Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

La transnacionalización de la economía mexicana

Octavio Camelo Romero

26 de Diciembre de 2016

El capital en cuanto valor, es un valor que se auto-valoriza, esto es, que al valor inicial se le anexa un valor adicional, como condición sine qua non para que el valor inicial se transforma en capital. Esta sencilla pero profunda ley de la transformación de cualquier valor en capital fue descubierta por el genio de Carlos Marx. Y como consecuencia de la misma en su desarrollo el capital ha ido derribando fronteras físicas y políticas en busca de las condiciones requeridas para su realización, llegando desde finales del siglo pasado a destruir los limites políticos de los países para constituir una “aldea global”, esto es, para convertir al planeta en el espacio necesario para su subsistencia. A este fenómeno se le ha denominado “globalización”  del capital. Sin embargo, no debemos olvidar que otrora el capital se distinguía por el país en donde se había desarrollado. Así se le conocía al capital norteamericano, al capital japonés, etc. Estos capitales nacionales en su desarrollo llegaban a requerir mercados para las realizaciones de sus producciones de bienes y servicios así como para las correspondientes reproducciones ampliadas de dichos capitales, esto es, para la inversión de las utilidades. Estas circunstancias condujeron primero al colonialismo y a las guerras regionales y mundiales. Más no obstante el vertiginoso desarrollo de la ciencia y la tecnología y sus consecuentes incrementos en la producción de bienes y servicios, el capital nacional tiene necesariamente que asociarse con capitales de otras naciones tanto para la estructuración de los grandes consorcios como para resolver el problema del mercado global. De allí nace de manera nacional la mundialización del capital y el nacimiento de los capitales transnacionales. Y es así como se llega a la “globalización” del capital. Empero, cabe recordar que con la transnacionalización de los capitales no se termina la lucha competitiva de capitales. Más aún, se vuelve más cruenta y de efectos planetarios, dado que se enfrentan entre sí, capitales transnacionales.

Por otra parte con la globalización, México y su normatividad jurídica tienen necesariamente que adecuarse a los requerimientos del capitalismo mundial. Con las Reformas Estructurales el país dio un gran paso en ese sentido pero todavía faltan algunos ajustes económicos. Los capitales mundiales aunque han perdido la nacionalidad, sus matrices conservan todavía su residencia en cierto país. Ya no se puede decir como antes que determinado capital es norteamericano o inglés, aunque su matriz resida en dichos países. Sin embargo los gobiernos nacionales se comportan como administradores de las políticas dictadas por el capital transnacional a través de sus organismos supranacionales. Y los gobernantes tienen que acatar tales disposiciones si pretenden persistir en sus puestos políticos. Todo este acontecer no es un asunto de voluntades, es una necesidad objetiva del capital internacionalizado, del capitalismo global. Por eso Donald Trump con toda su perorata permitirá el asentamiento pleno del capitalismo transnacional en USA y México, que no se ha sustraído de esa tendencia del dominio mundial del capital, seguirá adecuándose a tales requerimientos. Queda claro que se antepone el interés del capital a los intereses de los mexicanos.

Con el dominio planetario por el capital, al lado de la adecuación normativa de los países surge la necesidad objetiva de la desaparición de las antiguas funciones de los Estados Nacionales y de la subordinación de todo el mundo a un único Estado Supranacional. Cada día será más clara esta exigencia. Hoy vemos con mayor frecuencia la intervención de los organismos internacionales en los asuntos internos de los países y la supeditación de los gobiernos nacionales a las exigencias de las instancias supranacionales. Y no puede ser de otra manera. El capital domina el mundo y por tanto sus intereses son los mismos en todos los rincones del mundo. Tal situación reclama la estandarización de conductas, de métodos productivos, de habilidades laborales, etc. Y sobre todo se requiere una cierta unificación o estandarización de la Ley, un cierto instrumento jurídico que garantice en cualquier parte del planeta la salvaguarda de los intereses del capital transnacional en general. En fin.
 
 
 

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