Cambiar de modelo de desarrollo en México es tarea impostergable
Octavio Camelo Romero
13 de Marzo de 2017
Cuánto daño le han causado a los mexicanos quienes desde han estado incrustados en el gobierno desde los tiempos de Miguel de la Madrid hasta en la actualidad. Y es que se sustituyeron los modelos de desarrollo por el modelo de crecimiento económico guiado por el mercado. Pareciera obsoleto hablar hoy día sobre modelos de desarrollo, de esa actividad en la cual los gobiernos planeaban su política industrial, económica y social para generar no sólo el crecimiento del producto interno bruto, PIB, sino también el desarrollo, o sea, una mejora cualitativa de la vida de los mexicanos más que cuantitativa de la actividad económica. Fueron olvidadas expresiones como la redistribución de la renta, la de salario digno, la de mejoramiento de las condiciones laborales, la de reducción del horario y alza del poder adquisitivo, etc., expresiones que el día de hoy son más urgentes que nunca. Además, se acabó el debate sobre la lucha por un estado de bienestar universal y gratuito.
Las banderas de la antigua socialdemocracia y de la mayoría de las izquierdas partidistas han sido abandonadas. Ya no se habla de las pensiones por vejez y de antigüedad laboral como derecho inajenable, del sistema único de salud universal y gratuita, de la educación pública, gratuita e incluyente, de los subsidios de desempleo, y a la educación, de los bienes comunes como el agua de calidad, de la renta de PEMEX y de la renta básica universal, etc.
Como dicen algunos críticos: “El goce de estos derechos no debe subordinarse a condiciones subjetivas o jurídicas impuestas por los neoliberales. Ni siquiera deberían condicionarse a la nacionalidad, sino que han de reivindicarse como universales, y son compatibles con una visión amplia del desarrollo, entendido éste como el aumento de la seguridad humana, del bienestar global, no sólo material, y del respeto de los derechos humanos de toda la población”.
La creación de una mayor protección social y humana en una sociedad desigual como la mexicana, es una tarea insoslayable que involucra tocar intereses creados y a políticos, sobre todo cuando el sistema político está en campaña electoral permanente.
El asunto de los impuestos se ha vuelto crucial y perjudicial para los asalariados; el aparente y equitativo cobro de más impuestos a los que más ingresos perciban, esto es, pagan más quienes más tienen, se ha vuelto contra quienes cobran escasos dos o tres salarios mínimos. La corrupción y el despilfarro son otros dos temas sensibles para la gente y la agenda política, relacionados con la recaudación y el gasto. El gobierno recauda más, despilfarra más, y en los recortes al gasto público perjudica al gasto social. Que paguen quienes menos lo han hecho hasta ahora como son los grandes capitales, las mineras, los especuladores, las finanzas, los consorcios nacionales y trasnacionales que, contrariamente al asalariado promedio o al trabajador informal, sí pueden consolidar balances y allanar asperezas con el Servicio de Administración Tributaria mediante turbios arreglos. La conclusión de todo esto es la austeridad pero no en el gasto social, sino en el costo de la burocracia estatal y política Pero además hace falta volver a las banderas de la redistribución de la riqueza y de los modelos de desarrollo, y hay que abandonar al esquema regulador del mercado porque éste mostró ser inequitativo en la vida económica y social México.
El mercado interno se ha contraído, la economía popular está en bancarrota, el comercio depende en 80 por ciento de Estados Unidos, y fuera de las autonomías indígenas, son pocos los espacios para crear los modelos de desarrollo. Más de la mitad de la población vive en la pobreza con un salario de subsistencia. El modelo actual, basado en bajos salarios, un estado de bienestar parcial e insuficiente y una división internacional del trabajo que asigna a México el lugar de maquilador, plataforma de exportación y destino turístico, tendrá que cambiar a raíz de las drásticas modificaciones a la política comercial y económica del vecino país del norte. Es impostergable un modelo de desarrollo. En fin.
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