusión generan el egoísmo y el miedo. El miedo y la confusión resultan ser dos estrategias usadas por la “derecha” para atraer a la población hacia ella. Cuando alguien está confundido su cerebro pierde lucidez y no logra argumentar correctamente. En esa situación el cerebro es fácil de convencer con imágenes, con palabras simples, como las que se usan en Internet, en las TV, etc. Y con el miedo llevado hasta el pánico social se puede fácilmente dominar creando “enemigos abstractos” como terroristas, como populistas, como disolutos sociales, migrantes, homosexuales, mujeres, anarquistas, etc. En una sociedad capitalista enajenada cuyos integrantes además de la enajenación propia del sistema manifiesten confusión en la comprensión de las cosas y temor o terror a los “enemigos abstractos”, fácilmente son presa de los grupos gobernantes y de la derecha. Para esos propósitos generan la figura paternal o maternal según sea el caso, como aquella que protegerá a los individuos de esos temores y de esos enemigos. Una vez creada esta figura protectora, con relativa facilidad se le puede adjudicar a un candidato, a un gobernante, o a una institución.
El terrorismo que hacen la derecha y el gobierno para mantener su dominio sobre la sociedad, son prácticas que se vienen arrastrando desde hace tiempo. Se intimida a las familias con enemigos abstractos inventados según sea el caso.
En México en el pasado, la gobernabilidad autoritaria que caracterizó al régimen presidencialista estaba sustentada en tres pilares: el presidente de la República, un partido hegemónico y la interacción de reglas formales y normas no-formales. A consecuencia de las políticas públicas represivas y antipopulares dichos pilares fueron debilitados sin que se generara una institucionalidad alternativa sustentada en nuevos ejes para una gobernabilidad democrática. En el fondo este es el objetivo político de AMLO, crear la gobernabilidad democrática que requiere el país.
El Estado Neoliberal Mexicano ha mostrado nulo oficio político y ha dado muestras de una política fascista, de oídos sordos. No escucha y solamente cuando han mediado muertes de ciudadanos, se ha dignado platicar con interlocutores. Incuestionablemente que tal situación está agravando las relaciones sociales y políticas y, además, está poniendo en riesgo la paz pública.
Disentir de la opinión del Estado equivale a ser juzgado de “traidor a la Patria”, de “ser agente de fuerzas externas enemigas del país”, de “ser disoluto social o terrorista”, etc. Y lo peor del asunto es que estas tipificaciones fueron y son materia del derecho positivo mexicano. Por eso se dice que hay que protestar conforme a la ley, no por encima de la ley. “Nadie por encima de la ley”, gritan los agentes del capitalismo devenidos en simples siervos públicos del capital enclaustrados en el gobierno. Y no solo en el gobierno federal sino también en los gobiernos estatales y municipales. En fin.
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