Proceso electoral y realidad social...
Marco Vinicio Jaime
21 de Febrero de 2017
Prosiguen las actividades político-electorales-acorde a los límites que establece la propia ley-de los diversos aspirantes a los distintos cargos de elección durante el proceso correspondiente, rumbo a la jornada del próximo cuatro de junio en Nayarit, y en especial resaltan la de los precandidatos a la gubernatura, quienes enfrentan como nunca antes el singular reto de una sociedad altamente crítica que ha dejado de creer en la promesa improvisada y carente de seriedad, la descalificación al por mayor y las fórmulas panaceicas, para evaluar en un claro filtro entre aquello que representa simplemente más de lo mismo o peor (ante el lucro de las necesidades vigentes con índice flamígero), y lo que empiece a hacer realmente la diferencia al conjuntar esfuerzos por reunificar, poner orden, generar confianza, sumaren el respeto y la propuesta responsable y copartícipe de veras, y construir para crecer.
De conformidad, la realidad social exige hoy de manera significativa, un igual desenvolvimiento electoral: de reivindicación con las causas justas del pueblo, de reconocimiento fidedigno del papel de cada cual en un sistema del que se deviene con igual o mayor responsabilidad, de ahí la necesidad de avanzar con firmeza y sustento en la verdad, con valentía y con valores, con razón de causa y efecto, con la experiencia de conocer y saber erigir bienestar para todos.
Así, ya no basta hoy pues con sobre exaltar el por demás conocido fracaso en la gobernanza, consideraba incluso por propios y extraños, como de la peor de los tiempos, en virtud de su marcada insensibilidad para asegurar desarrollo armónico. Por eso, como bien lo acuñó el poeta y cantautor cubano Silvio Rodríguez: “He preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo p0sible se sabe demasiado”, resulta preciso partir de una base distinta: desde un punto en común con la gente e imprescindible -independientemente de su natural distinción cultural e idiosincrática- que es el derecho colectivo de vivir en justicia, con renovada esperanza en un futuro mejor y en igualdad de oportunidades, y para lo cual se requiere indiscutiblemente genuina identidad del candidato con el ciudadano, tras comunicar acertadamente y ser comunicado eficazmente, o lo que es lo mismo preparación, sensibilidad y oficio.
Por ello, no es de extrañar que el precandidato priísta Manuel Cota Jiménez, consciente del severo reto pues que tiene por delante, haya dedicado con intensidad 12 días a recorrer la Entidad con un mensaje serio, porque la cosa está seria, de apertura, de acercamiento y de entreveramiento sin obstáculos ni intermediarios, primero, en esta etapa, al interior del instituto político que representa, a fin de mandar un claro mensaje al exterior, según se percibe, de reconstrucción en una estructura distinta que contará desde el corto plazo el blindaje para los desafíos que aquejan a las mayorías, sean cuales sean sus orígenes y causas, en pro de los intereses populares. De tal suerte que pugna por una militancia con un credo distinto, porque hoy la lucha es distinta, y la recompensa será de iguales dimensiones. La problemática, la injusticia que aún pervive en la sociedad, hoy debe ser motivo pues, de acuerdo a lo propuesto, “para conjuntar criterios y con coraje avanzar unidos a reconquista de un Nayarit que es de todos.”
En lo sucesivo, la batalla se torna decisiva, el pueblo nayarita evaluará y juzgará sin duda en su momento cada propuesta de los diferentes candidatos que contenderán con fiereza inusitada el anhelado arribo a la gubernatura del Estado: dos alianzas, una encabezada por el PRI y su muy probable capitán Manuel Cota Jiménez (con la titánica tarea de rescate y restitución de la gloria y la riqueza de un pueblo, que es de todos y para todos), y la otra de férreos partidos opositores y críticos virulentos al mando del joven empresario Antonio Echevarría García, segunda generación, tendrán cita cíclica con el destino, mientras que el escenario también se verá ataviado por otros experimentados gladiadores de la política: Miguel Ángel Navarro Quintero, de MORENA con la emblemática imagen del aguerrido Andrés Manuel López Obrador; y de Raúl Mejía González y su decidido paso sin tregua por el sendero de la fuerza ciudadana, a la par de la audacia “kamikaze” de los independientes. ¿Qué pasará entonces; quién logrará reunificar, reconquistar y devolver la confianza a la sociedad nayarita, con la motivación congruente que suma, integra, comunica y construye, inclusive en medio del que lleve la encomienda de la destrucción? Observemos pues.
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