De plácemes, a ver si ahora sí
Sergio Mejía Cano
16 de Julio de 2016
Pues el PRI está de plácemes estrenando presidente nacional, aunque al parecer no unánimemente, porque según dicen algunos enterados en política, Enrique Ochoa Reza fue impuesto y colocado como un miembro más del Gabinete presidencial; y esto porque no hubo terna participante, sino que de aire llegó a ocupar el puesto que dejó vacante el sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera, tal y como se vio o lo interpretó la mayor parte de la opinión pública en el país.
Y a propósito de Manlio Fabio Beltrones, esa mayoría de priistas institucionales que ahora aplaude la designación, que no elección del flamante presidente del PRI, dan la impresión de aplicar aquello de “el rey ha muerto, viva el rey”, y a otra cosa mariposa, a la cargada y a resaltar el cúmulo de virtudes que trae el nuevo presidente del partido. Y bien podrá tener un buen currículo el señor Ochoa Reza, pero a nivel político, es decir, de trinchera, de tener experiencia en cuestiones políticas, posiblemente carezca de esto, mas no de la teoría, porque se dice que es una persona muy preparada con título en Economía y en Derecho, pero como político de trinchera, de batalla, de campo pues, todo indica que nada de práctica tiene en estas lides, algo que le hará mucha falta si es que dura hasta el 2018 ocupando el mismo puesto; y la duda de que dure hasta ese año es porque habrá elecciones el año entrante, como aquí en Nayarit, y será el resultado de las mismas lo que determine si trabajó bien o fue uno más de tantos que han ocupado el mismo cargo y que ahora literalmente han pasado prácticamente al olvido aun dentro de su mismo partido político.
Está bien, como señalan algunos analistas y conocedores de los entretelones políticos, de que se necesita ya sangre nueva en las dirigencias partidistas, así como en puestos de elección popular y legislativos; sin embargo, no nada más la juventud física por sí sola dará buenos resultados, sino una buena aplicación de conocimientos basados en la experiencia de viejos políticos pero honestos consigo mismos que no engatusen a los noveles con el viejo cuento de la disciplina partidaria y obediencia a ciegas a los altos mandos, tal y como se ha estilado desde siempre.
Así como cuando presentan a un nuevo entrenador de un equipo de futbol y que éste se agarra haciendo declaraciones y promesas que la mayoría de las veces jamás se llevan a cabo o simplemente no se cumplen por inverosímiles, igual se presentó don Enrique Ochoa diciendo ante sus correligionarios cosas que trascendieron mediáticamente en donde lo que más llamó la atención fue que irá tras los corruptos, tengan el cargo que tengan, que saneará las filas de su partido porque esto es algo de lo que más ha dañado la credibilidad del PRI últimamente.
Y al igual que en el futbol o cualquiera otro equipo del deporte que sea, por más buen director técnico que se tenga si el equipo falla no se llega a ningún lado; si quienes componen un equipo no acatan las instrucciones de su director, pues todo se convierte en un desbarajuste absoluto sin pies ni cabeza; y menos, si alguno de los miembros de ese equipo trata de sobresalir sobre los demás y hasta por encima de su propio dirigente, es obvio que todo tiene que seguir tronando.
Como en el caso de Manlio Fabio Beltrones que se tiene como un político de colmillo largo y retorcido, y que por lo mismo no se entiende el que ahora se le atribuya el supuesto fracaso del PRI del 05 de junio pasado, en donde más bien fue debido al equipo malo y por ende, las malas jugadas de los mismos. Entonces, en este entendido, si Beltrones Rivera no se impuso a los desobedientes o a lo mejor, por ser muy obedientes y por lo mismo él tuvo que obedecer y conducirse de acuerdo a una designación, es probable que Enrique Ochoa Reza tenga frente a sí un hueso muy duro que roer.
Por lo pronto, Ochoa Reza ha despertado buenas expectativas entre buena parte de sus correligionarios y hasta los que no están de acuerdo con su designación tendrán ahora que apechugar y disciplinarse si no quieren pasar al ostracismo político tan habitual, aunque sea en forma temporal, para quienes no se alinean a los designios mayores.
Tal vez hubo alguien más que quería la dirigencia del PRI; sin embargo, algo supo o le dijeron de que no era el momento adecuado y que mejor aplaudiera la llegada del ahora ungido, y que esperara tiempos mejores, a lo mejor al fin y al cabo no pase más allá del 2018 o antes en que se necesite otro nuevo líder del PRI a ver si ahora sí.
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