¿Qué hacer con el “Chapo”?
Francisco Cruz Angulo
12 de Enero de 2016
Una vez que concluyó la euforia de la clase política en el poder por el hecho de haber recapturado al fugitivo narcotraficante más peligroso del país y declarado por los Estados Unidos como su enemigo número uno surgen las preguntas que todo ciudadano tendrá en mente; a saber:
¿Dispone el Estado Mexicano de un sistema carcelario de máxima seguridad como para que no se vuelva a escapar el peligroso delincuente luego de la escandalosa fuga del capo por dos veces?
Suponiendo que lo tenga y no sea extraditado a los Estados Unidos los mexicanos tendríamos la oportunidad de conocer el proceso penal al que se someterá mediante el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio en el cual se aplicaría el Juicio Oral. De esta manera se transparentaría la administración y procuración de la justicia, tal y como lo ha prometido el presidente Enrique Peña Nieto.
¿Por qué la importancia de que se le procese en nuestro país?
En primer lugar porque se pondría a prueba la eficacia o no de los juicios orales. Si es positivo conoceríamos las numerosas redes de complicidades que tejió con altos funcionarios, representantes populares y empresarios que hicieron posible que “el chapo” Guzmán construyera una poderosa empresa trasnacional que traficaba y comercializaba la droga por todo el mundo.
Es obvio que utilizó diversos medios para corromper a gobernadores, presidentes municipales, jefes de los cuerpos policiacos, ministerios públicos y jueces. Sin estas complicidades el “chapo” no hubiera construido uno de los carteles de la droga más poderosos en la historia de nuestro país. Por el contrario gozó de impunidad durante años y cuando estuvo en las cárceles de alta seguridad gozó de enormes privilegios lo que motivó su fuga.
Ahora bien se presume que con la recaptura del “Chapo” Guzmán se demostró la eficacia de nuestros cuerpos de Seguridad Nacional. ¿Acaso está convencida nuestra clase política que con el “chapo” tras las rejas se desmanteló el cartel sinaloense y, por ende se concluirán las masacres y decenas de personas secuestradas y desaparecidas en el triángulo dorado de Sinaloa, Durango y Chihuahua?
Con el “chapo” y sin el “chapo” el cártel de Sinaloa continua realizando sus millonarias operaciones de narcóticos ante la incompetencia y la evidente corrupción de quienes procuran la justicia. Es más, señalan algunos expertos en seguridad nacional que el “chapo” ha dejado de ser cabeza de mando de ese cartel, y por el contrario es un estorbo en sus operaciones delictivas.
Es indudable que el “chapo” Guzmán estará más seguro en las cárceles mexicanas que en la de los Estados Unidos. Su mejor protección es la información privilegiada que mantiene herméticamente en su memoria, incluso para la clase política que ha gobernado el país en la última década.
De igual manera es una falacia el hecho de afirmar que descabezando a los carteles de la droga disminuye la violencia armada en nuestro país.
Por el contrario al desarticularlos lo que genera son cientos de pequeñas organizaciones más violentas que no solo se disputan sangrientamente el mercado de la droga en nuestro país sino que diversifican sus operaciones delictivas como el secuestro, la extorsión y el tráfico de blancas.
En tanto no se depuren nuestras instituciones responsables de procurar y administrar la justicia y se castigue a los servidores públicos corruptos que venden impunidad a las bandas del crimen organizado y se continúe profundizándose la desigualdad social que genera millones de pobres, día a día surgirán más chapos en nuestro país. La pobreza y un futuro incierto de nuestra juventud es el caldo de cultivo de las bandas delincuenciales en nuestra nación…
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