Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Reconocer y valorar a la mujer

Sergio Mejía Cano

17 de Febrero de 2018

La frase atribuida a Antonio Fraguas de Pablo, conocido en el ámbito literario como “Forge”, que dice: “La violencia es miedo a las ideas de los demás y poca fe en las propias”, se le podría aplicar a la mayoría, si no es que a todos los misóginos, porque no hay ninguna justificación para maltratar a las mujeres sino solamente el miedo hacia ellas.

La palabra “empoderar” según la Real Academia Española significa “hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido”; sin embargo, las mujeres no conforman un grupo social desfavorecido, sino desconocido, porque al reconocerles su lugar entre la especie humana no es hacerles un favor, sino reconocérselos, darles el lugar que se merecen que es y debe ser a la par de los varones. Y no se trata tampoco de hacerlas poderosas, porque ya lo son, y desde luego, fuertes, porque es precisamente la mujer la que a fin de cuentas ha perseverado la especie, ya que de no ser por su función, la humanidad no hubiera progresado en este planeta.

La mujer, al igual que las hembras de la mayoría de las especies que pululan en la canica son las que se encargan de la crianza y manutención en sí de las crías; y si bien en nuestra especie humana se supone que es el varón quien va a conseguir el sustento de su familia, el comportamiento del hombre es más parecido al de los machos de otras muchas especies que nada más engendran y vámonos, le dejan toda la carga a la hembra, igual muchos humanos que hacen la jugada de “pisa y corre” y ahí te ves, jamás vuelven a aparecer o si aparecen, la mayoría de las veces se hacen los desentendidos del producto en la panza de una sola copula y ya están negando la paternidad.

Últimamente se dice que se ha incrementado la violencia contra la mujer; sin embargo, podría ser que hoy debido a la tecnología de la comunicación es que nos damos cuenta de más hechos de violencia que siempre se ha ejercido en contra de ellas, y desde luego, al crecimiento poblacional.

Es lamentable que en varias partes del mundo no se reconozca el valor femenino y lo que tanto significa para la humanidad. Doloroso que en pleno siglo XXI en algunos países se siga considerando a la mujer como un ser de segunda clase y que debe ser relegada de las decisiones que toman los varones.

Pero para no ir tan lejos, aquí mismo en nuestro país, no fue sino hasta el año de 1953 en que se comenzó a reconocer el voto popular femenino aunque no la participación abiertamente en política, ¿por qué? ¿Qué acaso la política es única y exclusiva para el sexo masculino? Y de nuevo la pregunta: ¿por qué? ¿Por qué no reconocer a la mujer como ser humano que es que debe estar en igualdad de circunstancias que el varón? Y no nada más ocupando o haciendo cosas que aún hasta el día de hoy mucha gente considera que nada más los varones las deben de hacer, no, sino abrirles todos los campos en donde se pueda desarrollar de acuerdo a sus aptitudes y gustos y no únicamente en donde él hombre se lo indique.

Cierta vez leí a alguien de cuyo nombre no me acuerdo por el momento, que señalaba, palabras más, palabras menos, que estaba en contra de la liberación femenina y por ende del llamado feminismo porque esto no significaba nada más tener que hacer las cosas que desde siempre se consideran como masculinas y por lo mismo vetadas a las mujeres, porque la mujer no lo necesita, ya que está comprobado que es el hombre el que necesita más de la mujer y no al contrario.

También oí a una persona que decía que Jesús había dicho que quien agrediera a un niño lo estaba agrediendo a él, a Jesús y por ende a su Padre Dios. Y esta persona sacaba en conclusión que era lo mismo con quienes agredían a una mujer, pues al ejercer violencia sobre una fémina lo estaban haciendo en contra de su propia madre –del agresor por supuesto- y de todas sus mujeres.

Sin embargo, queda claro que la violencia sobre las mujeres es también cuestión de cultura, y que se va desarrollando desde la tierna infancia de ambos géneros, ya que el niño crece viendo cómo su padre maltrata a su madre y la niña ve la sumisión en la mayoría de los casos de su mamá frente a lo agresivo de su papá y así va generándose la cadenita que culmina en una violencia aceptada por costumbre.

Los varones más agresivos contra las mujeres, es probable que odien cómo los educó su progenitora y de ahí esa misoginia tan palpable y que como no puede o no se atreve a reclamarle a su mamá, pues quien paga el pato es la mujer que consigue como pareja sentimental.

Sea pues. Vale.

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