México: la lucha por la hegemonía

Dicen por ahí que ninguna derrota viene sola y, en efecto, a la pérdida de 7 gubernaturas de 12 en disputa en el reciente proceso electoral, el Partido Revolucionario Institucional   suma ahora la pérdida mediática de la estrategia para instrumentar la reforma educativa.

Esta se deriva de los hechos sucedidos en Oaxaca, en donde murieron 8 manifestantes en un operativo conjunto de las policías federales y estatal que buscaba recuperar  una vía de comunicación que mantenían tomada grupos aliados a la Sección 22, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

De acuerdo a los protocolos de actuación, la fuerza pública debió concurrir al desalojo   solo con cascos y escudos. No sucedió así. Ante el conocimiento de la capacidad combativa de los manifestantes la fuerza pública se presentó además con toletes y varias armas largas.

En su informe inicial el uso de las armas largas solo fue reconocido por las fuerzas policiacas una vez que imágenes de medios internacionales hicieron patente la presencia de éstas en el desalojo.

La mentira vertida por parte de las autoridades debilitó su credibilidad y determinó la derrota del discurso estatal en los medios y redes sociales.

El hecho de que los manifestantes hayan hecho uso de armas de fuego para oponerse al desalojo y que las fuerzas del orden se hayan visto en la necesidad de solicitar refuerzos armados para proteger su vida carece ya de todo sentido (en caso de que así haya sucedido), pues la guerra de medios se perdió al momento de negar la presencia de unas armas que sí existieron en el teatro de los hechos.

El par de derrotas, la electoral y de medios contra las medidas de instrumentación de las reformas de educación y salud fueron vistas como pabilo por parte de los interesados en la lucha por el poder político del gobierno federal en el 2018. Las protestas, entonces, se han multiplicado y ahora se va contra la reforma educativa, la cual se acusa de reforma laboral (y por las medidas de tipo administrativo que predominan en ella no les sobra razón); la reforma de salud a la que además se le suma una protesta por procesos de criminalización a la práctica médica por parte de las autoridades por casos de negligencias en las áreas de urgencias de los nosocomios; y, hasta ahora, la solicitud de renuncia anticipada del gobierno perdedor en el Estado de Chihuahua, a partir de sendos actos de protesta.

El panorama para el grupo gobernante hoy día se muestra desolador: la hegemonía del discurso político y cultural la tiene perdida por el inadecuado manejo en la selección de candidatos, el uso inadecuado de la fuerza pública y las constantes acusaciones de corrupción en todas las esferas de la administración.

Aunado a lo anterior, el grupo en el poder, mantiene abiertos dos frentes adicionales. La protesta airada de la iglesia católica por políticas públicas igualitarias en el caso del pago de impuestos, las relacionadas con la libertad para contraer matrimonio por parte de personas del mismo sexo y el reconocimiento al uso medicinal y recreativo de la mariguana.

El otro frente se relaciona una parte de la cúpula empresarial (Coparmex) pues con una actitud revanchista por parte del congreso para ampliar los efectos de la Ley anticorrupción (conocida como 3 de 3) que, a propuesta de los empresarios, consideraba solo a la clase política contempla ahora a los propios empresarios y todo aquel que mantenga alguna relación con el recurso público emanado del gobierno federal.

Ahora bien, la praxis política establece que la pérdida de la hegemonía no conlleva necesariamente a la pérdida del poder, es necesaria la conformación de un discurso contra- hegemónico que al tiempo que confronta el discurso dominante plantea un nuevo enfoque, un nuevo proyecto de nación que termina imponiéndose.

Hasta hoy, el proyecto contra-hegemónico contra el grupo en el poder se presenta exitoso, sin embargo, no se vislumbra un cuerpo sólido en el nuevo proyecto hegemónico, por el contrario este se ofrece dividido.

Uno corresponde al grupo y partido en el poder que responde a un modelo neoliberal con algunos matices de liberalismo social a partir de políticas públicas orientadas a la justicia social mediante programas de carácter predominantemente asistencialistas y una distancia prudente con las iglesias.

Otro corresponde al Partido Acción Nacional y contempla al neoliberalismo como modelo (similar al grupo en el poder), si bien con algunos matices nacionalistas y un acercamiento fuerte con la iglesia católica.

El otro grupo visible es el encabezado por el partido Movimiento de Regeneración Nacional con un modelo fundado en el nacionalismo revolucionario, anti neoliberal en el discurso y basado en la fuerza personal de un caudillo político con tintes mesiánicos.

El 2017 es un nuevo año de elecciones estatales, será la prueba inicial para el 2018 (si es que antes no se da un derrumbe del poder político actual) y, el inter, servirá para medir los efectos de los movimientos que se realicen de hoy a los procesos por venir. Es tiempo pues, de observar con atención los movimientos tácticos y estratégicos que realicen los contendientes para dar forma al discurso hegemónico que habrá de dominar en los años por venir.