Una educación formal sin alumnos es la realidad mexicana
Octavio Camelo Romero
20 de Diciembre de 2016
En el sistema educativo mexicano la educación formal obligatoria está constituida por la educación pre-escolar, la educación primaria, la educación secundaria y el bachillerato. Cabe mencionar que en el pre-escolar solamente se ocupan de los niños de 3 a 5 años. Se ignora un periodo tan importante en el desarrollo de los humanos como es el que va de los 0 a los 3 años. En este tiempo surgen neuronas, redes sinápticas, viene la poda del entramado y se configura la matriz del ulterior crecimiento y desarrollo de los individuos primero y de las personas después, la cual marcará la vida individual y social de cada mexicano. Por tal motivo resulta insoslayable el requerimiento de la incorporación de la educación inicial al sistema educativo mexicano como derecho y como obligación.
La educación formal en México no goza de cabal salud. No todos los niños, adolescentes y jóvenes en edad de cursar la formación básica obligatoria están en las aulas. Para el ciclo escolar 2014-2015 los niños de 3 a 5 años tuvieron una tasa de matriculación de 81 por ciento mientras que los de 6 a 11 años la asistencia a la escuela primaria fue casi universal. Sin embargo en la secundaria se aprecia una ligera baja pues los niños entre los 12 y 14 años tuvieron una asistencia del 96.2 por ciento. En el caso de los adolescentes-jóvenes de 15 a 17 años del bachillerato, sólo 65 por ciento están en las aulas.
Por otra parte, no todos los matriculados concluyen sus ciclos de estudio en los tiempos prefijados. Se sabe que cada mil alumnos que ingresan a la primaria, 219 tardan más de seis ciclos en concluirla y casi 20 por ciento de quienes cursan su formación secundaria no egresan en tres años. Dándole seguimiento a una generación en primaria y secundaria se supo que solamente el 56.6 por ciento logró concluir ambos niveles en los 9 años reglamentarios.
Además de estas dificultades está el aspecto de la deserción escolar. En la educación primaria se sabe que aproximadamente un 0.8 por ciento de los alumnos desertan aunque en el quinto grado es de un 1.2 por ciento. En la secundaria el porcentaje se incrementa llegando a 4.1 por ciento de tanto alumnos que desertaron o que fueron expulsados del sistema educativo. Y en la educación superior se reporta para el ciclo 2013-2014 un 15.3 por ciento de deserción, aunque para algunos grados se llega hasta el 20 por ciento. Queda perfectamente evidente que el porcentaje de alumnos que abandonan un nivel educativo antes de concluirlo es mayor conforme se avanza en los ciclos formativos.
Y en cuanto a la eficiencia terminal se tiene que la educación primaria presenta los porcentajes más elevados. La secundaria alcanza el 90 por ciento de eficiencia terminal y el bachillerato, un 63.2 por ciento. Nuevamente se manifiesta la tendencia decreciente de la tasa de la eficiencia terminal conforme se avanza en los niveles de estudio.
Evidentemente que el comportamiento de las familias mexicanas en la educación pública para sus hijos e hijas, está íntimamente relacionado con las condiciones materiales y sociales de su vida. Y no se puede soslayar la precarización a la cual estamos sometidos los mexicanos por las erráticas políticas públicas de quienes detentan el Poder en México. Lo único que se refleja es que conforme avanzan los grados de estudio se va cerrando la oferta educativa pública y se va abriendo la privada que, por costosa, no tiene acceso las masas de las familias trabajadoras. Y a esto hay que agregarle que el gobierno de la República está pretendiendo cerrar los espacios públicos para la educación superior al reducirles el financiamiento a las universidades públicas. De esta situación surge la obligación moral de defender la educación pública en todos sus niveles y de exigir al Estado Mexicano la apertura de más espacios público-educativos. En fin.
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