Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Una plática de recuerdos

Sergio Mejía Cano

11 de Enero de 2018

Si bien se dice que no es ético escribir sobre cosas personales en una columna de opinión, hoy lo considero necesario debido a como ocurrió lo que voy a relatar.

Resulta que al ir caminando por los portales de céntrico hotel de la capital nayarita, un joven lustrador de calzado de los que cotidianamente saludo al pasar junto a ellos, me llama para que me acerque a su lugar de trabajo y me pregunta que si es verdad que antes amarraban burros y otra clase de equinos en la esquina que conforman hoy en día la calle Lerdo y la avenida México. Me sorprende su pregunta, pero le respondo que aunque hay mucha gente que me dice que si llego a la edad que represento ya la hice, de todos modos a pesar de pertenecer ya a la tercera edad, aún no soy tan mayor como aparento, y que en fotografías del Tepic antiguo sí he visto que hasta carretas de tiro estacionaban ahí en ese lugar y alrededor de la plaza principal e incluso hasta se ve el empedrado de dichas rúas.

También le informo que en dichas fotos se ve que la estatua de don Benito Juárez estaba situada a media calle entre la hoy calle Amado Nervo y Zaragoza, precisamente frente al edificio antiguo que al parecer tiene en lo alto de su fachada el número 1873 o algo así, y abundo diciéndole a este curioso joven que gracias a esas fotografías se puede disfrutar conociendo cómo era ese antiguo y tranquilo Tepic, y le comento que ahora gracias al internet puede él mismo buscar estas imágenes y que hasta en su mismo teléfono móvil las podría mirar; esto debido a que veo que trae un teléfono móvil moderno, de esos de pantalla completa y que son de tacto de dedo.(Sin albur desde luego).

Luego me dice este muchacho lustrador de calzado que le han comentado algunas de las personas que son sus clientes que antes en la planta baja de este hotel había unos almacenes con el nombre de unos que hoy están en la esquina de Morelos y Puebla, y me pregunta si de eso sí me acuerdo, a lo que le respondo que sí, pero que no nada más vendía ropa como ahora, sino que era más bien como un supermercado que ofrecía latería, abarrotes, etcétera; y le digo que después también estuvo una tienda de telas ahí en ese lugar. Y le informo al joven bolero que también existió en dicho hotel una discoteca en donde hacían tardeadas porque ahí acudían mis hermanos menores y también una especie de cantina-restaurante porque recordaba haber acudido con unos compañeros más de una vez a disfrutar de bebidas espirituosas. Y se sorprende el muchacho cuando le digo que al parecer lo que era la discoteca se había incendiado. Y que de buena fuente me había enterado que todo cambió en el hotel en 1982 cuando llegó otra administración.

Me pregunta el joven bolero  que si recuerdo cómo estaba el hotel antes de estar como hoy en día, a lo que le respondo que cuando uno está más joven casi no se fija uno en esas cosas sino hasta que la edad te hace más observador y ya te comienzas a fijar en los edificios de tu entorno y hasta descubres que algunas casas son de dos pisos y nunca te habías fijado o no habías puesto atención.

Sigue con su cuestionamiento el muchacho limpia-botas y me pregunta cuáles eran los cines a los que acudía de joven, a lo que le contesto que yo caí en Tepic a finales de 1973, pero que como buen cinéfilo que era acudía al Amado Nervo y al Azcona, al Alcázar muy poco iba (al decir Alcázar, peló los ojos volteando la mirada hacia arriba y los lados como si se preguntara a sí mismo cuál había sido ese cine), así se llamaba el Premier 70 antes, le aclaro, y su respiración vuelve a la normalidad, pronunciando un escueto “ah”. Y le comento que después de estos cines llegó “La Caja Mágica” y las salas gemelas de la avenida Insurgentes. El muchacho lustrador de zapatos me recuerda que también él había sabido de un cine que estuvo en la Juárez y Ures, en las instalaciones del sindicato magisterial y otro por la calle Zapata antes de llegar precisamente a la Ures, le respondo que sí los conocí pero que no habían sido cines “normales”, sino de poco prestigio familiar.

Le digo que recuerdo bien el Azcona y el Amado Nervo, porque los domingos había matiné y a mí me tocaba llevar a mis hermanas y hermanos menores, también en el Premier 70 había función los domingos por la mañana pero siempre se nos hacía más lejos pero sí íbamos siempre y cuando la cartelera estuviera buena, pero si no, pues no.

No recuerdo cuándo se reformó este famoso hotel de la esquina de la calle Lerdo y la avenida México y entrar a la modernidad.

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