Primer manifiesto hipernovarealista a la comunidad artística
Mario Coz
19 de mayo de 2016
En estos tiempos de dura situación, pero además en todo tiempo, se hace necesario y urgente que los artistas fijemos una posición de extrema conciencia.
El hipernovarealismo, concepto de mi creación e ideario, nace como respuesta a dicha situación. El hipernovarealismo se inspira en las raras estrellas masivas supernovas que habiendo chupado mundos, constelaciones enormes, se compactan densamente en agujero negro para crear otro tipo de existencia y los fabulosos y enigmáticos rayos gamma. El hipernovarealismo enfoca su visión, agrandando la mira, en determinada escena, situación, panorama, objeto, toda o equis cosa, y tras densificarlos, desorbitando su imagen como si tuviéramos una gigantesca lupa por mirilla, los aglutina, engulle y vuelve de real peso inmenso, para crear nuevos mundos y poderosos rayos de conciencia.
Los artistas no podemos quedarnos en lo veleidoso, esnobista y diletante que nos engatusa. No podemos andar de ligeros y sin peso específico, ser vacuos y fofos, sino adquirir cada vez más densa visión para luego transformarnos en enérgicos rayos aportadores de brillantes nuevas realidades. Novas realidades. Esa es o debería ser nuestra misión híper.
¿Por qué, por ejemplo, ir como la mayoría de manera inconsciente por la vida? Veamos cómo se maneja la humanidad en general sin hacerse siquiera las preguntas básicas de qué somos, de dónde venimos, a dónde vamos, etc.? En lo personal, desde la muy lejana infancia me inquietaba la pregunta aquella de: ¿de dónde venimos? Recuerdo que decía: Cuando alguien por alguna circunstancia no sabe cómo llegó a tal o cual lugar y de dónde vino, va y pregunta e indaga todo lo posible por dar una luz a su intrigante duda.
Nosotros por naturaleza tenemos tendencia a buscar la esencia de las cosas, ir a las realidades últimas, hacernos preguntas, cuestionarnos y cuestionar. Nosotros somos gozadores, placerosos pero también torturados por situaciones que agitan más que a los demás nuestra sensibilidad.
¿Por qué, por ejemplo, yo me pregunto, pues lo he vivido en carne propia, somos una sociedad cada vez más enferma? De mis compañeros de juventud ya muchos se han ido vapuleados por el cáncer, la diabetes, problemas renales (el cáncer y la insuficiencia renal quién sabe por qué proliferan en nuestro estado). Y muchos de los que quedan, están como yo mismo, sacudidos por males intensos. Me encuentro aquel al que la diabetes lo tiene al borde de que le corten un pie y anda con muletas para no exponerse de más. Me encuentro con aquel al que el cáncer ya lo orilló a las pavorosas quimioterapias u operaciones extirpadoras de tumores. Me encuentro con aquellos que sufren los más extraños males, como extraña es mi Espondilitis Anquilosante, un mal que atrofia huesos, intestinos y al organismo en general y los reumatólogos lo achacan a cuestiones hereditarias y no saben su real causa.
Nuestra generación, mi generación, como diría un amigo, “está dada al catre”. Pero la sociedad en general es una sociedad enferma. ¿Y por qué es esto? ¿Por qué ni los médicos, que tantos años pasan estudiando su profesión, no saben ni pizca y por lo visto tampoco les preocupa? ¿Porque al final de cuentas una sociedad enferma aporta buenos dividendos sobre todo a los multimillonarios laboratorios farmacológicos?
Yo me he visto obligado, por necesidad propia, a ir al fondo de la verdad y me he dado cuenta que la verdad es sencilla y clara. De tanto que lo es no llama la atención y pasa inadvertida. O su sencillez la ignoran adrede los que gustan de complicarlo todo y tratan de hacer rascacielos de soluciones para lo que tiene una sencilla solución. Por ejemplo, en mi mal, en el cáncer y en todo mal, se hacen tremendas construcciones hospitalarias, tremendas y laberínticas investigaciones o seudoinvestigaciones para drogas médicas, tremendos aparatos, todo al final de cuentas inútil pues no curan nada y a veces ni de paliativo sirven siquiera.
Por fuerza he llegado a investigar lo que es el cuerpo humano, y esto concluyo: El cuerpo humano es una creación sofisticada que, al modo de los depurados vehículos, funciona sólo con lo mejor y más excelso de los alimentos, o en el caso de las sofisticadas máquinas, lo mejor de aceites y gasolinas. Pongamos gasolina corriente a un carro sofisticado, especializado para dar lo mejor con lo mejor, y veremos qué pasa.El humano se diseñó, tras largas miríadas de evolución, para funcionar con lo más poco (es economizador) y con lo másnutritivo y delicioso de los alimentos que la naturaleza ofrece. En este caso las frutas y las verduras en primer lugar. Ellas, al menos las que se cultivan de la manera más natural posible, sin químicos dañinos, sin dañar la riqueza del suelo y sus nutrientes, maduradas con la fuerza dadora de vida del sol, son capaces de aportanos vida.
