Las apariencias de la política electoral nayarita
Octavio Camelo Romero
15 de noviembre de 2016
En una visión ontológica-hegeliana al estilo de mi amigo Ignacio Aguilar Cervantes, dentro de la cual la “esencia” que se encuentra en lo más profundo “aparece” en la superficie pero que a la vez, no necesariamente se pueda ir de las “apariencias” a la esencia por cuanto la apariencia no deja de ser un contingente distinto del “aparecer” de la “esencia”, un algo que se parece pero que no es. Con esta salvedad trataremos el asunto de las “apariencias político-electorales” para Nayarit 2017.
Hasta dónde van los asuntos electorales en la entidad, para la elección del próximo gobernador todo parece indicar que habrá dos “alianzas” electivas para el proceso electivo del 2017. Una alianza la encabezará el PRD y la otra, el PRI. Los partidos que irían solos serían el PAN y MORENA. Los demás partidos se distribuirían en cualquiera de las alianzas. En cuanto a los candidatos, se prevén personajes conocidos. La alianza encabezada por el PRI llevaría como su candidato a Manuel Cota Jiménez. Por la alianza del PRD iría Leopoldo Domínguez. Por el PAN sería Antonio Echevarría García. Por MORENA iría Miguel Ángel Navarro Quintero y el amigo “Layin” sería candidato independiente.
Sin embargo el horno no está para bollos. El pueblo de México en general y los nayaritas en lo particular han perdido la Fe en las Instituciones. Las manifestaciones de la incredulidad a las Autoridades, a las Instituciones, a los Partidos Políticos, a los Políticos, a los Diputados, a los Senadores, a los policías y hasta al ejército mexicano, ya no se diga al Presidente de la República, surgen a cada momento y en las más diversas formas se expresan. Es sumamente preocupante que el Pueblo pierda su Fe en las Instituciones. Gracias a ella, a estas creencias político-religiosas el PRI retuvo la Presidencia por más de 70 años y el PAN, una docena de años. Y precisamente por esa Fe el partido tricolor vuelve a recuperar la silla presidencial. Este fenómeno de la incredulidad se ha generalizado en el país, sólo falta que se pierda la Fe en la Virgen de Guadalupe.
El gobierno declaró que iba a combatir y a acabar la violencia y generó más violencia. La violencia no fue únicamente con la fuerza de las armas, se violentó también el estado de derecho y los derechos de los mexicanos y nayaritas. Lo peor del asunto es que hasta nuestros días se sigue violentando a la sociedad, tanto con las armas como con las leyes sin respetar la voluntad ciudadana. Todo mundo habla de estar en contra de la violencia pero cada quien la entiende a su manera o de acuerdo a sus intereses. Para el empresario es violencia toda acción que atente contra su propiedad empresarial o contra su ganancia. Para el funcionario público es violencia todo aquello que lo elimine de su puesto. Para los activistas de los derechos humanos es violencia todo aquello que atenta contra tu integridad, contra tu seguridad humana, contra tu vida social e individual, etc., independientemente de que las acciones u omisiones provengan de particulares, de las fuerzas armadas, del Gobierno o de quien procedan. Para los asalariados es violencia aquel despojo que hacen de una parte de su valor-producto, esto es, del valor que añade al producto durante la jornada de trabajo. En esencia la violencia es una de las condiciones de existencia del capitalismo. Sin violencia no hubiera habido el despojo de las tierras de los campesinos para que estos se convirtieran en los obreros asalariados que requería y requiere el capital. Por eso para acabar la violencia se requiere no un discurso demagógico ni promesas que de ente mano se sabe que no se van a cumplir. Para acabar con la violencia se requiere cambiar al sistema político, al orden social. Este es el principal reto al que se enfrentará el próximo gobernador de la entidad. En fin.
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