Chisgarabís
Oscar González Bonilla
23 de Diciembre de 2016
Bájale de huevos
El siguiente es parte de un artículo que escribió la reconocida periodista Sanjuana Martínez. Hay les va.
A veces uno se pregunta si vale la pena ejercer el periodismo en México. Como todos ustedes, los periodistas tenemos días buenos y días malos. Te cuestionas. ¿Vale la pena arriesgar tu vida? ¿Arriesgar a los tuyos? ¿Arriesgar todo?
Y te lo preguntas porque ese fétido aliento de la amenaza te persigue cada día que abordas un tema incómodo para el poder, que es casi siempre en algunos casos como el mío (el de Sanjuana Martínez) y el de tantos y tantos compañeros en México, en especial de provincia. Compañeros que arriesgan diariamente su vida y que no tienen visibilidad con otros periodistas cercanos al poder.
Y ante tanta impunidad, vuelves a plantearte el costo-beneficio de esta profesión. Porque si el periodismo no es para cuestionar o criticar, para investigar y desvelar las partes oscuras de los distintos poderes, para exhibir la podredumbre del gobierno, para cuestionar actos de corrupción, para evidenciar las tranzas del Estado con el sector empresarial, etcétera… ¿entonces para qué sirve?
Y lanzas preguntas a los demás, en especial, al poder en turno: ¿Qué tipo de prensa quiere Enrique Peña Nieto? ¿Qué tipo de periodistas respeta? ¿A cuáles periodistas permitirá sobrevivir físicamente o laboralmente?
Y tal parece que la respuesta del Estado se manifiesta a veces de manera brutal. En ocasiones, ejerciendo una permanente presión sobre todos aquellos comunicadores incómodos para el poder y otras veces, persiguiendo a quiénes nos atrevemos a publicar sus corruptelas y excesos de poder.
En cambio, la exhibición de poder autoritario del nuevo PRI tiene muchas formas. Enrique Peña Nieto nos ha demostrado a los periodistas independientes y críticos que no piensa darnos ni agua en el desierto. Nos ignora. Sencillamente no existimos.
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