Somos una maquinaria fina dañada por porquerías. Lo he experimentado en mi persona. Orillado, por lo dañado de mi intestino, a subsistir con puros jugos de vegetales y frutas, no he muerto, cuando todas las opiniones de propios y extraños decían que me consumiría en vida. Si estoy flaco es por mi enfermedad que no me permite aprovechar en su totalidad los nutrientes, no por la carencia de propiedades suficientes de parte de dichos jugos. Para todos sería imposible de creer que un humano pueda subsistir con puros vegetales y frutas. Pero la verdad yo he comprobado que la extensa variedad de vegetales, sean cocidos o crudos, (privilegiando claro los crudos, por sus mayores propiedades, en especial las ensaladas y jugos de hojas verdes) son hasta demasiados para que nos podamos hacer cargo. Su variedad es grande, el deleite y sabor enormes. Pero nuestra cultura nos orilla a la creencia de que necesitamos pesados combustibles como son las carnes y las harinas, es decir los almidones. Pero ya dije lo que sucede con un sofisticado vehículo al que le echamos combustible para el que no fue diseñado. Creer esta sencillísima verdad cuesta un universo y casi es imposible. Claro, no digo que alimentarse con frutas y vegetales sea sencillo. Es toda una ciencia, un arte digamos, y tiene sus bemoles como todo, sobre todo en estos tiempos en que todo está contaminado, distorsionado, envuelto también en nubes de disfraces engañosos, amenazado por transgénicos.Por cierto que cuando dejas las carnes te va de la patada, el cuerpo las exige. Vuelves a ellas y te sientes mejor y dices: ser vegetariano no sirve. Pero es lo mismo que los drogadictos cuando dejan la droga, se sienten pésimo y vuelven a ellas.
Yo no digo que sepa todo lo necesario al respecto, aún me informo, empiezo a informarme. Pero es mejor iniciar el camino, el camino de la verdad, todos deberemos hacerlo algún día.
Nuestro organismo, digo, se diseñó económico. Veamos las grandes cantidades de alimentos que engullimos y lo que expulsamos (o los enfermos quisiéramos expulsar) también grandes petacones de desecho. ¿Qué es lo que aprovecha el organismo de todo lo que engullimos y que igual soltamos? Básicamente moléculas. El cuerpo se alimenta molecularmente. Lo que se le avienta de más tiene que desecharlo o, si no puede, acumularlo en grasa o quemarlo, y si no puede desecharlo o quemarlo lo hace brotar en enfermedades que reciben diferentes nombres, según el lugar en que el organismo haya acumulado ese desecho.
Y digo que es claro que nuestro organismo está siendo alimentado por alimentos impropios, en vista de los males que cunden a nuestro alrededor. Ah pero para la mayoría es imposible relacionar alimentación y enfermedad. Y claro la alimentación también incluye las emociones, el sentir, el cómo te revitalizas, etc. Como digo, la alimentación humana, si bien es sencilla en su verdad, es complicada en su desenmañaramiento en estos tiempos turbulentos.
Yo los invito a que al menos nos cuestionemos si esto que estoy diciendo tiene algún gramo de certeza y los invito también a que nos internemos en la búsqueda de la verdad. Porque como hizo Cristo, cuando Pilatos mencionó la palabra verdad y preguntó: ¿La verdad? ¿qué es la verdad? Cristo no respondió. ¿Qué se puede responder? La verdad es algo que uno debe buscar, es experiencia particular. Y aparte, es en general rechazable. ¿Quién la quiere? Veamos nuestro mundo. Habla de ella y te crucifican.
Por otra parte, es más difícil de hallar que una aguja en un pajar. Al parecer este mundo está forjado a la manera del Laberinto de Creta, para que no podamos encontrar la salida, para que dar con la verdad, con lo real, sea de lo más difícil. Siempre que al parecer estés a punto de dar con ella te encontrarás con algo o alguien que le echa tierra. Por lo que veo forma parte de las complicaciones, barreras, dificultades con que fue diseñado este mundo de entrenamiento para que salgamos de él bien capacitados, con impecable condición del Ser.
