La voracidad empresarial impacta en la inflación, no el salario mínimo

No queda suficientemente claro para los economistas burgueses si la categoría económica “inflación” está referida al precio o al dinero circulante. Sin embargo, en ninguno de los dos casos, el salario impacta a la inflación. Si nos referimos al precio de la mercancía, éste está determinado por los costos de producción más la ganancia media, lo cual implica que precio y valor de la mercancía sean diferentes. Sin embargo, la disminución del salario real trae como consecuencia un decremento de los costos reales de producción y un incremento en la producción de la plusvalía, lo cual implica un aumento en la masa de plusvalía y una plusvalía extra en ciertos sectores de la producción. Para el caso de México, el incremento de 8 pesos al salario mínimo se transfigura en una disminución al salario real de los trabajadores con sus familias y un incremento a la masa de la súper ganancia de ciertos capitales, manteniendo incluso el mismo nivel de precio. En alguna otra ocasión tocaremos este tema en este espacio. Sin embargo, queda claro que el minúsculo incremento al salario mínimo ni siquiera se nivela con el nivel elevado de los precios de la canasta básica provocado por el incremento de los precios de los combustibles, de la luz, del gas, etc.

Si la referencia del salario mínimo se hace al dinero circulante, éste se relaciona con precios, volumen producido, crédito directo y crédito a través de plásticos, con la velocidad de la circulación, etc. Si aumentan los precios y la velocidad de circulación de las mercancías permanece constante, entonces aumenta el dinero circulante. Empero, el sistema del dinero plástico o crédito mercantil y bancario a través de tarjetas ha impactado en el aumento de la velocidad de circulación mercantil, lo cual implica una reducción del requerimiento del dinero circulante, y por lo tanto, el aumento de 8 pesos al salario mínimo no afecta en nada al dinero que se requiere para que las mercancías circulen.

Por todo lo anterior, No es cierto que los aumentos al salario mínimo impliquen una recuperación adquisitiva que no se había tenido en 30 años. No es cierto que el avance del poder adquisitivo supere los índices de las tres administraciones anteriores a la de Peña Nieto.

La Confederación Patronal de la República Mexicana, COPARMEX, afirmó en un comunicado que el incremento es un avance limitado y de medio camino, y que sólo cubrirá 92.76 por ciento de la línea de bienestar establecida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, CONEVAL, nivel que queda por debajo de la meta que había propuesto la propia COPARMEX, de 95.84 por ciento de cobertura.

Se dice que las negociaciones para determinar el incremento al salario mínimo fueron muy difíciles, que la patronal proponía 95 pesos diarios, mientras la Confederación de Trabajadores de México, CTM, propugnaba por llevar los mini salarios a cien pesos al día. De lo cual se infiere que, ser cierta esta versión, la representación gubernamental fue la que impuso el límite más bajo, seguramente en acato a las recomendaciones del gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, quien el 10 de noviembre anterior dijo que el aumento debería ser prudente para no impactar la inflación.

Resulta paradójico que las autoridades se muestren cautas en las medidas para no tener efectos inflacionarios, a propósito del incremento a los salarios mínimos, cuando han asumido un comportamiento contrario para allegarse recursos fiscales mediante alzas desmesuradas a los precios de los combustibles, incrementos que causaron un incremento de la inflación de los precios en detrimento de los trabajadores,  a partir de enero pasado hasta la fecha. En fin.