Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

La izquierda revolucionaria frente a la democracia capitalista

Octavio Camelo Romero

18 de Diciembre de 2017

Independientemente de la “derecha”, la izquierda asume diferentes prácticas sociales que obligan a su clasificación. Por eso, y para una mediana claridad, es conveniente señalar algunos de los rasgos caracterizadores de las llamadas izquierdas. Si hablamos de México, por no generalizar la codificación, y sin la presunción de eliminar a alguna de ellas, se puede decir que por lo menos existen seis izquierdas. La izquierda que se alía a la derecha, la izquierda que colabora con el Estado Transnacional Mexicano, la izquierda puritana que no se mezcla para no contaminarse, la izquierda reformista, la izquierda infantilizada y la hipotética izquierda revolucionaria. Del cúmulo de estas izquierdas, tomamos a la “izquierda revolucionaria” para analizar su papel dentro de la “democracia capitalista” mexicana y mundial.

Por otra parte, es conveniente caracterizar a la “democracia capitalista” como régimen político y como ideología. Y en este sentido, es prudente señalar que desde finales del siglo XX hasta la actualidad, la democracia capitalista se ha extendido como nunca antes lo hizo. Desde luego que la idea generalizada de la imposibilidad de existencia de una democracia distinta y superior a la capitalista, ha jugado un papel preponderante. También la idea de la inoperancia del socialismo y su negación existencial han ayudado al crecimiento y divulgación de la democracia capitalista como salvadora de la situación de penuria de las familias de los trabajadores. Y a pesar de todo, la creencia en la democracia capitalista como expresión de la soberanía popular sigue presentándose ante las grandes mayorías como un máximo de libertad al que se puede aspirar.

Partiendo de la idea de la imposibilidad de la revolución y de determinados presupuestos teóricos, se da sustento a una “estrategia” reformista que despoja a la hegemonía y a la propia democracia burguesa, de sus fundamentos objetivos, es decir, de las bases económicas de la sociedad capitalista, de las clases sociales y las relaciones de fuerza, para situar el problema en el terreno de la articulación de lo discursivo.

En contrapartida, se debe pensar la revolución en las estructuras socio-políticas Se trata de una cuestión estratégica fundamental en el escenario actual, luego de décadas de expansión de las ilusiones en la democracia burguesa. Para ello necesariamente hay que abordar una serie de problemas programáticos, tácticos y estratégicos y su articulación con la lucha por el gobierno obrero. En particular el papel de las consignas democrático-formales, o más precisamente, las democrático-radicales, como abolición de la figura presidencial, desaparición de las instituciones caducas y unificación de los poderes legislativo y ejecutivo en una cámara única, la revocabilidad de los mandatos, la abolición de los privilegios a los funcionarios, entre otras. Se trata de dar cuenta cabalmente de las fuerzas materiales en las cuales se encarna la hegemonía burguesa al interior de la clase obrera y sus potenciales aliados, y de extraer las consecuencias estratégicas que se desprenden de ello. Dentro de ciertas corrientes de izquierda, las consignas democrático-radicales han sufrido dos destinos inversos que han desfigurado el papel que cumplen como parte del programa transicional hacia la dictadura del proletariado. Por un lado, quienes han transformado el programa democrático-radical en un fin en sí mismo, sustituyendo la “dictadura del proletariado” por la conquista de una supuesta “democracia hasta el final” Por otro lado, la reacción opuesta ha sido el negar la importancia de las consignas democrático radicales, por considerarlas en sí mismas “democratizantes” En ambos casos, ya sea transformando las consignas democrático-radicales en un fin en sí mismo, o negando su papel, la consecuencia es debilitar  la lucha contra los regímenes burgueses y la consecuente adaptación a los mismos. Este problema se vuelve fundamental cuando, la democracia capitalista y las ilusiones en ella se han extendido en las últimas décadas más que nunca, con regímenes de este tipo relativamente estabilizados, incluso más allá de los centros imperialistas. En fin.


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