Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

No se puede creer en un gobierno mentiroso

Octavio Camelo Romero

18 de abril de 2016

Las manifestaciones de la incredulidad popular a las Autoridades, a las Instituciones, a los Partidos Políticos, a los Políticos, a los Diputados, a los Senadores, a los policías y hasta el ejército mexicano, ya no se diga al Presidente de México, surgen a cada momento en todos los lados de la República Mexicana. Es sumamente preocupante que el Pueblo de México pierda su Fe en las Instituciones. Porque gracias a esta creencia el PRI retuvo la Presidencia de la República por más de 70 años, y después de una docena de años en manos del PAN, el partido tricolor vuelve a recuperar la silla presidencial. Este fenómeno de la incredulidad se generaliza en el país, únicamente falta que también se pierda la Fe en la Virgen de Guadalupe.

El gobierno declaró que iba a combatir la violencia y generó más violencia. Y hasta nuestros días sigue violentando a la sociedad. Todo mundo habla de estar en contra de la violencia pero cada quien la entiende a su manera o de acuerdo a  sus intereses. Para el empresario es violencia toda acción que atente contra su propiedad empresarial o contra su ganancia. Para el funcionario público es violencia todo aquello que lo elimine de su puesto. Para los activistas de los derechos humanos es violencia todo aquello que atenta contra tu integridad, contra tu seguridad humana, contra tu vida social e individual, etc, independientemente de que las acciones u omisiones provengan de particulares, de las fuerzas armadas, del Gobierno o de quien procedan. Para los asalariados es violencia aquel despojo que hacen de una parte de su valor-producto, esto es, del valor que añade al producto durante la jornada de trabajo. En esencia la violencia es una de las condiciones de existencia del capitalismo. Sin violencia no hubiera habido el despojo de las tierras de los campesinos para que estos se convirtieran en los obreros que requería el capitalismo naciente en el hoy Continente Europeo. Sin violencia no se habría abierto paso el capital mexicano incipiente en 1810. Sin violencia EEUU no hubiera despojado a México de la mayor parte del hoy territorio de USA. Sin violencia los EEUU no se hubieran apoderado de Afganistán y países árabes. Sin violencia no hubiera habido capitalismo en la China contemporánea. Por eso para acabar la violencia se requiere no un discurso demagógico ni promesas que de ente mano se sabe que no se van a cumplir. Para acabar a la violencia se requiere cambiar al sistema político en que vivimos.

Hoy en día tampoco se puede creer en las mentiras del gobierno. Se nos habla de transparencia y de campañas anticorrupción y brotan por doquier los actos corruptos de políticos, funcionarios, empresarios y hasta prelados. La moralidad del capitalismo contemporáneo está constituida por los antivalores de ayer. La libertad del individuo se ha cambiado por la libertad del capital para circular por todo el mundo sin ninguna restricción Y ante esta inmoralidad como los estudiantes del IPN van a creerle al secretario de educación Aurelio Nuño, si este había dicho que no reprimiría a los maestros y hasta usó la fuerza del ejército mexicano dizque para poner orden. Y ese orden consistió en reprimir a los docentes si no cumplían los caprichos del funcionario. Por eso los estudiantes del politécnico no creen sea para bien del IPN que la Institución se sustraiga de la subsecretaría de educación superior y dependa directamente del titular de la secretaria de educación pública.

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