Yo he buscado la verdad con gnósticos, los chamanes, los curanderos, los doctores oficiales, la sierra, la costa, los desiertos, los bosques, los sabios, y con los zafios y fiascos que confundí con lumbreras, “niñas prodigio”, seudovidentes, toda clase de brebajes, toda clase de teorías, toda clase de libros, intensísima búsqueda en Internet, etc. etc. Durante años y años mi búsqueda ha sido uno de mis nutrientes y razón quizá para que no me haya ido de esta vida como ha sucedido con parte de mi generación. (La otra cuestión es que en realidad mi cuerpo es extremadamente fuerte y resistente: ustedes me ven como alfeñique, pero aguanto sufrimiento, intensos insomnios, agotamientos, etc., y hasta la greña de indio conservo y ni siquiera me la pinto). Mi trabajo intelectual es intenso, mi alimentación escasa como ya dije, y puedo escribir por horas, sin darme cuenta del tiempo. He pasado noches insomnes pegado a la computadora portátil, en mi cama, sin padecer cansancio, y seguir el día como si nada. Por otra parte, decir que los dolores infernales e insoportables propios de mi enfermedad fueron sufridos sólo al principio, un tiempo, pero se eliminaron con las frutas y las verduras. Esto por sí sólo me basta para al menos cuestionarme cuáles son los reales términos de la alimentación humana apropiada. Si en verdad la carne es un ingrediente que no debe faltarnos, o los lácteos y otras cosas. Y yo insisto en que somos sofisticados y debemos alimentarnos con los de más rápida digestión y pronta asimilación, productos que más se acercan al jardín edénico. Alimentos solares, por así decirlo. Sospecho que los alimentos pesados poco a poco, o con rapidez, según condición del organismo, van ensuciando la maquinaria humana, menos en unos, más en otros.
La búsqueda de la verdad, incluye, claro, todos los aspectos de la actividad humana. Pongamos otro ejemplo, la política: Toleramos que gobernantes vengan, endeuden mayúsculamente al estado, dejando sobre nuestros hombros inmensas cargas y todavía se paseen sin pena ni señalamiento alguno y hasta gozando de sueldo vitalicio y por decreto. Y cada seis años son las mismas cantaletas y la misma voracidad, las mismas ambiciones desbordadas, las mismas engañifas.
Permitimos, otro ejemplo, que industrias, drenajes, descargas de granjas porcinas, enfermen a la princesa Mololoa. Y así hasta el infinito, jamás acabaría con mis ejemplos.
Un hipernovarealista trata de ir a la realidad última de toda cosa, densificarse con la absorción de esos mundos mayúsculos e intensos, y luego volcarse en rayos gamma.
Los artistas tenemos qué generar rayos gamma provenientes de nuestra más grande densificación y estallido. No podemos ir por ahí baboseando como el común de los mortales. No podemos permitir, o al menos debemos tratar de no permitir, el que nos den atole con el dedo.
Yo, por ejemplo, discuto con mi hija, doctora, el por qué los médicos cobran tan caro, mínimo 700 pesos por consulta, incluyendo los homeópatas, o algunos homeópatas, que no se quieren quedar atrás, y me sale conque ellos tienen todo el derecho de cobrar así que porque su trabajo les costó y se “quemaron las pestañas estudiando”. Yo le discuto que muchos de ellos se prepararon en escuelas públicas y en vez de ser más considerados en los cobros al pueblo, a gente pobre, hacen rasa tabla, cuando fue al pueblo que le costó que sean médicos.
La verdad, saque usted cuentas, un especialista suele trabajar por la mañana en instalaciones hospitalarias públicas o privadas. Ganar alto salario, y todavía por la tarde y parte de la noche aventarse otro round en sus consultorios propios. 700 pesos por cada uno de, mínimo diez pacientes, mínimo, da siete mil pesos de una tardecita. De ahí claro, hay que descontar el miserable salario de la secre y otros gastos.
¿Cuál es la intención o la ética de hacer gordas fortunas con los males de la humanidad? Pero así en la mayoría de las actividades profesionales, licenciados, ingenieros, políticos sobre todo (estos son los peores por lo general). Todos buscamos hacer billete, como sea, a costillas de los demás, y desdeñando la verdad última de las cosas. No importa que nos finquemos en lo falso, lo impudoroso y hasta en lo deshonesto, o al menos nos hagamos de la vista gorda. (Por cierto, yo ni la vista tengo gorda).
Un artista no puede ir por ahí haciendo versitos o pintando florecitas o lo que se les ocurra (Van Goch no pintaba florecitas sino sus estrujantes realidades convulsionadas en flores). Un artista no puede perder más el tiempo en pedanterías, insulseces o extravagantismos inútiles. Y recuerdo que en un tiempo a mí me absorbía mucho el coco y me perdía en actitudes adoratrices hacia los famosos movimientos artísticos, veo que la mayoría de ellos son nacidos de la vacuidad y lo estéril. ¿Señores, qué estupidez es esa que una pintura, pongamos por caso, llegue a ser considerada como invaluable, la roben, la pirateen, la falsifiquen? A la mierda una invaluable obra de arte que sólo sirve para ostentación de millonarios coleccionistas, cuando toda real obra de arte es un humilde eslabón en la búsqueda humana de la verdad y la belleza. Y aquí tengo qué decir, por cierto, que sólo lo real y verdadero es bello. ¿O usted cree que lo falso e irreal puedan serlo?
