Pues sí hay empleo pero no

En el vecino estado de Jalisco generó gran polémica la frase emitida por el gobernador de dicha entidad, al decir que ahí no trabaja el que no quiere porque trabajo hay; palabras que causaron hasta indignación en buena parte de la población y en investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG), como el economista e investigador Enrique Cuevas quien señaló lo dicho por Jorge Aristóteles Sandoval como algo irreal, de mal gusto y hasta grosero, claro que aparte de optimista, porque la realidad en cuanto a empleo en Jalisco dista mucho de lo dicho por el gobernador.

Y si bien posteriormente el gobernador jalisciense reconoció que precisamente no son muy bien remunerados los empleados generados, no dejó de insistir que Jalisco es un referente en la creación de empleos, en la inauguración del Tercer Congreso Internacional sobre Industrias Culturales y Creativas, por lo que instó a los presentes que “dejemos de decir que hay trabajo, no nos conformemos con generar fuentes de trabajo, ahora lo que queremos es que estén mejor pagadas”. Y ante esto, el investigador de la UdeG volvió a rebatir lo dicho para Aristóteles Sandoval al señalar que si el gobernador no se da cuenta que la mitad de esos empleos que presume solamente representan el 50 por ciento de los empleos en Jalisco, porque la otra mitad es el empleo informal, y de eso no habla jamás; y de que los sueldos en Jalisco son bajos y el 52 por ciento de los trabajadores ni siquiera cuenta con un contrato de trabajo formal.

Sin embargo, esto de la generación de empleo pero mal remunerado y posiblemente eventual no nada más es privativo del estado de Jalisco, sino que es un problema a nivel nacional y si bien el mismo presidente Peña Nieto también presume que en su sexenio se han generado miles de empleo, jamás toma en cuenta a los trabajadores que ya perdieron su empleo por equis circunstancias, porque si bien el presidente Enrique Peña se basa en las altas al IMSS, no dice nada de las bajas ante el mismo instituto y menos de las personas que al cumplir 35 años de edad ya les es muy difícil encontrar empleo, de ahí que mucha gente mejor recurra al empleo informal, por lo que la mayoría de estas personas dejan de cotizar ante las instituciones del Sector Salud, y pues la vida pasa muy rápido o mejor dicho: el ser humano es el que pasa rápidamente por la vida y cuando menos lo piensa ya está en la tercera edad y sin posibilidades de recibir una pensión por vejez.

Y precisamente eso de la edad sí que es un problema no nada más para los adultos mayores, sino también para quien ya rebasó la treintena de edad y más si no cuentan con algún tipo de capacidad. Porque también es justo reconocer que sí podría haber empleos, pero aparte de no ser muy bien remunerados, requieren de cierta capacidad que muchas de las personas no tienen o tienen otras capacitaciones que no concuerdan con los empleos que encuentran, por lo que eso y nada viene a ser prácticamente lo mismo en cuanto a empleo por no reunir los requisitos indispensables que se requieren para ocupar determinado puesto laboral.

En 1991 en los Ferrocarriles Nacionales de México se dio el famoso programa del “retiro voluntario” en el que cayeron muchos trabajadores ferroviarios atraídos por la cantidad de dinero inmediato que les ponían en sus manos, por lo que muchos se fueron con la finta del canto de sirenas sin tomar en cuenta que encontrar otro empleo les sería muy difícil a los que tuvieran ya una edad por encima de los 30 años. Este programa se promocionó en todas las ramas excepto en la de transportes, por lo que telegrafistas, locomotoristas y trenistas quedaron fuera de dicho programa. Obviamente que entre los que se fueron con el retiro voluntario había gente que sabía hacer otras cosas o que aparte de su trabajo en el ferrocarril tenían otro negocio o hacían otras cosas como albañilería, fontanería, mecánica, etcétera; pero los que no sabían hacer nada, a los tres meses de haberse creído reyes por tener una cantidad de dinero en sus manos que jamás habían visto junto, después ya no tenían nada y los que habían comprado carro, estéreos, muebles de sala, etcétera, al rato ya los andaban vendiendo por no encontrar trabajo en otro lado y el ferrocarril había terminado para ellos.

Y quienes cuidaron su dinero o lo invirtieron en algún negocio, desde luego a unos les fue bien, pero a otros no tanto, por lo que se vieron en la necesidad tener que aprender algún oficio para tratar de salir adelante pero ya sin IMSS.