Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

El inestable vaivén de la vida

Sergio Mejía Cano

03 de Agosto de 2016

Para nosotros los mexicanos ya es muy sabido y conocido que cuando los políticos prometen algo, es muy difícil que lo cumplan, posiblemente porque han de tener muy en cuanta aquello de que “el prometer no empobrece, sino dar es lo que aniquila”. También sabemos que cuando se anuncia que no subirá el precio de algún producto, sobre todo de la canasta básica, es porque en realidad va a subir, por lo que la mayoría de las amas de casa toman a tiempo sus debidas providencias; aunque últimamente el anuncio llega cuando ya todo subió, y pues ni modo, a tener qué apechugar.

Sin embargo, el anuncio que hizo hace tiempo el presidente Enrique Peña Nieto de que no subirían más los precios de las gasolinas, el diesel, así como la luz y el gas, no fue una promesa, obviamente, sino una afirmación, un compromiso, la palabra de un Presidente de la República, pues. Algo que sin excusa ni pretexto se debió sostener tal y como se sostiene la palabra dicha por un hombre de honor. Pero ya vimos que no, que era pura vacilada, y he aquí lo malo del asunto, ya que si de por sí el presidente Peña Nieto anda por los suelos en cuestión de popularidad y credibilidad, con esta decisión de subir los combustibles y las tarifas de la luz, ha quedado completamente ante la opinión pública, no nada más nacional, sino a nivel internacional, como alguien que miente sin tapujos, y se podría decir que hasta cínicamente porque hasta hoy no ha salido a dar la cara dando una explicación y una disculpa del porqué de tal determinación a pesar de haberse comprometido públicamente de que ya no habría incrementos en lo que anunció categórica y contundentemente.

Lo que sí ha pasado, es que han salido a decir por parte del gobierno que esto se debe a los cambios bruscos en el precio del petróleo, pero esto es algo que ya se sabía desde mucho antes de que tomara posesión Peña Nieto, pues la desestabilización en el precio del barril del crudo comenzó a ir a la baja irremediablemente; tanto así, que desbarató  las expectativas presupuestarias en el Congreso de la Unión, por lo que resulta aún más raro que teniendo esto en cuenta, aun así  Peña Nieto haya aparecido ante la opinión pública sosteniendo que gracias a sus maravillosas reformas por fin se estabilizarían los precios de los combustibles y de energía eléctrica.

Ahora se da este incremento al precio de los combustibles, no así al gas, y por si fuera poco, se anuncia otro aumento más a las tarifas de luz, y si bien se dice que nada más para el uso industrial y para el domiciliario que consuman mucho, de todos modos ya se prevé que será un aumento paulatino para todos los usuarios; y respecto al gas, que no aumentó por lo pronto y que al contrario bajó un poco su precio, hay quien presienta esto como el preludio de que más temprano que tarde vendrá el dichoso aumento también al gas; que esto de mantenerlo momentáneamente a bajo costo, es como el algodón con alcohol con que se frota antes la parte en donde se va a introducir la inyección.

Y así haya quien diga que esto del nuevo aumento de precio a los combustibles y a la luz no perjudicará todavía más el bolsillo de los mexicanos, por supuesto que es una falacia, ya que por lo regular todo se mueve en vehículos automotrices y la mayoría, si no es que todos los comercios y negocios por fuerza verán incrementada la facturación en sus recibos de luz, pues hay infinidad de tiendas que tienen que tener la luz encendida a todas horas del día, y desde luego el aire acondicionado; así que tanto transportistas como comerciantes se tendrán que ver en la necesidad de aumentar los precios de sus servicios y productos, respetivamente. Y todo iría bien siempre y cuando los salarios alcanzaran para capotera estos aumentos por venir; sin embargo, cada vez se reduce más y más el poder adquisitivo de los salarios que desde luego no van a la par que los aumentos de las mercancías y servicios.

Así que si siempre los anuncios presidenciales y de otras dependencias gubernamentales la mayor parte de la ciudadanía las tomaba en sentido contrario, ahora con más razón, y mucho menos creerá en todo lo que se diga referente a progresos en infraestructura, en economía, en inversiones, en empleos, en reducción de la pobreza, etcétera.

Lo más extraño es que Peña Nieto no esté rodeado no de agoreros, sino de asesores que prevean de antemano que hay cosas que no se pueden comprometer ni afirmar que se llevarán a cabo, porque está comprobado que el vaivén de la vida es cada vez más inestable.

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