¿Usted cree que la gordura, la hinchazón de los vientres, las carnes bofas e infladas de toxinas, sean criaturas nacidas de la verdad y una real nutrición? Tampoco lo es la delgadez, por supuesto, pero esta ya es una consecuencia o muestrario directo de un mal declarado, más que en ciernes de la gordura antes citada. ¿Usted no cree que los cuerpos atléticos griegos están más cerca de la verdad que nuestros panzones cuerpos del mexicano en general alimentado con tortas y carnitas? ¿Es o no una prueba de que nuestra sofisticada maquinaria es alimentada de manera errónea? El otro día me encontré a un amigo en un café y me dijo: aquí echándome rápido una torta porque salgo corriendo a participar en una obra de teatro para la tercera edad.
Y este amigo también ha sufrido o sufre, achaques. De hecho, tuve que acercarme a su oído para que escuchara mis palabras de respuesta. Pero la mayoría, como digo, jamás relacionamos alimentación con salud, o nos vale gorro. Pero nos encanta el arte. O la idea que tenemos de arte. El arte verdadero, creo yo, es la esforzada, sufrida y a la vez gozosa búsqueda de la verdad. Eso representa el calvario y crucifixión de Cristo, Cristo somos nosotros, es nuestra representación. Aunque claro, se suele llegar a tener, en esa intensidad, más cuerpo de faquir que de atleta, o de atleta faquir. Yo en especial desconfío de los artistas gordos como Diego Rivera quien hasta en los billetes aparece, pero claro, no hay que hacer tabla rasa, los hay así también porque no les ha quedado de otra y en su trabajo, o en pos de su trabajo, comen lo que pueden. Aunque en realidad he llegado a sospechar que podría no ser tan costoso ni aparentemente tan fuera del alcance popular el alimentarse de lo real y verdaderamente nutritivo.
Eso tendría que ser parte de otra búsqueda esencial. No digo que como flaco venga a entronizarme o justificarme ni mucho menos vanagloriarme, no, al contrario, yo he sufrido mucho mi flacura, me agobia, pero no me ha quedado de otra. Aunque pienso que el real diseño humano se acerca más a la flacura, o a un término medio, es decir, cuerpos ni delgados ni gordos, flexibles y llenos de energía y poder, eficientes, prácticos, aerodinámicos. Habría qué verlo. Creo que no somos en verdad maquinaria pesada sino más bien aerodinámica. O no en su generalidad. En todo caso ni hinchados ni flacos somos normales sino que somos una expresión, los dos extremos del mismo cable de una sociedad enferma. El cuerpo se diseñó sano, sólo que lo ensuciamos con lo falso y lo erróneo. Al cuerpo, en dicha circunstancia, debe curarlo la Naturaleza, la Naturaleza, viva expresión divina, lo sana todo, es decir, lo limpia. Un cuerpo limpio, depurado, exterior e interiormente sobre todo, y en lo emocional (de pensamiento, palabra y obra) no puede estar enfermo. De hecho, no estamos enfermos sólo estamos sucios. Si nos podemos limpiar, y para esto hay bastantes técnicas naturales, sanaremos. Cristo dijo: La verdad os hará libres.Esto quiere decir: libres de achaques,libres del sufrimiento, libres de una vejez incapacitante, libres de una muerte dolorosa, (morir como fundirnos apaciblemente). La mayoría de las técnicas de la medicina oficial son salvajes, invasivas, brutales, mutilantes. Y si bien pueden ser obligadas y necesarias en muchos casos ya sin remedio esto no quiere decir que no puedan ser suplidas, muchas de las veces, por lo auténtico y natural.
Arte, verdad, verdadera ciencia, belleza, van de la mano. El que busca la verdad busca a su vez la belleza. La belleza puede encontrarse hasta en lo aparentemente feo y terrible. Los santos son capaces de encontrar lo bello divino hasta en lo “feo” y “ terrible”. Por eso hay artistas que muestran el encanto de un viejo, una miserable, una pedigüeña, una rústica cabaña, etc. Estamos rodeados de la belleza, somos parte de esa belleza, aún en nuestras circunstancias más críticas, porque somos parte de esa expresión de la grandiosa existencia. Somos parte del Ser. Somos una expresión del Arte eterno, universal, es decir de toda esta obra majestuosa de lo creado, lo infinita y eternamente creado: La gloriosa Obra de Arte de la Creación.
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