La reforma educativa de México resultó ser del FMI

El que la Reforma Educativa de México sea en realidad una reforma del Fondo Monetario Internacional, no nos sorprende; no únicamente la educación depende de los organismos financieros internacionales, sino toda la estructura y funcionamiento del Estado Mexicano, ya no digamos la designación de los funcionarios públicos. El grave problema depende fundamentalmente de quién nos hace depender. En un mundo donde el capitalismo ha enraizado en casi todo el planeta, en donde las empresas han dado paso a la conformación del “capital cosmopolita”, en donde el tejido social se ha conformado en redes internacionales para la producción y circulación del capital, en donde la competencia entre las empresas ha arrastrado al capital a la ociosidad y a la sociedad al desempleo, a la pobreza y a la marginación, en un mundo con estas características no puede existir el aislacionismo de las naciones. Sin embargo, las limitaciones a la vinculación con otras naciones o, las restricciones para que capitales de todas las partes del mundo lleguen a México han sido impuestas por los organismos internacionales dominados por el capital trasnacional de Occidente o de Estados Unidos de América. Bajo esas condiciones nuestro país no puede ser libre de elegir su modelo de desarrollo ni de vincularse con quién mejores beneficios le reporte. Claro que la situación actual por la que atraviesa la sociedad mexicana se debió a que desde el periodo presidencial de Miguel de la Madrid hasta del presidente Enrique Peña Nieto se dio un proceso de desmantelamiento de la “Economía Mixta” y del “Estado de la Revolución Mexicana”  que culmina precisamente con las “Reformas Estructurales” de la actual presidencia de la República. Por eso la mal llamada Reforma Educativa obedece a intereses extranjeros en lugar de nacionales; y tiene como propósito fundamental desmembrar todo movimiento disidente, tanto dentro como fuera del magisterio nacional. Al “Estado Neoliberal Mexicano”, contrariamente a lo estipulado en los “Objetivos del Desarrollo Sostenible” de las Naciones Unidas, lo han revestido de la “exclusión” en lugar de la “inclusión”. Por eso es un Estado Excluyente en lugar de Incluyente y su educación dista mucho de ser una “educación inclusiva”.

Estos son los fundamentos y los motivos por los cuales el gobierno federal y los gobiernos de las entidades no escuchan a todos los sectores y segmentos de la sociedad. El Estado Mexicano Excluyente en lugar de escuchar y adecuar su estructura y funcionamiento conforme la diversidad de intereses de las plurinacionalidades del país, y sobre todo de la región del sur sureste de México, se cierra en su excluyentismo y reprime. No son pocos los maestros que se sienten perseguidos y no beneficiarios de la Reforma Educativa. Y no son pocas las “etnias” que están participando de estos sentimientos. Pero si no acabamos con la dominancia del “pensamiento único”, no vamos a dar paso a la diversidad y plurinacionalidad que reclama el mundo para atenuar el desastre ecológico del planeta.

En realidad el fracaso de la educación mexicana se debe al Estado Mexicano, el cual tiene el monopolio de “formar” o “deformar” al magisterio del país. Además es el único que diseña los planes y programas de las “escuelas normales” y de las escuelas de educación básica de  México. Y por si fuera poco, constituyó al SNTE para el control político-electoral del magisterio mexicano. Ese Estado Mexicano ya ha sido rebasado por las nuevas circunstancias del desarrollo del capitalismo transnacional. No le sirve al capital global y mucho menos nos sirve a los mexicanos. Se requiere una modernización del Estado y de su gobierno. En fin.