Promesas alimenticias
Sergio Mejía Cano
07 de Marzo de 2017
Existe una máxima griega que reza: “conócete a ti mismo”, algo que creo casi nadie nos hemos atrevido a hacer, por aquello de que probablemente en un arranque de sinceridad, congruencia, sensatez y honestidad nosotros mismos nos lleguemos a decir nuestras verdades y por lo mismo nos lleguemos hasta a asustar en caso de que descubriéramos quiénes somos en realidad.
Quién soy, de dónde vengo, adónde voy, qué hago aquí, por qué hice eso, por qué dije aquello, por qué me comporté de tal forma aquella vez o ayer u hoy o siempre, por qué soy así, por qué trato así a mis semejantes y un largo etcétera de preguntas internas al propio yo que tal vez nos acarrearía un colapso nervioso a tal grado de ya no querer adentrarnos aún más en nuestro interior por miedo a descubrir que en realidad no somos nada de nada sino componentes de un todo en donde si nos apartamos, podríamos perdernos irremediablemente o llegar a alcanzar esa paz interior tan anhelada en determinados momentos.
Conócete a ti mismo antes que a nadie, recuerdo que me dijo una persona mayor siendo yo un infante. En ese tiempo no entendí muy bien que digamos, pero de inmediato corrí a mirarme en un espejo comprobando que sí me conocía al menos físicamente, porque ya con el tiempo alcancé a comprender la esencia de esa frase de llegar a conocerse uno mismo y, pues vaya que a veces es difícil reconocernos tal cual somos siempre y cuando no asumamos poses hipócritas con tal de darnos gusto nosotros mismos; sin embargo, esto no es más que un engaño a nosotros mismos si no somos capaces de reconocer que podríamos ser o estar más chuecos que un cigüeñal, ser dos caras ocultando la menos peor que guardamos muchas de las veces para adquirir algún favor de alguien a quien consideramos económicamente por encima de uno o en un cargo público o en una empresa y que nos podría ayudar a escalar en la vida, así que para eso es que guardaríamos nuestra menos peor cara, para ser hipócritas tratando de engañar a los demás, que al fin y al cabo no es más que un engaño a nosotros mismos.
Si esto de conocerse a sí mismo fuera una constante en el ser humano, posiblemente el mundo funcionara un poco mejor porque cada quien estaría en el lugar que le corresponde de acuerdo a sus capacidades; pero en caso de que lo aplicaran a fondo quienes deambulan en el ámbito político, tal vez este rubro estaría casi desierto, debido a que muchos de los que están en la política es de rebote, por amistad, compadrazgos, lazos familiares o simplemente por adulaciones que se creyeron cuando se las dijeron los que algo pretenden sacar de ganancia con esa adulación. Así que si a quien adulan se pone a pensar si son verdad todas las cualidades que le encajan como ser humano y si se llegara a responderse honestamente y descubriera que para nada tiene esas cualidades con las que le han etiquetado, tal vez daría marcha atrás y se dedicara a otras cosas de acuerdo a sus verdaderos conocimientos, aptitudes y desempeño de las mismas.
Claro que también está la máxima de “querer es poder”, de que si se quiere se puede o más allá, otros la toman como que querer es llegar al Poder aunque no puedan pero ya llegaron al poder y ahí están sin oficio ni beneficio más que para ellos mismos, porque en realidad no deberían estar ahí. Pero así es la vida y qué le vamos a hacer, porque como en todo, en el mundo político también se aplica otra frase: “ni son todos los que están ni están todos los que son”, y así se la van llevando tanto los que sí son capaces de hacer política como los ineptos que son por supuesto los más persistentes debido a que tal vez sí hayan reflexionado sobre conocerse a sí mismos y entienden que en otro lado fuera de la política no sobrevivirían; porque posiblemente de alguien que se había descubierto tal y como era, nació la frase aquella de “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. De ahí que cada vez se esté reforzando esta casta política que no quiere vivir en el error, tal y como vive la mayor parte de la población que a duras penas está logrando subsistir dentro de estos avatares de la vida; sinsabores constantes que no existen para esa casta política que cada vez se aparta más y más de las clases populares mientras no haya elecciones, porque en cuanto son tiempos electorales, como por arte de magia recuerdan que hay otra parte de la ciudadanía a la que se le tienen que hacer infinidad de promesas porque según cree la casta política, esa parte de la población de eso se alimenta: de promesas.
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